Fue diseñado y producido en dos años
Desde afuera remite a una lanza mitológica, hercúlea: un tubo en punta que, ensamblado, ronda los dieciséis metros de largo y los veinte centímetros de diámetro, y que con una potencia inquietante es capaz de perforar las entrañas de la tierra hasta miles de metros de profundidad.
Por dentro no tiene nada de mitológico, es bien de este siglo: sensores satelitales, transmisores de pulsos a alta velocidad, en una palabra, un instrumento de la más alta tecnología para la exploración petrolera. Y, para completar el aura inusual de semejante herramienta, todo made in Argentina.
Los responsables de este desarrollo -un dispositivo para lo que se conoce como el perfilaje de los pozos de petróleo, que apenas un puñado de países produce en la actualidad- son alrededor de ochenta científicos pertenecientes al sistema local de investigación. El alma mater es Gustavo Bianchi, doctorado en ciencia de materiales en la Comisión Nacional de Energía Atómica, donde trabajó durante once años.
El proyecto nació hace apenas dos años, cuando tras incorporarse a la compañía de servicios para la explotación petrolera San Antonio-Pride, Bianchi se encontró ante la posibilidad de crear un centro de investigación y desarrollo.
Tras doctorarse, Bianchi había viajado junto con su familia a la Universidad de Texas, en Austin, para hacer un posdoctorado. La experiencia resultó más que exitosa, pero a pesar de que había nacido su segundo hijo en los Estados Unidos, los Bianchi decidieron volver al país.
«En 1994 ingresé en YPF como gerente de Investigación y Desarrollo -cuenta el científico-. Estando allí organicé el Centro de Tecnología aplicada, en La Plata, con investigadores de YPF, el Instituto Balseiro y diferentes universidades. También ofrecimos becas compartidas con el Conicet para doctorados y posdoctorados. En total éramos 90 personas y trabajábamos tanto para exploración y producción como para refinación y petroquímica.»
En 2001, después de que Pride (la segunda compañía de perforación del mundo) adquiriera San Antonio (una pequeña empresa local de servicios), le ofrecen el puesto de vicepresidente y la posibilidad de organizar un centro de Investigación y Desarrollo en Houston para llevar a San Antonio a competir en la primera línea de la tecnología internacional.
Bianchi devuelve la pelota y ofrece hacer el mismo centro… pero en la Argentina.
En medio de la crisis
Allí toma un ritmo casi vertiginoso esta historia algo desconcertante, como otras que ocurren en este país de paradojas. En 2001, en medio de la debacle que dominaba la vida nacional, el científico se dedicaba a trazar un plan de desarrollos tecnológicos para el año siguiente. En octubre, le aprobaban un presupuesto de tres millones de dólares para concretarlos.
«Con el excelente nivel profesional del personal de San Antonio, y alianzas con Invap, Conicet, universidades nacionales y otros grupos de tecnología argentinos (como MR Technologies, Softlab), creamos el Polo Tecnológico de Neuquén», cuenta.
En total, unas 80 personas, entre ingenieros en petróleo, químicos, físicos, bioquímicos, biólogos, matemáticos, ingenieros nucleares, hidráulicos, técnicos, abogados, bibliotecarios, mecánicos y empleados administrativos.
La tarea no fue sencilla. «Tardamos seis meses en tener un lenguaje común, adaptarnos y comprender los diferentes códigos de cada especialidad -dice-. Pero el objetivo estaba claro.»
En 2002 aprobaron otros tres millones de dólares. A casi dos años de distancia, entre los logros del grupo figura la construcción de equipos pesados para la industria que antes se importaban de Estados Unidos o Canadá, cinco patentes internacionales, la construcción de una planta de mezclado y síntesis de productos químicos (para mil toneladas mensuales), con diseño de Invap y emisión cero.
Pero lo más importante es, sin duda, esta herramienta para la perforación y evaluación de pozos petrolíferos, que permite determinar si hay petróleo, gas o agua a medida que se está perforando.
«Esto nos abre la puerta a las ligas mayores e incluye a la Argentina en un club selecto compuesto tan sólo por Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania», se enorgullece Bianchi.
Según el investigador, el instrumento local toma lo mejor de las otras herramientas que existen en el mercado, lo optimiza y lo reúne en un solo instrumento.
Entre otras características, soporta una temperatura máxima de hasta 150 grados centígrados y 100 veces la fuerza de la gravedad; permite diferenciar petróleo, gas o agua salada por inducción de corriente en la pared de la perforación; indica la posición y el rumbo con precisión satelital mientras perfora; determina presión, temperatura y permeabilidad, y envía los datos ya procesados al exterior, lo que permite conocer la situación en tiempo real.
Además, está diseñada para cumplir con las certificaciones para onshore y offshore, y puede complementarse con registros obtenidos por resonancia magnética nuclear, ya que la combinación de ambas mediciones permite cuantificar la proporción de agua/hidrocarburo presente en la formación. Admite la supervisión a distancia y la transmisión de parámetros vía telefónica o satelital.
Sólo en la Argentina, todos los años se perforan alrededor de mil pozos, o más, para la exploración petrolífera.
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/553342-invento-argentino-para-localizar-petroleo