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Regreso de investigadores

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Regreso de investigadores

Posted on 26 noviembre 2013 by hj

Ana Amador estudió física y se doctoró en Exactas. Luego de un breve paso por Brasil, decidió viajar a Chicago para realizar un posdoc. Siempre tuvo claro su deseo de volver, de allí su entusiasmo por el proceso de revalorización que, en los últimos años, vive el sistema científico nacional. Su visión optimista no le impide señalar inconvenientes que deben ser atendidos.

Ana Amador. Foto: Juan Pablo Vittori. CePro-EXACTAS
Ana Amador. Foto: Juan Pablo Vittori. CePro-EXACTAS
“Lo que está bueno es que, si uno tiene la idea de volver, ahora puede hacerlo. Conozco gente que al principio se negaba a regresar y que, al ver la mejora, lo reconsideró y volvió”, cuenta Ana Amador.

 

– ¿En qué año iniciaste tus estudios universitarios?
– Hice el CBC en el 95 ó 96 y al año siguiente ingresé a Exactas. La licenciatura la terminé en 2003. En ese momento, posterior a la crisis del 2001, se había ido mucha gente del Departamento de Física. Todos mis amigos habían viajado al exterior. Yo no estaba tan convencida de que un doctorado en otro país fuera lo mejor para mí en ese momento. Me gustaba más la idea de quedarme pero, en esos años, las becas CONICET eran pocas y malas. Entonces me enteré de que había un proyecto de intercambio entre Brasil y Argentina y me fui becada a la Universidad Federal de Pernambuco. Mi idea era probar durante seis meses, ganar un poco más de tiempo y tomar después una decisión más informada.
– ¿Y qué decidiste al cumplirse los seis meses?
– Me tentó más la oferta académica y de investigación de Exactas y me volví. Conseguí una beca de doctorado y me incorporé al grupo que dirige Gabriel Mindlin. Terminé en 2009 y ahí sí estaba convencida de ir a hacer un posdoc afuera. No sólo por los contactos, sino también para ver cómo se trabaja en países con otra forma de ver y hacer las cosas.
– ¿Cómo elegiste el lugar adonde ir?
– Mi idea fue siempre la de volver. Entonces, para ir a hacer un posdoc que te permita hacer muchas cosas en poco tiempo, el mejor lugar era Estados Unidos. A través de mi director apliqué al lugar ideal para hacer lo que yo quería, que es el Organismal Biology & Anatomy Lab, de la Universidad de Chicago. Me salió y no lo dudé. Me fui en junio de 2009.
– ¿Qué te llamó la atención respecto de la modalidad de trabajo en ese lugar?
– Lo que más me sorprendía era lo siguiente: nuestra manera de trabajar en el laboratorio es de mucha solidaridad, de ayudar al compañero. Y, cuando yo tenía ese tipo de reacciones, la gente allá se sorprendía. Me decía: ¡Qué buena persona que sos! Y para mí era algo normal. Allá la gente es cordial pero nadie se va a mover dos centímetros de lo que está haciendo para ayudarte. Además, está muy presente la cuestión jerárquica, entonces, si sos posdoc, tenés ciertas libertades, pero si no lo sos, no.
– Y en términos del trabajo científico en sí, ¿qué particularidad notaste?
– En Estados Unidos si vos necesitás lo que sea, aun cosas muy sofisticadas, levantás el teléfono y a la semana lo tenés. Además, hay una persona que se encarga de hacer las compras lo que te libera del papeleo. Eso está bueno. Por supuesto que hay muchos más recursos y eso se siente. Acá es más complicado, no sólo porque los recursos son menores, sino también por los trámites que hay que hacer para comprar insumos, especialmente si lo tenés que importar. Pero el eje de la actividad científica no pasa por ahí. Si vos tenés una buena idea científica podés llevarla a cabo igual. Lo más valioso son las ideas y los recursos humanos. En cuanto a lo que yo hago en el laboratorio, yo no estoy haciendo peor ciencia por estar acá. Todo lo que necesito lo tengo.
– ¿Nunca te tentó quedarte más tiempo?
– Particularmente éste no es el mejor momento. La crisis se está sintiendo mucho en el ámbito científico. Igual siempre es tentador. Pero, por otro lado, mientras seas un posdoc estás trabajando para otro, y yo ya quería volver y empezar a desarrollar una línea propia de trabajo.

Ana Amador. Foto: Juan Pablo Vittori. CePro-EXACTAS
Ana Amador. Foto: Juan Pablo Vittori. CePro-EXACTAS
– ¿Cómo fuiste organizando tu regreso?
– Primero hice el contacto con el laboratorio adonde estoy y luego apliqué a CONICET, simultáneamente a una beca posdoctoral de reinserción y a carrera. Cuando volví, en 2012, enseguida empecé a cobrar la beca de reinserción que, además, me pagó la mudanza. El ingreso a carrera demoró un poco más.
– ¿Son útiles estas herramientas de reinserción?
– La beca de reinserción está pensada para cubrir el período que media entre la solicitud y el ingreso a carrera de CONICET. Y me parece que, originalmente, estaba más pensada como una beca posdoctoral de dos años como para ver en qué laboratorio te insertabas. Ahora vos aplicas todo junto y, si te van a dar al ingreso a carrera, te dan la beca. Me parece que si estuvieran separadas sería más tentador. Pero, en concreto, la respuesta es que sí, son súper útiles y realmente hacen una diferencia.
– ¿Cómo fuiste viendo la evolución que tuvo el sistema científico en estos años?
– Lo que está bueno es que, si uno tiene la idea de volver, ahora puede hacerlo. Incluso, yo conozco gente que al principio se negaba a regresar y que, al ver la mejora, lo reconsideró y volvió. De todas maneras, de mis amigos que se habían ido al terminar la licenciatura, sólo uno regresó. A mí me parece que el proceso de revalorización de la ciencia está muy bueno y ayudó un montón. Ahora, yo creo que le falta un poco de sintonía fina en relación con el destino que hay que darle a los fondos, respecto de qué hacer con los graduados. Ahora, todo el mundo asume como un derecho hacer el doctorado. Y si no, te están echando del sistema científico. Eso no es así. Hacer el doctorado no es un derecho, es un gran privilegio. También es un privilegio tener una beca. Y me parece que en estos años de tanta recuperación ese concepto se fue perdiendo. Pienso que hay que revalorizar un poco todo lo que tenemos ahora.
– En tu área específica de trabajo, ¿esa mejora se nota?
– Sí, claro. Y eso hizo que yo mantuviera mis ganas de volver. Además, está volviendo otra gente, se están sumando muchos jóvenes, se están abriendo nuevas líneas de investigación. Yo trabajo en neurociencias y hay cada vez más grupos, no solamente en Exactas, sino también en Medicina, en la Universidad de Quilmes, que se están nutriendo de gente joven. Y eso va construyendo un panorama interesante.

Fuente: UBA

http://noticias.exactas.uba.ar/regreso-investigadores-repatriacion-amador

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La Argentina repatriará al científico número mil

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La Argentina repatriará al científico número mil

Posted on 05 agosto 2013 by hj

El ministro de Ciencia, Lino Barañao, anticipó que «en breve estaremos festejando el repatriado número mil», gracias al Programa Raíces (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior). Y destacó que la reinserción laboral está garantizada por el Estado.

Lino Barañao (Foto: Prensa de Ciencia)

El plan de la cartera, iniciado a fines de 2008, apunta a fortalecer las capacidades científicas y tecnológicas del país, por medio del desarrollo de políticas de vinculación con investigadores argentinos residentes fuera del país.

En ese sentido, se alienta el retorno de aquellos interesados en desarrollar sus actividades en la Argentina, que ya rondan los 990 y hacia fines de este año llegarán al millar.

Los funcionarios del área señalan que los recursos humanos ocupan un lugar central para el desarrollo de las economías del conocimiento, y destacan que el Programa Raíces apunta a revertir la pérdida de talentos sufrida durante más de cuatro decenios.

«Todos estos repatriados tienen un lugar y contrato de trabajo a su vuelta al país», explicó Barañao en diálogo con la agencia Télam.

Esta modalidad, -agregó el ministro- «no deja librado al profesional», que anteriormente tenía que realizar la búsqueda de reinserción laboral por su cuenta.

Un tercio de los científicos y tecnólogos argentinos emigrantes (unos 4.800, según un relevamiento del Ministerio) se radicó en los Estados Unidos, 27% en países europeos y 21% en Brasil.

La política de repatriación contempló distintas políticas de retención, de promoción del retorno y vinculación de esos científicos e investigadores.

Barañao destacó que «a través de recursos humanos y del programa de radicación de investigadores, le damos a las instituciones la posibilidad de financiar el salario de los profesionales, hasta que tengan un contrato definitivo».

A la vez, resaltó el ministro, se desarrolla un amplio plan de adecuación de las condiciones edilicias de los centros.

El objetivo es «que las tareas experimentales se puedan desarrollar de forma tan productiva como en los países de residencia de estos profesionales».

Los científicos ya repatriados e insertados en áreas locales de investigación pertenecen a todas las áreas de estudio, y no se registran casos de regresos a sus anteriores centros.

«Graduar un profesional universitario -estimó Barañao- cuesta al exterior alrededor de 200 mil dólares, y si asumimos que nuestros graduados compiten efectivamente con los de cualquier universidad extranjera, su valor debe ser equivalente».

«Todo eso nos lleva a pensar que tenemos algunos cientos de millones de dólares en capital intelectual invertidos en el exterior», añadió el ministro.

En el Ministerio de Ciencia destacan que quienes decidieron volver al país lograron condiciones, tanto materiales como de posibilidades de desarrollo profesional, similares a las que tenían en el exterior.

Parte de esos resultados se debe al subprograma Raíces Productivo, que incluye un enlace con empresarios profesionales y tecnólogos argentinos en el exterior, para el desarrollo de oportunidades de cooperación científica, tecnológica y de negocios con alto valor agregado tecnológico.

Fuente: Argentina.Ar

http://www.prensa.argentina.ar/2013/08/05/42998-la-argentina-repatriara-al-cientifico-numero-mil.php

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La ciencia que vuelve a casa

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La ciencia que vuelve a casa

Posted on 26 julio 2009 by hj

Con becas, subsidios para la mudanza y equipos y convenios salariales, el Ministerio de Ciencia ya logró que vuelvan 614 profesionales. Además se fomentan los doctorados en áreas de interés estratégico.

Por Julián Bruschtein

La política de repatriación de científicos argentinos encarada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MCTeIP) avanza. “Este año tenemos aprobada la repatriación y relocalización de 321 investigadores”, señaló el presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, Armando Bertranou. Ya son 614 científicos que se reinstalaron en el país con la iniciativa, que además promueve la distribución regional de investigadores y el fomento con subsidios y becas para la formación de doctores, direccionado a jóvenes que estudien áreas tecnológicas estratégicas.

“El programa se desarrolla desde un trabajo interinstitucional, ya que interviene tanto la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica como el Conicet y la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación”, aseguró a Página/12 Bertranou, presidente de la ANPCyT, a cargo del Programa de Recursos Humanos (PRH). Así, el proyecto se vincula con cuarenta y seis instituciones públicas y privadas: treinta y cuatro universidades nacionales, cinco casas de altos estudios privadas, cinco organismo públicos de ciencia y tecnología y dos del ámbito privado son los beneficiarios del PRH. El programa Raíces (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior) fue fortalecido en 2003 por el área de Relaciones Internacionales del MinCyT. El desarrollo del trabajo a partir de allí finalizó en el impulso desde el Poder Ejecutivo a la conformación de una ley que regulara la iniciativa. En diciembre de 2008 la ley 26.421 (conocida como Ley Raíces) fue sancionada y se transformó en política de Estado.

Las líneas del proyecto que se vinculan fuertemente con las universidades se denominan Proyectos de Investigación y Desarrollo para la Radicación de Investigadores (Pidri) y Proyectos de Formación de Doctores en Areas Tecnológicas. El Pidri es el que está enfocado en la repatriación y relocalización de investigadores que son recibidos por las casas de estudios e instituciones dedicadas a la investigación científica.

“La idea es integral y por eso intentamos que se distribuyan por todo el país. Si bien en la región bonaerense se concentró el 44 por ciento de los repatriados y relocalizados, por ejemplo en el nordeste recibieron el seis por ciento, en el noroeste el ocho y en la región de Cuyo también el ocho por ciento”, señaló el presidente de la ANPCyT. En las universidades públicas se concentra el 84 por ciento de los investigadores beneficiados y en las privadas el tres.

Para el 2008 fueron aprobados 77 proyectos de las 46 instituciones, en su mayoría universidades nacionales, para los que se asignó un monto de 124.300.623 millones de pesos para su financiamiento. Así, este año habrá 321 investigadores repatriados y relocalizados y se formarán 505 doctores. El grueso de los investigadores repatriados se encontraba en países desarrollados en cuanto a ciencia y tecnología como Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Brasil, Inglaterra, México e Italia, entre otros. Y las áreas donde se destacan tanto repatriados como relocalizados y los becarios doctorales, son biología, tecnología, mecánica, medio ambiente, materiales, minería y recursos hídricos, sólo por mencionar algunos.

“La agencia otorga 45 mil pesos para gastos de radicación, compras de equipamiento y adecuación de infraestructura”, indicó Bertranou. Luego, el costo laboral es cubierto proporcionalmente: el primer año la ANPCyT aporta el ochenta por ciento y el veinte restante la institución que desarrolla el proyecto, y se va modificando gradualmente hasta que en el quinto año la totalidad del costo laboral queda a cargo de la entidad bajo la que se desenvolvió el investigador.

Una parte importante del programa se basa en “la identificación de los investigadores que tenemos afuera. A partir de allí los integramos a una base de datos que está en permanente actualización –explicó Bertranou– y así también se mantiene una relación con las personas que continúan en el exterior y que desarrollan investigaciones que puedan ser de interés para el país”. A través del subsidio César Milstein el ministerio promueve la vinculación de los científicos residentes en el exterior con el medio científico local. Se financian estadías cortas, de no menos de un mes y no más de cuatro meses, de investigación y transferencia de conocimiento.

http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-128774-2009-07-26.html

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Programa de repatriación de científicos : vuelven al INTA 10 investigadores

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Programa de repatriación de científicos : vuelven al INTA 10 investigadores

Posted on 25 junio 2009 by hj

Gracias a un programa de repatriación y relocalización de investigadores del Programa de Recursos Humanos de la Agencia Nacional de Promoción Científica, el INTA incorporará entre este mes y septiembre a diez investigadores que retornan al país después de haber emigrado al exterior. Otros siete cambiarán su lugar de residencia a centros del interior del país.

Vuelven al INTA 10 investigadores

Lucrecia Brutti, ingeniera agrónoma que regresó de Chile Foto:LA NACION / Mauro Alfieri

Los científicos repatriados vienen de Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Brasil, Reino Unido, Canadá, Chile, México, Suiza. Como la ingeniera agrónoma Lucrecia Brutti, recién llegada desde Santiago de Chile, donde pasó los últimos diez años trabajando en una empresa privada y como docente de la Universidad de Chile, para incorporarse al INTA Castelar.

«Antes de irme había trabajado como investigadora durante veinte años en el INTA, pero por razones personales tuve que emigrar -dice Brutti, nacida en Entre Ríos y graduada en la universidad nacional de esa ciudad-. Ahora presenté un proyecto y pude reincorporarme.»

En Chile, Brutti trabajaba en temas de compostaje y disposición final de residuos en una compañía que manejaba dos rellenos sanitarios cerrados y fiscalizaba otros dos. Actualmente investiga en el Instituto de Suelos del INTA «los balances de carbono y nitrógeno en suelos pampeanos ante el creciente proceso de agriculturización».

También en INTA Castelar fue incorporada María Victoria Altinier, repatriada desde Francia. El bioquímico Pablo Monetta, doctorado en Ciencias Químicas en la Universidad Nacional de Córdoba, fue relocalizado a San Juan a principios de marzo. Estudia los residuos generados por la producción de aceite de oliva para revalorizarlos.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1143168

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Volver a casa

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Volver a casa

Posted on 05 mayo 2009 by hj

Dieciséis científicos de las denominadas ciencias duras regresaron a la casa de altos estudios de la que habían egresado hace algunos años. Muchos de ellos formaron parte de aquella sangría denominada fuga de cerebros

Dieciséis científicos de las denominadas ciencias duras regresaron a la casa de altos estudios de la que habían egresado hace algunos años. Muchos de ellos formaron parte de aquella sangría denominada fuga de cerebros

En un contexto de crisis mundial y desánimo por momentos generalizados, la Universidad Nacional de La Plata tiene motivos para sentirse orgullosa. En los últimos meses, recuperó 16 investigadores que habían abandonado el país en los últimos años por diferentes motivos. Se trata de doctores en diversas disciplinas de las denominadas “ciencias duras” que ya están trabajando en laboratorios e institutos pertenecientes a las facultades de Ciencias Exactas, Veterinaria e Ingeniería de la UNLP.
Como se recordará, la denominada fuga de cerebros dominó la escena científica argentina desde mediados de la década del ‘60, se acentuó durante la década menemista y se profundizó con la crisis post De la Rúa. Miles de investigadores y científicos emigraron. Ahora la Argentina inició un plan de repatriación de talentos e incrementó su presupuesto destinado a ciencia y tecnología y la UNLP se sumó a ese programa. Desde hace varios años las autoridades de la secretaría de Ciencia y Técnica trabajan en contactar a científicos, averiguar la situación actual en el extranjero y abrir la posibilidad del retorno a su país.
Así, se logró “repatriar” a 16 doctores. Uno de los caminos que permiten este regreso es el Programa de Investigación y Desarrollo para la Radicación de Investigadores (Pidri), impulsado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) y la UNLP.
Los investigadores que deciden retornar reciben hasta $ 45 mil de subsidio para la relocalización y reinserción. Tienen la posibilidad de incorporarse al Conicet para que sus solicitudes sean evaluadas en cualquier momento del año y además, la agencia aporta un subsidio de hasta $ 210 mil para cada proyecto de investigación que el especialista esté dispuesto a desarrollar en nuestras universidades.
Experiencia de vida
Los planes apuntan a aquellos profesionales que tuvieron que partir del país a principios de la década. “El retorno de este recurso humano aporta investigación y docencia de primer nivel a la UNLP”, explicó el secretario de CyT de la UNLP, Eitel Peltzer y Blancá.
Francisco José Ibañez, doctor en Química, vivió 8 años en Estados Unidos, donde realizó un doctorado y un posdoctorado en Química, especializándose en Nanotecnología en la Universidad de Louisville del estado de Kentucky. Durante esos años su financiación económica fue una beca otorgada por esa universidad en retribución a la docencia que el Dr. Ibáñez ejerció en Louisville.
Desde su trabajo en esa universidad generó lazos con el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas de la UNLP (Inifta), actualmente trabaja ahí con Roberto Salvarezza en el área de Nanotecnología. “Tomé la decisión de volver por mi familia, porque en EEUU para lograr posicionarse en el área de la investigación científica hay que mudarse constantemente de ciudad y no quería eso para mis hijos”, según explicó Ibañez.
Otro científico que volvió a la UNLP es el doctor Santiago Grigera, un joven físico platense que pasó los últimos 10 años trabajando como investigador y docente de la Universidad de Saint Andrews, en Escocia. “Cuando decidí regresar al país sabía que, objetivamente, las posibilidades de crecer como científico eran menores, pero preferí contribuir a mi país que es donde creo que debo contribuir. Lo que siento es que, en términos absolutos, voy a hacer menos, pero relativamente, lo que haga en Argentina va a ser mucho más importante”, explicó Grigera.
Acerca de su experiencia en Escocia detalló que “como investigador y docente ganaba un poco más de 2 mil libras mensuales y pagaba mil de alquiler; me alcanzaba para vivir bien, pero tampoco es la panacea que algunos pueden imaginar”. También explicó que “si bien en el Reino Unido toda la gente es muy amable y educada -incluso con los extranjeros-, resulta muy difícil acostumbrarse a vivir lejos de los amigos y de la familia; de hecho, este es otro de los motivos que me empujaron a regresar al país”.

http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-25760-titulo-Volver_a_casa

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Repatriación de cerebros – Desde 2003 ya regresaron 600 científicos

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Repatriación de cerebros – Desde 2003 ya regresaron 600 científicos

Posted on 03 diciembre 2008 by hj

El Programa Raíces les ofreció un subsidio para volver al país


Adrián Turjanski, el científico número 600 repatriado por el Programa Raíces Foto: Mariana Araujo
Nora Bär
LA NACION

Como muchos investigadores argentinos después de hacer un doctorado y un posdoctorado en el país, Adrián Turjanski decidió irse a completar su formación en el exterior. Pidió una beca Pew y en 2005 estaba en Washington trabajando en los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos.
Pero hoy está de regreso en Buenos Aires, ya como investigador del Conicet y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
Turjanski, especialista en simulación computacional de sistemas biológicos, es el «repatriado» número 600 del Programa Raíces, una red de vinculación de científicos argentinos residentes en el exterior lanzada en 2003 por la Dirección de Relaciones Internacionales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (en ese momento, secretaría). El programa ofrece un «subsidio de retorno» que cubre el pasaje de regreso y un monto de 5000 pesos, que puede ser utilizado para compra de equipamiento, gastos de mudanza u otro pasaje, a científicos argentinos que tengan una oferta de trabajo en el país. En caso de que el investigador no tenga una oferta laboral, se le ofrece la difusión de su currículum en una base de datos de 3500 empresas, institutos y universidades. Esta tarde se anuncia la promulgación de la ley que lo convierte en política de Estado.
Algunos regresaron después de dos años, el tiempo que habitualmente exige un posdoctorado en el exterior. Otros, luego de veinte. Hay quienes reconocen que lo hicieron para restablecer vínculos familiares dañados por la distancia. Otros, porque quieren defender la universidad pública, o sienten el compromiso de contribuir al desarrollo científico local y a la construcción de una sociedad, la propia, más justa. Para algunos, el choque con la realidad local fue más duro que para otros.
«De alguna manera, me fui con la idea de volver, pero, lógicamente, varias veces dudamos sobre qué hacer -confiesa Turjanski, que se trasladó a los Estados Unidos con su mujer, odontóloga, y su hijo Matías, de un año-. Uno siempre tiene sentimientos ambiguos. No es fácil encontrar un espacio. Todavía no tengo mi propia casa… Pero de a poquito voy teniendo estudiantes, voy armando mis propios cursos. Hay que tener paciencia. Estoy contento.»
Las áreas de estudio de estos investigadores van desde la tecnología de alimentos (como Ariel Vicente, que volvió a trabajar en la Universidad de La Plata), hasta la genética de la diabetes (tema de Mariano Taverna, que se incorporó en el Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral Profesor Ricardo Margni, del Conicet y la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA), las neurociencias (especialidad de Paula Faillace, que utiliza la retina del pez cebra como modelo para estudiar mecanismos de crecimiento, diferenciación y regeneración de neuronas en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA), o los orígenes del terrorismo de Estado (tema de tesis de Mario Ranaletti, que volvió después de haber pasado seis años en Francia para reinsertarse en la maestría de historia de la Universidad Nacional Tres de Febrero).
El balance que hacen los científicos de la experiencia en el extranjero, es, en general, excelente.
Para Héctor Miguens, especialista en derecho concursal que pasó no uno, sino tres períodos diferentes en el exterior, lo mejor fue «haber podido palpar una forma de trabajar con rigor, con un adecuado manejo de fuentes de investigación y ejemplos de creatividad que, en nuestro país, son difíciles de encontrar».
Turjanski opina que la oportunidad de trabajar en un país desarrollado es más que interesante, «sobre todo por el acceso a los colegas en un medio de gran concentración de científicos de alto nivel».
Para el matemático Ignacio Viglizzio, que junto con su esposa, Ana Maguitman, licenciada en ciencias de la computación, volvió de la Universidad de Indiana a la de Bahía Blanca, fue totalmente positivo, «tanto en el aspecto académico como en el personal». Explica: «Pude conocer diferentes culturas y ser más consciente de los prejuicios que existen aquí».
Adolfo Villanueva, doctor en ingeniería y especialista en recursos hídricos que vivió 20 años en Brasil antes de regresar al Instituto de Hidrología de Llanuras de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, coincide: «Fue muy bueno. Técnicamente, el [Instituto de Investigaciones Hidráulicas, de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul] es excelente. Además, pude recorrer el mundo e independizarme de la influencia de España».
Sin embargo, las opiniones sobre el rumbo de la ciencia local son divergentes. Villanueva, por ejemplo, considera que «falta visión estratégica acerca del papel que cumple la ciencia y la tecnología en el desarrollo del país». «Consciente o inconscientemente, todo se centra en grandes descubrimientos, en patentes revolucionarias -afirma-. Ese es el lado chic de la investigación, pero no el más importante. Brasil no tiene ningún premio Nobel, tiene menor índice de publicaciones que nosotros, pero su sistema científico es muy superior al nuestro e incorpora mucha más tecnología de punta en su sistema productivo.»
Turjanski siente que «la situación para los científicos mejoró muchísimo y hay expectativas de que seguiremos avanzando».
Ranaletti piensa que «las perspectivas son alentadoras».
El físico Diego Arbó, que volvió para trabajar en el Grupo de Colisiones Atómicas del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, del Conicet, dice que espera que «en el futuro haya subsidios más significativos, se simplifique la burocracia, y haya concursos limpios».
Federico Balaguer, ingeniero en software que retornó desde la universidad norteamericana de Urbana-Champaign, dice estar contento, aunque agrega que «la falta de previsibilidad es algo que mina muchos esfuerzos».
Vicente afirma que en el fondo todavía mantiene «el idealismo de creer que en nuestro país se puede hacer ciencia de buen nivel». Y agrega: «Veo que la situación ha mejorado. Pero hay que aumentar el apoyo a la ciencia como motor de cambio. Si bien el presupuesto creció, es fundamental que las políticas se sostengan y que aumente la vinculación entre grupos de investigación del país y del exterior, con el sector privado y con toda la sociedad».
Faillace, por su parte, explica: «Creo que mis aportes al sistema cientifico pueden ser mucho más valiosos aquí que en los Estados Unidos. A veces pienso que la emoción que siento cuando a este país le pasa algo bueno o se atisba un cambio de mentalidad, también tuvo su peso en mi decisión de volver. Muchos de los miedos de no saber si iba a poder sobrevivir económicamente haciendo ciencia ya no están. Estoy contenta.»

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1076417

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