El primero en su tipo genuinamente Argentino
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Ariel Clua y Juan Manuel Cicaré, docente y alumno respectivamente de la carrera de Ingeniero Agrónomo en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales acaban de crear una importante herramienta para la industria nacional aplicada al campo. Las claves de este interesante proyecto
El ingeniero agrónomo Ariel Clua, docente e investigador del Instituto de Fisiología Vegetal (INFIVE) en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP, junto con su alumno de la carrera de Ingeniero Agrónomo Juan Manuel Cicaré se juntaron hace un tiempo en el marco de un osado proyecto de investigación, bajo el cual desarrollaron el primer helicóptero de uso agrícola fabricado íntegramente en el país.
“Hay unas muy pocas unidades operando en el área, y hasta hoy todas eran procedentes de fábricas norteamericanas”, señala Clua, que, a su vez, utilizó para la prueba un fertilizante foliar formulado por él mismo en su laboratorio, con normas de certificación internacionales y cuyo objetivo fue estudiar los efectos de la nutrición mineral en cultivos extensivos con el propósito de optimizar la práctica de fertilización en cereales y oleaginosas.
Hace varios años que el ingeniero Ariel Clua investiga diversas técnicas sobre la fertilización foliar de las plantas y en varios aspectos: crecimiento, respuesta a diferentes niveles de elementos macro y micronutrientes, el efecto de hormonas vegetales en procesos fisiológicos, relaciones fuente/destino de las plantas y rendimiento.
Es en el marco de estas investigaciones es que surge la posibilidad del empleo del helicóptero. “Hace un par de años, mi alumno Juan Manuel Cicaré me consultó acerca de la posibilidad de realizar su trabajo final de carrera bajo mi dirección y en aspectos relacionados a la actividad de su padre Augusto Cicaré, pionero en la fabricación de helicópteros en América Latina -cuenta el ingeniero agrónomo-. En ese momento fue cuando se me ocurrió fusionar en un proyecto común mis trabajos de investigación en Fisiología Vegetal con la aeronáutica, otra de mis grandes pasiones. Y nos pusimos a trabajar duro”.
Por su parte, Juan Manuel Cicaré relata cuáles fueron sus motivaciones iniciales: “Yo quería dos cosas: estudiar Ingeniería Agronómica y también continuar con la actividad aeronáutica de mi padre. Y así fue como surgió esta relación académica y científica con el profesor Clua”.
Los investigadores comenzaron a pensar en el proyecto del helicóptero agrícola partiendo de un modelo de helicóptero ultraliviano, fabricado hace unos años por Augusto Cicaré. En esta etapa, docente y alumno se pusieron a trabajar en el diseño y en la adaptación de los elementos para la aplicación aérea: depósito para alojar el producto de aplicación (el fertilizante foliar), una bomba de accionamiento eléctrico manual, un botalón y los picos de aspersión.
Una vez completo el sistema operativo de aplicación aérea dieron comienzo a las pruebas de regulación de caudal y presión, tamaño de gota, elección de picos, estudio de deriva, determinación de la velocidad y altura de vuelo. “Pensé en combinar en un proyecto de investigación dos aspectos relacionados a la práctica agrícola: uno en lo que atañe a la eficiencia de la deposición de un caldo de aplicación sobre el cultivo y por otro lado el efecto de la nutrición foliar”, señala Clua sobre el procedimiento para el cual fueron elegidos dos tipos de cultivos, diferentes en cuanto a su ciclo de crecimiento: el trigo (entre el invierno y la primavera) y la soja (entre la primavera y el verano). Estos cultivos, también presentan una disposición de hojas diferente en el canopeo (el conjunto de tallos y follaje de los cultivos): erectófilas, en el caso del trigo; planófilas, en la soja. Y una tercera diferencia, que tiene que ver con diferentes requerimientos nutricionales en cuanto a elementos como nitrógeno, fósforo y azufre.
“Bajo estas condiciones experimentales me propuse evaluar la eficiencia de aplicación del helicóptero versus equipos de aplicación terrestres y la determinación de aspectos fisiológicos y de determinantes del rendimiento, en los diferentes cultivos”, relata el investigador de la UNLP.
Sustituto del avión
Juan Manuel Cicaré señala que “en otros países el helicóptero está siendo cada vez más utilizado en la agricultura, ofreciendo muchas ventajas por sobre las aplicaciones de los aviones”. Y agrega, como buen especialista nacido en una familia de aeronáuticos: “En las áreas confinadas, pequeñas o escarpadas, las habilidades del helicóptero son inigualables. La habilidad del helicóptero para trabajar sobre un amplio rango de velocidades, el vuelo estacionario y el despegue vertical hace que el helicóptero pueda volar en espacios aéreos inadecuados para un avión”.
Para el trabajo en el área agrícola, otra ventaja única que tienen los helicópteros radica en el denominado efecto Downwash (efecto de mojado descendente), generado cuando la velocidad de vuelo alcanza hasta 40 km por hora. “Este efecto es producido por las palas del rotor principal que paralelamente produce una batida del follaje y hace que la deposición del producto alcance todos los estratos, aún los inferiores, del canopeo del cultivo. Además la forma de herradura del patrón de aplicación, por el lento avance del helicóptero, ayuda al spray de aplicación, a penetrar en todo el follaje”, explica Juan Manuel Cicaré.
Después de dos años de experimentaciones, este proyecto se halla en su etapa final, en la que se acaba de cumplir con éxito la puesta a punto del helicóptero y la aplicación del fertilizante. Lo único que queda es evaluar el efecto de la fertilización foliar en el rendimiento de los cultivos.
“Aunque los costos de un helicóptero son más elevados que los de un avión, en este caso y por tratarse de un modelo fabricado en el país, estos costos se morigeran al punto de hacerlo comercialmente competitivo con respecto a la adquisición y uso de un avión”, explica Cicaré sobre uno de los puntos cruciales de esta investigación, que ya ha superado la etapa experimental y ahora inicia su fase comercial. “En la medida en que haya interesados en adquirir este tipo de máquina se puede largar la fabricación en serie y el costo aún sería más bajo”, agrega el ingeniero Clua.
Si bien en Argentina se utilizan aviones para el área agrícola, este nuevo emprendimiento sienta un importante precedente para la fabricación a gran escala de nuevas tecnologías en el país, abriendo la puerta para el desarrollo de una variante industrial que optimizaría los recursos en otra área estratégica como es el campo.
