A partir de un estudio inédito en pacientes pediátricos con la enfermedad de Chagas coordinado por investigadores del CONICET, se aprobó el uso de la formulación del «nifurtimox», un medicamento que ahora se adapta a las necesidades de los recién nacidos hasta los 18 años de edad.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que en el mundo existen entre 6 a 7 millones de infectados con mal de Chagas, y en Argentina, según estimaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), nacen 1200 niños con la enfermedad.
El grupo de Parasitología – Chagas, del Instituto Multidisciplinario de Investigación en Patologías Pediátricas (IMIPP, CONICET-Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), en el Hospital de Niños ‘Ricardo Gutiérrez’, coordinó los estudios clínicos de una formulación pediátrica, inédita, de un medicamento utilizado en el tratamiento de la enfermedad de Chagas -el nifurtimox-, que se adapta a las necesidades especiales de los pacientes pediátricos desde recién nacidos hasta los 18 años de edad.
El Chagas es una enfermedad causada por el parásito Trypanosoma cruzi, que transmite hacia el humano la vinchuca -Triatoma infestans-. También puede ser contagiada por transfusión sanguínea o trasplante de órganos, y durante la gestación, o por alimentos.
Los resultados sobre la formulación pediátrica esta droga, una de los dos desarrolladas hace 5 décadas para el uso en la enfermedad en adultos, resultaron en la aprobación por la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), por lo que a nivel local estará de manera expeditiva aprobado su uso por ANMAT.
“Este es un gran logro de la pediatría argentina y latinoamericana, que a partir de una red de investigación clínica con altos estándares de calidad, obtuvo respuesta a una necesidad regional que impactará en la atención de los más vulnerables”, consideró el Dr, Jaime Altcheh pediatra e investigador principal del CONICET, quien lidera el equipo de trabajo.
Utilizar, como hasta el momento, las presentaciones de adultos y adaptarlas a los niños conlleva un problema, y es que cuando se fraccionan las pastillas, no puede asegurarse que la concentración de la droga es la misma en cada parte. Esto genera el riesgo de dar menores o mayores dosis a las necesarias. “El desarrollo y validación, en estudios clínicos, de una formulación dispersable adaptada para niños resuelve este problema y facilitara el tratamiento”, aclara el investigador.
El estudio se llevó a cabo en 25 sitios de investigación, que conforman la Red de Investigación Clínica PEDCHAGAS, en Argentina, Bolivia, y Colombia entre 2016 y 2018, en conjunto con el laboratorio Bayer. Se trató de un ensayo clínico de fase III prospectivo, donde se evaluó la eficacia, seguridad y farmacocinética de nifurtimox en 330 niños con enfermedad de Chagas.
“A pesar de estar aprobados para su uso en adultos desde la década del 70, es la primera vez que se hace un estudio farmacológico multicéntrico en pacientes pediátricos de este medicamento”, explica Altcheh.
La investigación puede ayudar a disminuir los efectos perjudiciales y las secuelas de la infección y también podría usarse para diseñar virus atenuados para el desarrollo de vacunas.
Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del Conicet logró determinar los mecanismos por los que el coronavirus es capaz de evadir la respuesta inmune innata en los seres humanos y cómo es que se producen algunos de los efectos colaterales de la enfermedad, como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS).
Este conocimiento puede ayudar a disminuir los efectos perjudiciales y las secuelas de la infección y también podría usarse para diseñar virus atenuados para el desarrollo de vacunas.
Los descubrimientos se hicieron en el Laboratorio de Biología de Sistemas del Centro Regional de Estudios Genómicos (CREG) y determina que la Covid-19 tiene un mecanismo viral que le permite regular la expresión de genes de las células invadidas y así controlar su respuesta inmune.
El aporte fundamental que acaba de hacer el estudio consiste en la descripción de este nuevo mecanismo de interacción entre SARS-Cov-2, el virus responsable de la infección, y las células que ataca.
El hallazgo de los investigadores Luis Diambra y Andrés Alonso se publicó hoy en la revista Frontiers in Cell and Developmental Biology, y es uno de los primeros trabajos argentinos sobre el tema en ser reportado internacionalmente.
Según explicaron los científicos, para multiplicarse los virus utilizan la maquinaria de la célula que invaden. «Dentro de esos recursos que aprovechan hay unos llamados ARN de transferencia o tRNAs, por sus siglas en inglés, unas pequeñas moléculas que sirven para fabricar las proteínas necesarias tanto para el invasor como para el huésped», dijeron.
«Ese uso hace que el virus provoque una deficiencia de ciertas proteínas en la célula y lo que nosotros hicimos fue buscar específicamente cuáles son los más utilizados por el coronavirus y de qué manera repercuten los déficits que traen aparejados», explicó Diambra.
También remarcó que en este estudio se centraron «en el análisis de la composición de codones usado por las proteínas virales y su relación con la síntesis de proteínas de la célula huésped, es decir las células del pulmón infectadas».
El especialista agregó que el análisis funcional de los 27 genes indicados por este estudio «ayuda a comprender cómo este virus evade la respuesta inmune innata, como así también es la causa de algunos efectos colaterales como la tormenta de citocinas, una respuesta inmune descontrolada que daña las células sanas causando inflamación, trastornos de la coagulación y el síndrome de Keutel (que provoca calcificación de cartílagos y tejidos blandos y erupciones permanentes en la piel), observados en forma temporal en los pacientes con Covid-19».
La investigación detectó distintos genes que están regulados negativamente por el nuevo mecanismo viral de la Covid-19, en tres procesos diferentes.
Los científicos aseguran que así como el virus «regula la traducción del huésped mediante el uso de codones, la manipulación biotecnológica de la frecuencia de los codones podría usarse para diseñar virus atenuados» para el posterior desarrollo de vacunas.
«Creemos que nuestros resultados arrojan luz sobre cómo es la patogenia del virus, proceso que ocurre cuando el virus infecta a un hospedador. Este conocimiento podría ayudar a disminuir los efectos perjudiciales y secuelas de la infección», subrayó Diambra.
En pruebas de laboratorio, el medicamento neutralizó el virus SARS-CoV-2. Investigadores buscan ahora avanzar en la fase de ensayos clínicos en pacientes.
Viales del suero con anticuerpos neutralizantes anti-COVID 19 FOTO: GZA: INMUNOVA
C ientíficos argentinos desarrollaron un suero hiperinmune para tratar a pacientes infectados con Covid-19 en estadios tempranos o moderados de la enfermedad. El medicamento mostró en pruebas de laboratorio (in vitro) la capacidad de neutralizar el virus SARS-CoV-2, por lo que ahora se busca avanzar con ensayos clínicos en humanos para comprobar su seguridad y eficacia. El avance es fruto del trabajo de articulación pública-privada y fue encabezado por investigadores del laboratorio Inmunova, el Instituto Biológico Argentino y el ANLIS-Malbrán, con la colaboración de la Fundación Instituto Leloir (FIL), Mabxience, Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). “En marzo estábamos en pleno ensayo clínico de nuestro suero para la prevención del Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) y empezamos a tener información del SARS-CoV-2. La incertidumbre era enorme, tuvimos algunas reuniones y vimos la posibilidad de aplicar la misma tecnología para Covid-19. Nos acoplamos al grupo de trabajo de Andrea Gamarnik en la FIL para producir proteínas, mientras buscábamos otras alternativas de inmunógenos”, le explicó a PERFIL Fernando Goldbaum, director científico de Inmunova y jefe del Laboratorio de Inmunología y Microbiología Molecular en la FIL.
El suero anti Covid-19 confiere inmunidad pasiva al paciente y es similar a los que se usan para tratar el envenenamiento por picadura de serpientes y alacranes o exposición al virus de la rabia. En su desarrollo se utilizó como antígeno (como molécula para inducir una respuesta inmune) una proteína recombinante del virus con el fin de obtener anticuerpos policlonales equinos. La proteína Spike es la herramienta que utiliza el SARS-CoV-2 para penetrar en la célula. Particularmente, una parte denominada dominio RBD es la que se une con un receptor celular (ACE2) y posibilita la infección del virus. Investigadores de la FIL, Mabxience y Unsam desarrollaron cantidades suficientes de esa proteína recombinante. Luego se inmunizo a caballos con esa proteína y tras 35 días se extrajo el plasma. El resultado fue un suero producido por el Instituto Biológico Argentino que contiene gran cantidad anticuerpos con capacidad neutralizante: es decir, que podría evitar que el virus ingrese a las células que es donde se multiplica. “Los primeros días de junio pudimos realizar pruebas en ANLIS- Malbrán para demostrar in vitro el poder neutralizante de nuestro suero. Hace una semana tuvimos el resultado de que la capacidad neutralizante es muy alta y ya tenemos un primer lote del producto”, sostuvo el investigador del Conicet.
El equipo de científicos de Inmunova
Hasta el momento, los medicamentos que se estudian contra el coronavirus como antivirales o corticoides están direccionados a pacientes hospitalizados y en estadios críticos. “Nuestra idea es aplicar el suero en pacientes de 18 años o más con un estadio moderado de la enfermedad y hasta 10 días de los primeros síntomas, en etapas tempranas para evitar el empeoramiento de la enfermedad”. Aunque lo ideal sería contar con una vacuna que pudiera inducir la producción de anticuerpos que puedan combatir el virus (inmunización activa), lo cierto es que se desconoce cuando podría estar lista. La inmunización pasiva consiste en administrar anticuerpos a los pacientes contra el agente infeccioso, produciendo su bloqueo y evitando que se propague. Así actúa el suero y también los tratamientos con plasma de pacientes recuperados de Covid-19 que se están aplicando en muchos hospitales del país, como parte de un ensayo que lleva adelante el Ministerio de Salud de la Nación. En este sentido, explican los investigadores, el suero anti Covid-19 puede ser una solución rápida que se ubica entre el plasma y la vacuna. “Lo que observamos in vitro es que la potencia neutralizante es mayor, esa es una ventaja de nuestra tecnología. La segunda es que es escalable, no dependemos de donantes de plasma -la respuesta inmune de los donantes en anticuerpos neutralizantes es muy despareja- nosotros podemos producir el mismo producto con el mismo título en cuestión de meses para todos los potenciales infectados”, indicó Goldbaum.
“La tercera ventaja es que los anticuerpos equinos son tratados con una enzima que se llama pepsina que rompe y elimina el dominio constante de las inmunoglobulinas, y eso genera dos ventajas: que no produce una respuesta de hipersensibilidad en los pacientes, eso le da al producto mucha seguridad, y la otra ventaja es que -no está demostrado pero se sospecha- que los anticuerpos no solo pueden aparecer como anticuerpos neutralizantes sino que algunos podrían aparecer facilitando la infección o produciendo una tormenta de citoquinas por inflamación. Nuestro anticuerpos al no tener este dominio constante evitan eso”, detalló el Investigador del Conicet. Tras los resultados positivos, ahora se espera avanzar en la etapa de ensayos clínicos en pacientes para evaluar la seguridad y efectividad del tratamiento. Para esto, ya trabajan en un protocolo que fue presentado ante la Anmat. El proyecto fue uno de los elegidos por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación en respuesta a la convocatoria “Ideas Proyecto COVID-19” –de la Unidad Coronavirus, creada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación e integrada por el Conicet.
Se realizó en el Instituto Malbrán. Uno pertenece a China, uno a Europa y otro a Estados Unidos. Servirá para seguir la evolución de la enfermedad y realizar mapas de vigilancia y pronósticos a futuro
El SARS-CoV-2 es observado en un microscopio electrónico en un laboratorio de EEUU – REUTERS
El coronavirus que infectó a más de 1,3 millones de personas en todo el mundo y ya mató a casi 80.000 personas no es exactamente el mismo que el que se contagiaron los más de 377.000 estadounidenses, los 130.000 italianos o los 1628 argentinos al día de hoy. A medida que este se va propagando y pasa de un huésped a otro, sufre mutaciones.
Esto fue comprobado hace varias semanas por distintos laboratorios alrededor del mundo que pudieron secuenciar el virus que está presente en sus países o ciudades. Y este vital logro llegó a la Argentina, donde se conoció que nuestro país ha logrado secuenciar 3 genomas del virus SARS-CoV-2, que originalmente apareció en noviembre de 2019 en un mercado de animales vivos y muertos en Wuhan, China.
En el mapa se puede observar claramente de donde provienen los 3 genomas secuenciados. Dos de Europa y uno de EEUU (Nextstrain)
La secuenciación del genoma del nuevo coronavirus la realizaron los científicos del Departamento de Virología del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de la ANLIS (Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud) Malbrán, quienes pudieron comparar sus estudios con el genoma identificado por científicos chinos el 14 de enero y por los que se aislaron en muchos otros países en las últimas semanas.
Como el genoma del virus está en continua mutación, eso es justamente lo que les permite seguir su trayectoria en los diferentes países y rutas de transmisión.
El organismo tiene la capacidad de hacer la vigilancia del virus, es decir el rastreo nacional de su esparcimiento y la capacidad para procesar las muestras de casos sospechosos que se vayan remitiendo a la institución, con el objetivo de “descartar si es influenza y, en caso que no lo sea, proseguir con el procedimiento para desestimar que no se trate algún otro coronavirus.
La enfermedad COVID-19 se ha esparcido en todo el mundo a una velocidad muy rápida – REUTERS/Thomas Peter/File Photo
La plataforma Nextstrain, un sitio científico colaborativo de código abierto para todos los laboratorios y personas del mundo, ha elaborado un mapa con todos los secuenciamientos genéticos del nuevo coronavirus realizado hasta ahora, y en donde se observa que tres genomas de éste fueron identificados en Argentina como los circulantes.
El científico Martín Vázquez, biólogo molecular e investigador del Conicet, explicó a Infobae la importancia de esta secuenciación local.
El laboratorio de Medicina y Virología WU en Seattle, Washington, analiza muestras de COVID-19 – REUTERS/Brian Snyder/File Photo
“Se trata de un gran logro de los investigadores del Instituto Malbrán, que desde hace varias semanas vienen trabajando con la secuenciación original china y la información de las muestras del virus circulante en Estados Unidos, Europa y varios países del mundo. En la medida en que sepamos los genomas que están circulando en Argentina, más nos podemos anticipar a las medidas necesarias para abordar este problema”, precisó Vázquez.
El investigador indicó que el genoma de un virus es de ARN. Y que cuando se realiza un hisopado a una persona a través de la técnica llamada PCR, la misma no lee la secuencia total del virus. Solamente detecta si lo ve o no. En cambio, la secuenciación permite leerlo y por ello detectar el virus y su genoma.
Cientificos de la Universidad de Tsinghua en Beijing, China, analizan la secuenciación genética del SARS-CoV-2 – REUTERS/Thomas Peter/File Photo
“Una secuenciación genómica nos sirve para hacer la vigilancia del virus. Si éste muta y cómo. Los virus van cambiando algunas letras de su genoma a medida que se esparce y multiplica. Son errores que se producen al azar al reproducirse. Con la técnica de la secuenciación genética, se puede hace la genealogía del virus y seguir sus mutaciones. A ese proceso se lo llama filogenia molecular”, afirmó el especialista.
Y agregó: “En este mapa donde se registraron los 3 genomas argentinos, se pueden identificar 2 provenientes de Europa y 1 de la parte oeste de EEUU. Con más genomas detectados circulando en el país, se pueden rastrear los orígenes de cada uno y realizar modelos predictivos y probabilísticos para anticipar varios problemas como circulación del mismo, realizar mapas de movilidad y hacer vigilancia epidemiológica”.
Mapa de cómo evolucionó el SARS-CoV-2 en tres meses de propagación (Nextstrain)
El científico, que trabaja hoy en Rosario, donde se encuentra la mayor plataforma de secuenciación genómica del país, trabaja desde hace varios años en la secuenciación de genomas de distintas enfermedades en Heritas, una empresa que fundó y ahora busca también secuenciar genomas del SARS-CoV-2.
“A fin de mes esperamos obtener los reactivos provenientes de EEUU para comenzar a secuenciar genomas a más escala, lo que nos permitirá obtener más información de esta enfermedad a nivel nacional y detectar más genomas”, sostuvo el experto.
En la plataforma internacional donde se exhibe el mapa, explican que “esta filogenia muestra las relaciones evolutivas de los virus del SARS-CoV-2 de la nueva pandemia de coronavirus COVID-19 con su aparición inicial en Wuhan, China, en noviembre de 2019, seguida de una transmisión sostenida de persona a persona que conduce a infecciones múltiples”.
Científicos en Lausane, Suiza, analizan la curvatura de contagios en el país helvético – REUTERS/Denis Balibouse
Según aclaran, aunque las relaciones genéticas entre los virus muestreados son bastante claras, existe una considerable incertidumbre en torno a las estimaciones de las fechas de transmisión y en la reconstrucción de la propagación geográfica. Los patrones de transmisión inferidos específicos son solo una hipótesis que deberán confirmarse con más estudios posteriores.
En el mapa, la numeración del sitio y la estructura del genoma utilizan Wuhan-Hu-1/2019 como referencia, donde la filogenia tiene sus raíces en la ciudad china, en relación con las primeras muestras detectadas.
Objetivo del estudio genómico
Los expertos del Instituto Malbrán realizaron el estudio para conocer la dinámica y diversidad de la población viral de SARS-CoV-2 y las rutas de transmisión en Argentina.
El laboratorio de Medicina y Virología WU en Seattle, Washington, analiza muestras de COVID-19 – REUTERS/Brian Snyder/File Photo
Después de tomar las muestras de pacientes argentinos infectados, las mismas fueron fueron derivadas al Laboratorio Nacional de Referencia en el marco de la vigilancia nacional de COVID-19. El resultado fue enviado al Global Initiative on Sharing All Influenza Data, GISAID, entidad que aprobó el estudio de forma inmediata.
GISAID es una iniciativa público privada, con sede en Alemania, que promueve el intercambio internacional de todas las secuencias del virus de la influenza, datos clínicos y epidemiológicos relacionados con virus humanos. Con información geográfica y específica busca ayudar a los investigadores a comprender cómo evolucionan y se propagan los virus.
La información obtenida a partir de la Secuenciación Genómica completa de pacientes argentinos con COVID-19, realizada por el Servicio de Virosis Respiratorias y la Plataforma de Genómica y Bioinformática de INEI-ANLIS, será útil para asegurar la calidad del diagnóstico, complementar la vigilancia epidemiológica y contribuir al desarrollo de una fórmula vacunal representativa de las cepas circulantes en nuestro país y la Región.
Según expertos, poder secuenciar en el país permitirá realizar reactivos en la Argentina justo en momentos en que son escasos a nivel mundial debido a la pandemia de Coronavirus.
Un estudio en la Fundación Instituto Leloir (FIL) ilumina los fundamentos químicos y biofísicos de la protección del material genético del virus sincicial respiratorio, lo que podría ser vital en el futuro para desarrollar terapias específicas.
Gonzalo de Prat Gay, jefe del Laboratorio de Estructura-Función e Ingeniería de Proteínas en la Fundación Instituto Leloir, e integrantes de su grupo.
El genoma del virus respiratorio sincicial (VRS), responsable de bronquiolitis en bebés y niños y de enfermedades respiratorias de importancia económica en el ganado, está protegido por estructuras diminutas o nanoestructuras denominadas “nucleocápsides”, que previenen su degradación durante la entrada y replicación en células de pacientes o animales infectados.
“Las nucleocápsides de los virus de la familia Mononegavirales, que, además del VRS, incluye patógenos como los virus del sarampión, las paperas, el Ébola y la rabia, son estructuras helicoidales precisamente definidas que sirven como molde para la copia y expresión de sus genes”, explica Gonzalo de Prat Gay, jefe del Laboratorio de Estructura-Función e Ingeniería de Proteínas en la FIL e investigador del CONICET.
Con el fin de analizar los mecanismos detrás de la estabilidad de las nucleocápsides, Damián Álvarez Paggi y otros investigadores del grupo liderado por Prat Gay utilizaron técnicas biofísicas, perturbaciones químicas y microscopía electrónica. Para no trabajar con virus vivos, realizaron los experimentos con proteínas del virus producidas por técnicas de ingeniería genética.
Los científicos hallaron que la estabilidad de esas estructuras es “extrema”. “Soportan condiciones químicas en las cuales la mayoría de las proteínas son desarmadas”, señala Prat Gay, para quien esa propiedad se atribuye al menos en parte a que el ácido ribonucleico (ARN) está unido fuertemente en regiones consecutivas del genoma, “donde estabilidad y protección están íntimamente entrelazadas”.
Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista “Archives of Biochemistry and Biophysics”, de la editorial Elsevier.
Damián Álvarez Paggi, primer autor del avance.
Lo interesante, afirma Álvarez Paggi, es que las nanoestructuras que forman las nucleocápsides deben ser desarmadas para que opere la maquinaria de replicación del virus, por lo que “existe un fino balance entre protección versus accesibilidad del genoma”. La intimidad de ese mecanismo está en estudio, añade.
En la actualidad, no existe en el mercado una vacuna efectiva ni drogas que frenen la replicación del VRS. En este contexto, el estudio de la interacción específica de ciertas proteínas con la nucleocápside puede constituir un objetivo para el diseño racional de antivirales, indica Prat Gay.
Por otra parte, tanto la estabilidad de las nanoestructuras de la nucleocápside como su gran tamaño la posicionan como posible generador de una fuerte respuesta inmunológica, por lo que podrían inspirar el desarrollo de vacunas o incluso inmunoterapias, expresa Prat Gay.
El investigador añade que otros patógenos de difícil manipulación experimental “muestran este tipo de estructuras como mecanismo de protección de su genoma e interactúan con otras proteínas del virus”, por lo cual estos resultados y posibles aplicaciones podrían extenderse a otras enfermedades virales humanas y veterinarias.
Las aplicaciones de estos resultados se encuentran disponibles para su uso industrial, lo cual es uno de los objetivos de este y otros laboratorios de la FIL.
Del avance también participaron Sebastián Esperante, Gabriela Camporeale y Mariano Salgueiro, de la FIL y del CONICET; y Guilherme de Oliveira, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, en Brasil, y de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos.
Alejandra Volpedo (en el centro) lidera un equipo de 12 personas reconocido en el mundo por su aporte al estudio de los otolitos en especies de valor comercial
Como muchos de sus compañeros, Alejandra Volpedo decidió convertirse en bióloga bajo el influjo del célebre Jacques Cousteau. Soñaba con dedicarse a los mamíferos marinos, pero su profesor (y director del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia) José María Gallardo, que había intentado disuadirla al aconsejarle trabajar en peces, terminó cediendo. Un día, Gallardo llegó al laboratorio y le indicó: «Bueno, ya que quiere trabajar en mamíferos marinos, le traje unos estómagos de delfines llenos de otolitos (pequeños huesos del oído). Averigüe a qué especie pertenecen».
Ella no lo sabía, pero ese instante no solo iba a sellar definitivamente su destino profesional, sino que también marcaría el comienzo de una línea de investigación que la llevaría a desarrollar un conocimiento clave para el manejo de la pesca. El estudio de los otolitos permite determinar a qué stock pesquero pertenece un ejemplar, orientar a la flota, determinar la contaminación acuática y hacer la trazabilidad, entre muchas otras aplicaciones. Hoy, el grupo de Volpedo es reconocido en el mundo por sus aportes en este campo, pero también por haber desarrollado una técnica de bajo costo para reemplazar equipamiento inexistente en el país y en la región.
Como si fuera un pasaporte, los otolitos guardan el registro de en qué aguas nadó el pez en las líneas que se depositan durante su crecimiento Fuente: LA NACION
«Los otolitos son pequeñas estructuras de carbonato de calcio (que pueden ser chiquititas como la cabeza de un alfiler o medir hasta alrededor de un centímetro y medio) ubicadas en el oído interno de los peces -explica la especialista, que lidera un equipo del Centro de Estudios Transdisciplinarios del Agua en la Facultad de Veterinaria de la UBA-. Son el órgano llamado ‘vestibular’ o del equilibrio, y le informan al cerebro si el pez está nadando hacia arriba, hacia abajo u horizontalmente».
Como si fueran dientes, a medida que los otolitos van creciendo y se va depositando el carbonato de calcio, también lo hacen trazas de elementos del agua en la que los peces viven. Cuando se los corta transversalmente, se ven «anillos de crecimiento» similares a los de los árboles. «Así, uno puede conocer el ambiente en el que estuvo el individuo en cada momento de su vida, hasta que uno lo pesca -detalla-. Nosotros los llamamos ‘la caja negra’ de los peces».
Durante su doctorado, Alejandra estudió la morfometría de estas estructuras en las corvinas del Atlántico y del Pacífico, una especie de importancia comercial, para ver si se podía deducir de ellas los stocks pesqueros; es decir, los grupos que se puede comercializar.
Conocimiento vital «Separar los stocks pesqueros es lo que permite manejar el recurso -destaca la científica-. Por ejemplo, antes se pensaba que la corvina formaba un solo stock; si no había más a la altura de Mar del Plata, se mandaba la flota al río Salado. Con el trabajo que hice hace casi tres décadas, pude descubrir que en la provincia de Buenos Aires hay dos: uno en la bahía de Samborombón y otro en la bahía San Blas, cerca de Bahía Blanca. Cada uno tiene integridad genética (se reproducen entre ellos). A partir de ahí, en lugar de mandar la flota al Salado, donde estaba el mismo stock pesquero, empezaron a mandarla al sur. Se puede dividir el esfuerzo de la flota y se evita sobreexplotar el recurso».
Hace unos años, la investigación de los otolitos dio un gran salto en el mundo. Empezó a comprobarse que la química era mucho más importante que la morfometría. Para poder incursionar en ese terreno, Volpedo y su grupo tuvieron que poner en juego su creatividad para reemplazar recursos costosos, como un equipamiento láser que permite estudiar estas estructuras. «Tuvimos que ingeniárnoslas -cuenta- y aplicar técnicas que se usan en geología, por ejemplo. En lugar de ablacionarlos con láser obtenemos las muestras con un torno ‘dremel’ (como los que se emplean en pedicuría). También desarrollamos técnicas de micropulido, que permitieron a países sin acceso a los aparatos más caros implementar estos métodos para estudiar sus propios stocks».
La pericia de los científicos argentinos es tal que reciben invitaciones de países como España, Brasil y Estados Unidos para que colaboren con ellos en la interpretación de los datos que obtienen. A cambio, les ceden el uso gratuito de los equipos (cuyos servicios se cobran entre 700 y 1000 dólares por muestra), incluso de instrumentos novísimos que todavía no están en el mercado.
Para Carlos van Gelderen, integrante del directorio del Conicet, «al identificar stocks pesqueros y áreas de cría de diferentes especies, la investigación liderada por Alejandra Volpedo, que forma parte del consejo directivo de la Red de Seguridad Alimentaria, es de fundamental importancia para realizar una captura racional, que evite la sobrepesca. En particular, desde el punto de vista del conocimiento de los desplazamientos de peces, particularmente en la reconstrucción de los patrones de migración. Esto contribuye a la seguridad alimentaria del planeta, al brindar información técnico-científica a las empresas pesqueras para que realicen su actividad en forma sustentable y con el menor nivel de contaminación de los mares».
Van Gelderen agrega que sería importante completar el equipamiento necesario para realizar todos los estudios en el país, determinar stocks de especies comerciales y contribuir a la implementación de políticas públicas con sólida base científica.
«Cuando me puse a trabajar aquel día en el laboratorio -concluye Volpedo-, no se sabía cuál era la dieta de los delfines. Me encontré con los otolitos, me fascinaron los peces y, al final, de mamífero marino lo único que tuve en mis manos fue un estómago».
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