Un grupo multidisciplinario de profesionales, entre los que se cuenta un investigador superior y ex presidente del Conicet, ya trató a 27 pacientes con terapéutica fotodinámica. Es un método que se vale de la tecnología láser más la combinación de una droga para eliminar en forma selectiva los tumores.
Se pueden eliminar tumores sin la necesidad del tratamiento tradicional de la cirugía convencional, la radioterapia o la quimioterapia? Hay métodos modernos y menos invasivos para abordar una de las enfermedades más complejas que castigan a la humanidad.
De a poco, la conjunción de la ciencia médica con la tecnología, más las prodigiosas mentes de investigadores argentinos, allanan un camino que en el futuro puede conducir hacia la cura de la enfermedad. Por el momento, conforman un tratamiento inédito y de probada eficacia para luchar contra este flagelo.
Se llama terapéutica fotodinámica, cirugía molecular o cirugía celular selectiva. Es desarrollada y puesta en práctica por un equipo multidisciplinario de profesionales que trabaja en nuestra ciudad, el que desde 2000 a esta parte trató a 27 pacientes con resultados sorprendentes y en total reserva.
La terapia, cuyos principales referentes en La Plata son el médico oncólogo especialista en radiaciones Horacio Poteca, el investigador superior del Conicet y ex titular de ese organismo, el físico Mario Garavaglia, y el cirujano Andrés Eduardo Lamotta, se sustenta en la utilización del láser para eliminar tumores.
“Hay dos aspectos esenciales a tener en cuenta -introduce Garavaglia-. La terapia fotodinámica se basa en la aplicación de radiación láser visible (no ionizante) y de una droga fotoactivable que es absorbida preferentemente por las células tumorales, no así por las sanas. Y en presencia de oxígeno de la circulación sanguínea”.
Dicha droga, que puede ser suministrada por vía general o local, produce una reacción fotoquímica intracelular cuando el tumor es iluminado por la luz del láser especial. Esta reacción pone en condiciones tales a la droga que genera la destrucción selectiva del tejido tumoral, cuyas células incorporaron la droga fotosensible.
En este caso, el láser no se utiliza para producir una incisión, un corte o una vaporización, sino para iluminar y activar esa droga que actúa en forma localizada y produce la destrucción del tejido tumoral y su remoción, luego de su necrosis, por la acción de los glóbulos blancos.
Se pueden tratar tumores externos, como los de piel, boca o nariz. Y también los internos, como de esófago, pulmón, vejiga, y cerebro, entre otros.
La investigación
Este desarrollo no es producto de ninguna mente afiebrada, ni de la improvisación. Poteca, que fue profesor de posgrado de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, en la década del ‘70 comenzó a investigar sobre este tema, mientras que Garavaglia es el máximo referente del país en tecnología láser. Fundador del Centro de Investigaciones Opticas (Ciop) del Conicet y la CIC, es profesor emérito de la UNLP, y uno de los 200 investigadores superiores que tiene el país. Lamotta, en tanto, es el único cirujano-oncólogo en realizar operaciones de esta naturaleza en Argentina, profesor de Cirugía en la UNLP y miembro de la Sociedad Americana de Láser.
En 1990 en la Facultad de Ciencias Médicas se ofrecieron los primeros cursos de posgrado en terapéutica fotodinámica y en 1994 comenzaron los experimentos con ratones de laboratorio, en el Bioterio de la Facultad de Ciencias Veterinarias, con el aporte del Centro de Investigaciones de Porfirinas y Porfirias que depende de UBA, más la Facultad de Ciencias Exactas de esa casa de altos estudios. También participó el CIOP y la fundación Innovatec. Los resultados fueron positivos, y reflejados oportunamente en distintos trabajos de divulgación y académicos.
La droga
Con la aprobación en 2000 de la droga que se utiliza para esta técnica por parte de la FDA (administración de drogas de EEUU), se comenzó a aplicar en humanos. En La Plata, la primera intervención se realizó en el Instituto Mater Dei (45, 13 y 14), donde actualmente hay quirófano, personal capacitado, habitaciones especialmente acondicionadas, y medidas de bioseguridad acordes a las normativas internacionales para llevarlas a cabo, se informó.
En diálogo con Hoy, los profesionales explicaron que la droga conforma una parte fundamental del tratamiento.
“Se está investigando para desarrollar la molécula más apta, que se concentre más en el tumor y que se vaya del cuerpo lo más rápido posible”, comentó Poteca.
Hay tres drogas que aprobó este año la Anmat (Administración Nacional de Medicamentos Alimentación y Tecnología Médica).
Aspecto importante
Un tema central es la fotosensibilización. Una vez realizado el tratamiento, el paciente debe permanecer durante una determinada cantidad de tiempo a oscuras y protegido convenientemente. La exposición a la luz solar natural o artificial intensa puede producir diferentes daños colaterales. Por eso, la cirugía se realiza con iluminación especial (tenue y difusa).
Las drogas, que se fabrican en el exterior y se importan al país, vienen en diferentes presentaciones (desde cremas hasta lociones). La más antigua de éstas fue desarrollada en los ‘80 en Australia.
Una droga más eficiente y de última generación fue realizada por el bioquímico platense Roberto de Antueno, actualmente radicado en Canadá. Es la utilizada por el mencionado equipo de argentinos. Y requiere de un cuidado posoperatorio de hasta 30 días. Durante ese lapso, el paciente no puede exponerse a la luz solar, ni artificial intensa.
Las restantes drogas, que también cuentan con la aprobación de la FDA y la Anmat, demandan cuidados por fotosensibilización de hasta 90 días, es decir, un posoperatorio más prolongado, puntualizó Poteca.
“No se puede hablar de una cura de la enfermedad, sino que esta es una técnica para mejorar las expectativas de vida. Tratamos pacientes que iban a ser mutilados severamente y a otros que les habían dado días. Ocho años después, el 90% lleva una vida relativamente normal en sus casas y en sus trabajos”, se enorgullece el oncólogo.
La operación
Las intervenciones con esta técnica, las cuales requieren de la conjunción de la droga y el láser, se pueden realizar en forma superficial. Por ejemplo, con la colocación de una crema especial para tratar un tumor de labios y la posterior iluminación con el láser apropiado.
Y también cirugías internas, de bronquios, esófago, lengua, vejiga o cerebro. En estos casos, se introduce una sonda, por la que se pasa una fibra óptica especialmente diseñada que está conectada a un láser que genera el haz de luz necesario para realizar la reacción fotoquímica cuando ilumina el tumor.
“En algunos casos tratados hasta el momento, el tumor desapareció con el correr de los días, sin ningún tipo de cortes ni extirpaciones”, contó el cirujano Lamotta.
Esteban M. Trebucq
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