Una vez más, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) se ubicó primero en el Ranking SCImago 2021 dentro de los organismos de gobierno de Latinoamérica dedicados a la investigación. Además, en 2021 el CONICET se posicionó como la mejor institución en ciencia del país.
Los resultados de la treceava edición de este ranking acaban de publicarse, en junio de 2021. En ellos se refleja que, en el ámbito de instituciones gubernamentales, pero a nivel global, el CONICET se ubicó en el puesto 26 de entre 1587 instituciones. Además, se posicionó en el puesto número 13 en el mundo en lo que respecta al indicador Investigación e Impacto Social en instituciones de gobierno en el mundo.
Cabe destacar que en la edición 2021 se evaluó un total de 7.533 instituciones de todo el mundo, y el CONICET se posiciona en el puesto 195, lo que la ubica tres posiciones más arriba con respecto al 2020. En el puesto número uno del ranking SCImago se ubicó, una vez más, la Academia de Ciencias de China.
SCImago Institutions Ranking es un ranking de instituciones de educación superior y centros de investigación que se realiza desde 2009, enteramente centrado en la investigación, utilizando como fuente la base de datos científica Scopus. Para confeccionar el ranking de esta edición, SCImago consideró los resultados obtenidos durante el período de cinco años comprendido entre 2015 y 2019. La única excepción es el caso de los indicadores web, que se calcularon con los valores del último año.
El proceso de medición se realiza a partir de 17 indicadores, que miden el impacto normalizado de la producción científica, la excelencia medida en función de la publicación en los que la institución es el principal contribuyente, el total de publicaciones realizadas en el período, el liderazgo científico adquirido a nivel institucional, la colaboración internacional y el porcentaje de documentos publicados en revistas Acceso Abierto.
Según establece en sus políticas, el objetivo principal que persigue este ranking es el de contribuir a la toma de decisiones, al desarrollo de políticas públicas e institucionales y al establecimiento de hojas de ruta para el impulso la actividad investigadora y mejora continua de las instituciones.
Lanzaron el primer marketplace de opciones de compensación de carbono en Internet, con proyectos certificados de América latina
A pesar del freno a la actividad global causado por la pandemia, en 2020 continuó el aumento de la temperatura del planeta provocada por la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. La crisis climática es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y todos tenemos un rol para revertirlo. Cada vez son más las empresas que miden su huella de carbono, para reducirla y/o compensarla con proyectos que capturan carbono de la atmósfera bajo estándares internacionales. Pero -hasta ahora- estas herramientas solo eran accesibles para las grandes empresas. Eso es lo que vieron Sebastián Fragni y Federico Moyano, y por lo que crearon The Carbon Sink, que en inglés significa «sumidero de carbono».
Fragni es abogado y gran parte de su carrera profesional estuvo enfocada en la consultoría a empresas para la medición y desarrollo de opciones de compensación de emisiones de gases de efecto invernadero en América latina. Mientras que Moyano es agrónomo y conoce como pocos la problemática ambiental. Después de muchas reuniones e ideas, viendo que 2020 fue el año más cálido registrado a nivel mundial, tomaron la decisión de lanzar su emprendimiento.
«Hace años que trabajamos con las empresas para ayudarlas a medir el impacto ambiental de sus operaciones y desarrollar opciones para reducir y compensar sus emisiones. Sin embargo, estas herramientas no estaban disponibles para las personas o las pymes». Así, crearon la primera plataforma que integra una calculadora de huella de carbono y una «tienda» en la que se puede encontrar una variedad de opciones para compensar su huella de CO2, de manera simple y accesible, apoyando proyectos de captación de carbono de América latina», comenta Fragni.
La plataforma digital es una experiencia de usuario muy sencilla para medir, conocer el resultado y elegir una opción para compensar las emisiones de manera inmediata, y a un costo muy accesible.
«Nuestra calculadora de huella de carbono fue diseñada por la consultora ProSustentia, especialistas en medición de huella en América latina, siguiendo los lineamientos del Greenhouse Gas Protocol (GHG), que brinda la máxima precisión. Lo hicimos lo más simple posible para las personas, con diez preguntas sencillas, obtengan un resultado numérico en toneladas de CO2 emitidas, con fundamentos basados en estándares internacionales»,explican
«Entendimos que teníamos que ofrecer una solución integral, con la que las personas puedan medir y automáticamente compensar el resultado en la misma plataforma», indicaron los emprendedores. Es así como en la web se pueden compensar las emisiones de CO2 de dos maneras: invirtiendo en proyectos de participación directa que permiten a las personas y compañías un involucramiento mayor en la compensación y los proyectos certificados, que son aquellos que han pasado por procesos formales de certificación, ante estándares reconocidos, en donde las capturas de carbono ya han sido verificadas y validadas por organismos independientes.
El correntino nunca interrumpió el trabajo con sus alumnos durante el aislamiento estricto de 2020 y el IICA reconocerá su trabajo como “Líder de la Ruralidad”.
Daniel Bruno nació, creció y vivió toda su vida en San Roque, una ciudad de unos 10.000 habitantes en la provincia argentina de Corrientes, en el noreste de nuestro país.
En dicha región de suelos fértiles y abundante humedad, la producción agropecuaria es el medio de vida para la mayor parte de la población, donde se destacan los cultivos de arroz, frutas y hortalizas que sirven para autoconsumo y para comercialización, que a su vez son el sustento de los agricultores familiares que trabajan en pequeñas parcelas de entre 20 y 40 hectáreas.
En la zona donde también abundan la ganadería vacuna y la actividad forestal, pero sin embargo Bruno no se dedica la actividad agropecuaria, sino que siempre ha contribuido con su comunidad como maestro de escuela rural y periodista.
Desde hace unos años es el docente a cargo de la materia Lenguaje artístico y comunicacional, en la que les enseña a los estudiantes del colegio secundario Madre Teresa de Calcuta a perderle al miedo al micrófono y hacer radio.
La pandemia
En marzo de 2020 el Gobierno Nacional determinó que la población argentina debía cumplir con el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) para mitigar los efectos de la pandemia mundial. La medida oficial que tenía una vigencia de tan sólo unos 15 días, se extendió en el tiempo y modificó nuestra vida cotidiana, quizás, para siempre.
En ese contexto de complicación social y sanitaria, Daniel Bruno tuvo una idea maravillosa que hoy es premiada: el maestro continuó dando clases a sus alumnos a través de la radio.
Al principio, y con las clases presenciales suspendidas, Bruno intentó continuar sus clases por los canales que se estaban utilizando en otras ciudades como teléfono celular y WhatsApp, sin embargo, advirtió que ese método enfrentaba obstáculos demasiado grandes como conectividad, disponibilidad y más.
» Hice un sondeo y supe que de los 44 chicos solamente 27 tenían Whatsapp, e incluso para ellos era muy difícil conectarse porque no existe red Wi-Fi en el campo y la señal de teléfono celular a veces es deficiente o bastante precaria. Tanto es así que uno de los alumnos, cada vez que tenía que enviarme la tarea, se subía a un molino para asegurarse la señal. Entonces había que sortear la brecha de conectividad con las escasas herramientas que teníamos”, cuenta Bruno.
La radio
Fue en ese entonces que Bruno demostró que para “innovar” no hace falta crear una app prestigiosa y valuada en millones de dólares, sino más bien adaptarse y resolver un problema en concreto.
Para poder seguir las clases, Bruno decidió recurrir a la radio, más concretamente a la emisora FM de San Roque, la más escuchada en la zona.
«No en todas las casas de las zonas rurales hay teléfonos celulares. Pero en casi todas hay una radio, que es una compañía que sigue ocupando un lugar muy importante en la vida cotidiana y la cultura de los agricultores. Por eso, dando las clases a través de la radio, aumentaban mucho las posibilidades llegar a todos los alumnos”, dijo.
El profesor está convencido de que la educación es clave para generar arraigo en las zonas rurales y oportunidades de desarrollo personal y colectivo, por eso afirma: “Donde hay un maestro, hay esperanza”.
Hoy complementa las clases que da dos veces por semana a través de la radio con material escrito que vuelca en cuadernillos. Cada tanto recorre decenas de kilómetros en su camioneta, para que esos textos impresos lleguen a manos de sus alumnos.
“La educación favorece el anclaje e identificación de la gente con el medio rural. Sueño con seguir generando oportunidades no sólo para nuestros chicos, sino para las personas que quedaron en el camino y no pudieron terminar su escolaridad, por razones de trabajo o falta de condiciones adecuadas”, finaliza.
Por estos motivos el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) decidió reconocer a Daniel Bruno con el premio “Alma de la Ruralidad”, que ofrece a los “Líderes de la Ruralidad de las Américas”.
Con el foco puesto en aportar una solución frente a la pandemia por Covid-19, la Universidad de Morón -a través de su área de Investigación, Desarrollo e Innovación- desarrolló un dispositivo portátil que elimina el virus SARS-CoV-2 de las superficies sin utilizar químicos, informó la institución en un comunicado.
“Con el objetivo de contribuir al esfuerzo mundial por frenar la pandemia y evitar el contagio y la propagación en nuestro entorno, desde la Universidad de Morón nos propusimos desarrollar un sistema portátil de desinfección por radiación ultravioleta tipo C, práctico, efectivo y de bajo costo. Confiamos en que este dispositivo innovador será de utilidad para nuestra comunidad, lo cual nos llena de orgullo y satisfacción”, sostuvo el doctor Pablo Navarro, Secretario General de la Universidad.
Es sabido que el coronavirus, causante del Covid-19 se puede adquirir tanto a través tanto por aire como, en menor medida, a partir de superficies y objetos. Para prevenir la infección por contacto con materiales contaminados, la irradiación ultravioleta germicida (IUVG) ha sido reconocida como un método eficaz. Aún más, si las tecnologías de desinfección sin contacto son altamente deseables, la radiación ultravioleta (UV) -en particular UV-C (200–280 nm)- es uno de los enfoques más fiables y ampliamente aceptados, lo que ha sido demostrado en diversas investigaciones sobre inactivación de virus en superficies.
“Nuestro sistema portátil de desinfección por UV-C es un método para eliminar microorganismos sin contacto y a seco. Esto otorga ventajas al método tradicional de limpieza con productos químicos, entre las que se destacan: ser seguro para el operador y ser apto para la desinfección de tableros de comando y teclados de equipamiento crítico en estado de funcionamiento, donde el método tradicional húmedo es inaplicable”, rescató Gabriela Leiton, Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Morón, quien formó parte del equipo que desarrolló el proyecto, junto a Marcelo Mignone, Claudio Cervino, Jorge Almandoz, Martín Salinas y Alfredo Irusta.
Desde la institución educativa destacaron que en los LED UV-C con longitud de onda de 280 nm, como la que utiliza este sistema, son “una opción óptima para lograr una alta eficiencia de inactivación con un consumo mínimo de energía”.
Actualmente, hay diversos sistemas de esterilización mediante luz UV para superficies, utilizados principalmente en la industria alimentaria y en los hospitales, pero son equiposvoluminosos y debe permanecer un tiempo prolongado en el lugar para que la radiación UV haga efecto. No tan desarrollados están los sistemas portátiles de luz UV para uso rápido y eficiente en ámbitos donde la instalación de sistemas UV no es factible (como hoteles, restaurantes, casas particulares) o donde la desinfección debe ser asidua y efectiva (lugares públicos y de alto tránsito). Estos espacios pueden ser tratados con rayos UV-C, alcanzando porcentajes de esterilización cercanos al 100%.
Desde la Universidad de Morón buscaron reforzar los sistemas portátiles destinados a lugarescomo estaciones de trenes y subterráneos, oficinas, bancos, centros sanitarios y centros educativos, restaurantes y hoteles, entre otros. “Por lo tanto,la propuesta de utilizar radiación ultravioleta, un desinfectante natural de bajo costo de generación y fácilmente disponible, resulta una solución práctica y accesible para evitar el contagio y expansión del coronavirus SARS-CoV-2 de las superficies”, cerró el comunicado.
El país recibió equipos para aplicar esta tecnología, la más moderna de las radioterapias, en pacientes locales y de países vecinos. Formarán parte de un Polo Oncológico.
Hay un tratamiento contra ciertos tipos de cánceres que no se está aplicando en ningún país de América Latina. Uno que demanda disponer de entre 18.000 y 40.000 euros (excluyendo viaje, alojamiento y subsistencia) si la persona busca viajar a Europa para tenerlo, y hasta 100.000 dólares en los Estados Unidos. En un breve tiempo ese tratamiento estará disponible para pacientes argentinos que lo precisen. Sin moverse de su país. Sin preocuparse por reunir semejante cantidad de dinero.
Y es que acaban de llegar al país los equipos necesarios para instalar un Centro de Protonterapia (CeArp), el primer edificio para el tratamiento del cáncer con protones de Latinoamérica. Se trata de un proyecto ideado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el año 2015, en el marco del Plan Nacional de Medicina Nuclear, del que participan la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Instituto Nacional de Investigaciones Aplicadas (INVAP). A nivel mundial, solo 20 países disponen de centros de protonterapia. Hay en total 107 espacios de estas características y 37 en construcción, entre los que se cuenta el que desarrolla ahora en la Argentina.
El centro, que tendrá una superficie de 8 mil metros cuadrados, funcionará en un predio cedido por la UBA, será operado por científicos y profesionales de esa institución y reforzará el polo oncológico del Hospital Ángel H. Roffo y el Centro de Diagnóstico Nuclear.
Por su precisión, la protonterapia es considerada la forma más avanzada de radioterapia: utiliza la energía de partículas cargadas positivamente (protones) para tratar los tumores. Los protones son partes de los átomos que causan poco daño a los tejidos que atraviesan, pero que son muy efectivos el eliminar a las células que se encuentran al final de su trayectoria.
Así es como los haces que se emplean en la protonterapia dejan la mayor parte de su energía en el tumor y preservan los tejidos sanos cercanos, evitando los efectos secundarios de la radioterapia tradicional.
El impacto positivo del CeArp será, al menos, triple. En el área de salud permitirá ofrecer un tratamiento que no está disponible ni en el país ni en América del Sur. Además, implica la oportunidad de hacer investigación científica, formar y capacitar recursos humanos y, también, potenciar el sector científico con la posibilidad de exportar servicios y saberes.
Cómo funciona como la protonterapia
“En general, la protonterapia está orientada a casos muy difíciles de irradiar, donde es necesario reducir la dosis en los tejidos sanos que rodean al tumor mas allá de lo posible con los equipos estándar”, explica Pablo Menéndez, director del Área Terapia Radiante y Medicina Nuclear del Instituto Roffo. Y agrega: “Las indicaciones abarcan a los tratamientos de tumores en población pediátrica (cuyos tejidos sanos son más sensibles a la radiación); tumores del sistema nervioso central (incluyendo a los que estén cercanos a la médula espinal); lesiones oculares; tumores de base de cráneo; tumores de cabeza y cuello; carcinoma hepatocelular; sarcomas abdominales”.
De acuerdo con Menéndez, la protonterapia es especialmente aplicable en personas con síndromes genéticos que aumentan la sensibilidad a la radiación y en pacientes que requieren una segunda irradiación sobre tejidos que ya han recibido un tratamiento previo.
¿Por qué es más precisa que la radioterapia? “Cuando intentamos tratar un tumor con radioterapia estándar, debemos dirigirle haces hacia desde distintos ángulos. Durante todo el trayecto del haz de fotones (partículas portadoras de la luz visible, la luz ultravioleta, la luz infrarroja, los rayos X, los rayos gamma y el resto de las formas de radiación electromagnética), el organismo recibe dosis de radiación”, explica el especialista.
La ventaja del haz de protones es que modulando su energía se puede decidir a qué profundidad dentro del organismo del paciente se va a depositar la dosis requerida, con un muy bajo nivel en el camino de entrada y ausencia de dosis en el trayecto posterior de salida.
“Esta zona de alto depósito de dosis se llama pico de Bragg. Combinando varios de estos picos, uno al lado de otro en el volumen que ocupa el tumor en el espacio interior del paciente, podemos alcanzar la dosis terapéutica requerida, presentando dosis mucho más bajas en los tejidos sanos circundantes. Además de esta ventaja en la distribución de dosis se postula que podría existir una ventaja de mayor efectividad biológica”, detalla Menéndez. Más de la mitad de las personas con cáncer reciben tratamiento de radiación. A veces, la radioterapia es el único tratamiento contra el cáncer que precisa el enfermo, y en otras ocasiones se emplea junto con otros tipos de tratamiento.
El polo oncológico
El Centro de Medicina Nuclear está ubicado en avenida San Martín y Nazca, en el barrio porteño de Agronomía, frente al Instituto Roffo. Y conformará en ese lugar un Polo Oncológico, con la inclusión de los centros de la Fundación Centro Diagnóstico Nuclear (FCDN), creada por la CNEA; y el de la Fundación Escuela Medicina Nuclear (Fuesmen), instituciones con las que el CeArP estará vinculado para la atención pública y abordaje integral de pacientes con cáncer.
“Con la llegada del equipo de protonterapia ya están todos los equipos del CeArp -explica Alberto Lamagna, Gerente del Área de Investigación y Aplicaciones No Nucleares de la CNEA-. En una primera etapa se instalarán equipos de diagnóstico y de tratamiento de avanzada con fotones mediante un acelerador lineal (Versa HD) y un equipo de radiocirugía robótica o CyberKnife. Esta primera etapa estará terminada a fines del 2022. El equipo de protonterapia se terminará de instalar hacia fines del 2023 y la puesta en marcha demandará unos tres meses más.”
En resumen, el Polo Oncológico estará operativo desde finales del 2022, salvo el equipo de protonterapia con sus dos salas para tratamiento, que funcionarán a inicios del 2024. El otro componente del Polo es el área de investigación, desarrollo y formación de recursos humanos en terapias para el cáncer basadas en partículas.
Para la puesta en marcha del proyecto, un equipo de médicos e investigadores de la UBA debió viajar a capacitarse a Bélgica. Trabajan en coordinación y con un permanente intercambio con los mejores centros en la materia a nivel mundial, como el Hospital General de Massachusetts, el Centro Médico Loma Linda de California, el Instituto Curie de Francia y el Centro de Protonterapia de Suiza.
“La Argentina cuenta con alrededor de 80 centros de radioterapia al 2019, que podrían tratar a unos 65.000 pacientes al año con haces de fotones o electrones externos (radioterapia estándar), contabilizando unos 109 aceleradores lineales y 21 máquinas de cobalto, según reporta la Autoridad Regulatoria Nuclear en el mismo año. En comparación con el hemisferio norte, los centros argentinos son pequeños o medianos en términos de la cantidad de máquinas por centro”, detalla Lamagna.
Y puntualiza: “Son muy pocos los casos en los que un paciente argentino con indicaciones claras para la protonterapia fue tratado en el extranjero, a través de prepagas de alto nivel de cobertura. Es decir que hablamos de una terapia básicamente inaccesible, en términos económicos, para la inmensa mayoría de los pacientes argentinos y de América del Sur. Solo en la Argentina, el número de personas con enfermedades oncológicas potencialmente beneficiadas por año asciende a 5.200 . Esa misma estimación resulta en más de 25.000 pacientes para Brasil. Considerando nuevamente toda Sudamérica, el total de pacientes por año candidatos es de más de 50.000. Este número es equivalente a al menos 156 salas de protonterapia”.
Según estadísticas del Hospital Garrahan, la principal institución pública en Argentina dedicada a la atención pediátrica, los principales tipos de cáncer en niños de 0 a 19 años son las enfermedades hematológicas (leucemias, por ejemplo), cáncer del sistema nervioso central y una variedad de tumores sólidos. De acuerdo con Lamagna, si se considera solamente a los pacientes pediátricos con patologías del sistema nervioso central en la Argentina “se totalizan alrededor de 300 pacientes por año. Esto significa que una sola sala puede dedicarse por completo a estos pacientes”, estima.
Además, enfatiza: “Es importante destacar el hecho de que existe una diferencia notable en cuanto a los resultados clínicos y la supervivencia general para los pacientes con cáncer pediátrico, en términos del acceso a terapias avanzadas en países emergentes. En los de altos ingresos, la disponibilidad y la asequibilidad de los tratamientos hacen que los niños tengan una mejor supervivencia que en las naciones con bajos ingresos”.
Utilizaron una droga originalmente diseñada para tratar la hipertensión. El estudio comenzó en abril de 2020 y participaron del ensayo clínico 158 pacientes
Los médicos notaron los primeros efectos en los pacientes entre las primeras 24 a 48 horas. Habían contraído COVID-19, debieron ser internados y observaban que comenzaban a sentirse mejor, estaban más animados y hasta con apetito. Estuvieron internados en el Hospital de Clínicas y en el Hospital Español, y en forma voluntaria participaron de un estudio novedoso y único en el mundo realizado por investigadores de la Universidad de Buenos Aires que demostró que a través de la aplicación de una droga normalmente utilizada para tratar la hipertensión es posible reducir hasta un 81% el riesgo de muerte en pacientes hospitalizados y bajar drásticamente los días de internación.
La investigación comenzó en abril de 2020 y participaron del ensayo 158 pacientes mayores de 18 años -la edad promedio era de 65- con COVID-19. Los voluntarios fueron divididos en dos grupos. Uno recibió dos veces al día Telmisartan, una droga suministrada para corregir la hipertensión arterial. Y el otro grupo fue atendido en forma convencional.
El Telmisartan se suministró en dosis mucho más altas que los que reciben los hipertensos y el equipo de investigadores lograron contrarrestar el ataque inflamatorio que suele producir la infección del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. Dicho proceso inflamatorio del sistema respiratorio es una de las principales causas de muerte.
En el quinto día se habían reducido los niveles de inflamación en el grupo tratado con dicha droga y para el día 8 la reducción fue aún mayor. Lo que alentó a los investigadores es que el tiempo de internación se redujo a 9 días, frente a los 15 o más del otro grupo. Como consecuencia, se redujo la necesidad de oxígeno y las probabilidades de fallecimiento cayeron en un 81%.
Los resultados del trabajo tuvieron repercusión internacional y fueron publicados en la revista científica EClinicalMedicine, una de las 22 publicaciones editadas por The Lancet. De la investigación participaron el cardiólogo Mariano Duarte, jefe del área de Hipertensión del Clínicas; el patólogo Facundo Pelorosso; la docente de la UBA Liliana Nicolosi, directora médica del Hospital Español y el farmacólogo Rodolfo Rothlin, profesor e investigador de la Facultad de Medicina.
Un importante hallazgo
El trabajo describe que el virus se vale de la proteína Spike para unirse a una enzima que se halla en las células mucosas conocida como angiotensina, y puede desencadenar un ataque inflamatorio que sufren un porcentaje de pacientes. Este bloqueo que hace el virus sobre la enzima genera una acumulación de la angiotensina II que inflama, a la vez que baja la concentración de la enzima 1-7, que desinflama. Si los niveles de angiotensina II suben en los pulmones, por culpa del virus, se desencadena un proceso inflamatorio en cascada que termina provocando una deficiencia respiratoria grave o síndrome respiratorio agudo severo.
El virus impide que la enzima se degrade desde la angiotensina II a la 1-7. Esta última es un vasodilatador natural, y ella es el blanco de la droga Telmisartan.
El equipo comprobó que la droga utilizada podría convertirse en una importante contribución en la lucha contra el Covid-19 y seguramente habrá más estudios para ahondar en un terreno que, sin lugar a dudas, abre un horizonte de esperanza.
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