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Tronador: cómo se construye el lanzador argentino

Posted on 16 febrero 2015 by hj

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Marcos Actis decidió ser ingeniero espacial hace 40 años, cuando estaba terminando la primaria y vivía en Arroyo Dulce, un pueblo de la provincia de Buenos Aires de apenas 3000 habitantes.

«Era un fanático de Viaje a las Estrellas y soñaba con irme a trabajar a los Estados Unidos -confiesa mientras camina por el patio de la facultad donde hizo colocar una maqueta del Pulqui, el avión a reacción diseñado y construido en el país a mediados del siglo XX, el primero en su tipo en fabricarse en América latina y el noveno en el mundo-. Me acuerdo cuando vimos el alunizaje con mi padre. Él había dejado la escuela en 6° grado, era molinero y trabajaba en el campo. Un día le dije que me iba a estudiar a La Plata. Me decidí por la ingeniería aeronáutica porque era la que más se acercaba a la ingeniería espacial. Y acá estoy, viviendo un sueño hecho realidad.»

Un cohete como el Tronador, diseñado para inyectar satélites de unos 250 kg en órbitas de baja altura, a alrededor de 700 km de la superficie terrestre, puede tener más de 3000 piezas
Hoy es el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata y dirige un equipo de 150 investigadores, docentes, becarios y técnicos que tiene a su cargo la fabricación de seis vehículos experimentales y del Tronador II, el primer lanzador espacial para colocar satélites en órbita que desarrolla íntegramente un país latinoamericano.

No están solos. El ambicioso proyecto liderado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales agrupa a más de 600 profesionales, contando los 250 que trabajan en la compañía VENG SA, contratista principal, y otros dos centenares en numerosos institutos de investigación del Conicet, como el Centro de Investigaciones Ópticas, el Instituto Argentino de Radioastronomía, las universidades de Buenos Aires, Tecnológica Nacional, la de Córdoba y la de Mar del Plata, el Instituto Universitario Aeronáutico, la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Servicio Meteorológico Nacional, el Instituto Balseiro, Invap, Y-TEC (centro de desarrollo de tecnología de YPF) y la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui). También participan pymes encargadas de desarrollar algunas partes específicas.

Como ingeniero, Actis es un veterano en materia espacial. Él y colegas de la UNLP trabajan en proyectos de la Conae desde la época del SAC-B, el satélite argentino de observación astronómica que se lanzó en 1996.

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Ingeniero Marcos Actis. «La navegación anda bien, los motores funcionan; ahora es tiempo de construcción.». Foto: Patricio Pidal / AFV
«Participamos en toda la serie SAC -subraya-. De los cinco instrumentos argentinos del SAC-D, cuatro se construyeron en la facultad. Y dos de los más importantes, el radiómetro y la cámara infrarroja, se hicieron en el Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA, de la UNLP). Ahora estamos haciendo allí el centro tecnológico aplicado aeroespacial, que ya fue aprobado por la universidad.»

Un cohete como el Tronador, diseñado para inyectar satélites de unos 250 kg en órbitas de baja altura, a alrededor de 700 km de la superficie terrestre, puede tener más de 3000 piezas. En este caso, la idea fue que, salvo excepciones, estuviera íntegramente diseñado y producido en el país. Un desafío mayor si se tiene en cuenta que exige desarrollar materiales delgados, soldaduras de alta calidad e instrumental liviano, todo prácticamente sin disponer de información técnica.

«Muchos creen que la «receta» para hacer un lanzador se baja de Internet y listo -sonríe Actis-, que es fácil encontrarla en papers o trabajos científicos, pero éstos sólo ofrecen información analítica, teórica, no procesos de construcción.»

La empresa VENG SA, de Falda del Carmen, Córdoba, está encargada del diseño de los motores de 4000 kg de empuje y el sistema de propulsión
El Tronador está pensado como un vehículo de navegación autónoma, es decir que una vez programado busca su órbita, algo que nunca se había hecho en el país.

Tendrá dos «etapas». La primera es la que lo impulsa algo más de los primeros dos minutos de vuelo hasta que logra vencer la fuerza de gravedad. Ésta llega hasta los 100 km de altura, se desprende y cae al océano. Para eso se emplea el 90% del combustible. Con el 10% restante, la segunda etapa sigue hasta inyectar el satélite en la órbita predeterminada.

«Por ser un vehículo de combustible líquido (a diferencia de un misil, que usa combustible sólido), despega a muy baja velocidad -explica Actis-. Un misil sale a una aceleración de 7 u 8G [1G es la aceleración que produciría la gravedad en un objeto cualquiera en condiciones ideales] y éste despega a 1,4 G y se va acelerando: de 800 km/h pasa a 1000, 2000, 3000, 4000. A medida que se va consumiendo el líquido y se aliviana, aumenta la velocidad.»

Completo, el Tronador pesará alrededor de 70.000 kilos, de los cuales 63.000 corresponderán al combustible. El vehículo en sí, que medirá algo más de 30 metros de altura por dos metros y medio de diámetro, sólo pesará 7000 kilos.

La empresa VENG SA, de Falda del Carmen, Córdoba, está encargada del diseño de los motores de 4000 kg de empuje y el sistema de propulsión.

«El Tronador II se diseñó para inyectar con alta precisión en órbitas polares cargas útiles livianas para observación de la Tierra. Todos sus motores son de desarrollo local y funcionan con combustibles y oxidantes líquidos en sus dos etapas, también desarrollados localmente -explica el ingeniero Pablo Servidia, responsable del Sistema de Navegación, Guiado y Control, e investigador principal del área de Acceso al Espacio de la Conae-. Los motores con propelentes líquidos se destacan por su alta energía específica, su escalabilidad, la posibilidad de regular fácilmente el tiempo de quemado y, en consecuencia, por lograr la precisión de posicionamiento requerida. Además, para mejorar la confiabilidad de la fase final del vuelo, el motor que se desarrolló para la última etapa utiliza propelentes hipergólicos, es decir que se encienden al simple contacto.»

Según explica Servidia, el motor de la primera etapa ya se probó en 2014 y, junto con el de la última etapa, que impulsa la parte superior, se ensayará este año en los vehículos experimentales VEx5. Durante las pruebas tratarán de ajustar el encendido en condiciones de ingravidez y vacío, que son difíciles de replicar en tierra.

Los científicos y tecnólogos que trabajan en el programa Tronador esperan que este esfuerzo también ofrezca beneficios en áreas más terrenales
Este combustible que utilizará el Tronador está en manos de un equipo de Y-TEC. «Es de un tipo que sólo producen tres países: Estados Unidos, China y Rusia», describe Gustavo Bianchi, doctor en Ciencia de los Materiales de la Universidad de Mar del Plata, ex investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica y hoy director del centro de desarrollo tecnológico de YPF.

Se trata de un tipo de kerosene al que se aplica un proceso especial cuyos detalles no se pueden comentar por ser secreto industrial. «Lo desarrollamos nosotros desde cero -asegura Bianchi-. Ya estamos comenzando a construir una planta para producirlo exclusivamente para la Conae.» Debido al interés que despiertan estos desarrollos, tanto los investigadores de la UNLP como de grupos que desarrollaron el GPS y otros dispositivos del vehículo, así como empresas privadas que trabajaron sobre las baterías de litio, deben respetar una cláusula de confidencialidad, y no pueden compartir sus hallazgos ni publicarlos en congresos ni revistas científicas.

Es sabido que la exploración espacial dejó como subproducto un sinnúmero de nuevas tecnologías. Es el caso del GPS, el código de barras, los detectores de humo, la pintura anticorrosión, los pañales desechables, nuevos metales aislantes, el Kevlar, el cierre velcro, el termómetro digital, el tubo para la pasta de dientes, los alimentos deshidratados y el microondas.

Los científicos y tecnólogos que trabajan en el programa Tronador esperan que este esfuerzo también ofrezca beneficios en áreas más terrenales. Un ejemplo son los aluminios de alta calidad que se están desarrollando en la UNLP.

«La Argentina exporta aluminio, pero de bajo precio -explica Actis-. El barato se exporta y después compramos aluminio caro. Nuestro aluminio vale unos 2000 dólares la tonelada, pero el que importamos, unos 20.000. Y el espacial, que es el que estamos haciendo en la facultad, alrededor de 200.000. El dato importante es que este último se usa para vehículos espaciales, pero también sirve para la industria automotriz. Es una tecnología de gran valor agregado. Lo mismo ocurre con los sistemas de navegación.»

El sensor se compone esencialmente de un metal con un grabado particular que se llama «red de Bragg»
En el Centro de Investigaciones Ópticas del Conicet, Ricardo Duchowicz y Gustavo Torchia lideran dos de los grupos que, junto con el de Mario Garavaglia, desarrollan desde hace más de una década los giróscopos que estarán encargados de monitorear el vuelo del lanzador y sensores que permiten controlar su salud estructural. Los tres grupos están vinculados desde 2009.

«Nuestros giróscopos demostraron una calidad incluso superior a algunos de los modelos comerciales -comenta Duchowicz-. Ya estamos en una etapa madura y la idea es que los dispositivos que diseñamos para el Tronador u otros similares también se puedan vender.»

El giróscopo es un sistema interferométrico que detecta una señal cuya frecuencia se corre si uno rota el dispositivo. Mediante el control de una tensión que compensa ese corrimiento se puede determinar el grado de giro que está realizando. Tiene tal precisión que si se lo colocara sobre la mesa frente a la que estamos sentados podría registrar la rotación de la Tierra.

«El que desarrollamos hasta ahora -explica Duchowicz- tiene 500 metros de fibra óptica y un solo eje. En los próximos dos años pensamos compendiarlo en un sistema de tres ejes, lo que permitiría medir cualquier tipo de movimiento, algo fundamental para mantener la estabilidad de un lanzador o de un satélite.»

Otros dos equipos están desarrollando sensores de fibras ópticas que permiten controlar temperatura y deformación. «Con estos dispositivos hacemos análisis de la salud estructural del vehículo -dice Gustavo Torchia-. En el espacio, las variaciones de temperatura pueden llegar a los 150 grados, según si el aparato está en la cara iluminada u oscura del planeta. Los sensores están preparados para monitorear desde -10 hasta 150 grados, y es posible desarrollar dispositivos que lleguen a 500 y hasta 1500 grados. Como la fibra óptica es un elemento pasivo, se utiliza una consola con la electrónica y un emisor que ilumina en una banda ancha los distintos tipos de sensores, colocados a lo largo del lanzador. Si algo se calienta o varía su temperatura, se desplaza a mayor longitud de onda. Es decir, lo que medimos son variaciones de la longitud de onda, solamente importan los corrimientos. Ocurre lo mismo si el material se deforma o se estira.»

El sensor se compone esencialmente de un metal con un grabado particular que se llama «red de Bragg», para lo cual los científicos desarrollaron una planta de grabado de redes en el propio CIOP.

Se prevé que este año se realicen pruebas con el vehículo experimental VEx5, que ya tiene dos etapas
«En el mercado, grabar cada una de esas redes cuesta 200 dólares -detalla Torchia-. Así, como los testeos tienen que ser destructivos, porque hay que probar cuánto es lo máximo que toleran, podemos disponer de las nuestras sin necesidad de comprarlas.» Y más adelante agrega: «La consola se coloca en la parte del vehículo que está refrigerada o con temperatura controlada; en cambio, la línea de sensores puede llegar hasta donde se quiera. Dentro de una fibra se pueden colocar 20 sensores a la vez, que monitorean distintos puntos del sistema. Entonces con un mismo aparato se controlan varios simultáneamente. Después, mediante la telemetría, se conocen perfectamente desde tierra, en tiempo real, la temperatura y la deformación».

Hasta ahora, el lanzador fue sometido a dos pruebas, ambas con la primera etapa, desde la localidad de Pipinas. En la primera, realizada en febrero de 2014, sólo se elevó un par de metros, en lo que se interpretó como un rotundo fracaso. Sin embargo, Actis aclara que para los ingenieros el balance fue ampliamente positivo.

«Hay que tener en cuenta que el vehículo se carga y se activa automáticamente, a distancia. El módulo se elevó apenas dos metros y medio porque falló un enganche, que es algo externo -dice-. Toda la ingeniería y el encendido del vehículo anduvieron bárbaro. Eso permitió hacer las correcciones y ya en el segundo intento sabíamos que todo lo demás andaba bien y lo único que tenía que hacer era desengancharse. Se aprende más de las fallas que de los éxitos. Como decía Wernher von Braun: «Los resultados de una prueba valen por mil opiniones expertas».»

El 14 de agosto del año pasado se realizó otra prueba con resultados ampliamente satisfactorios: «Ascendió hasta 3000 metros de altura; la idea era que llevara poco combustible porque teníamos un radio de acción muy chiquito: estábamos limitados por los ocho km de exclusión que se establecen para prevenir accidentes si algo no funciona -cuenta Actis-. Probamos el sistema de navegación y fue un éxito. Ahora estamos ensayando la segunda etapa, donde viajan todos los sistemas de control para buscar la órbita exacta donde se inyecta el satélite.»


Fuente : Emilenon

Además de promover el desarrollo de nuevas tecnologías que actualmente no se producen en el país, el proyecto también estimula la formación de recursos humanos. «Enviamos docentes y estudiantes a capacitarse afuera -cuenta Actis-: algunos viajaron gracias al plan Becar, otros, a hacer másteres y doctorados en ingeniería aeroespacial… Para medir el impacto que tiene este proyecto, baste con mencionar que la carrera de Ingeniería Aeronáutica solía tener 70 inscriptos y este año tuvo 140.»

Se prevé que este año se realicen pruebas con el vehículo experimental VEx5, que ya tiene dos etapas. Según detalla Servidia, esto «implica la evaluación progresiva de una serie de objetivos, como separación de etapas, vuelo controlado, encendido e impulso del motor de la última etapa y del mecanismo de apertura de cofia [donde va alojado el satélite]. Las pruebas se realizarán desde el área cercana a la localidad de Pipinas, al norte de la bahía de Samborombón».

Marcos Actis.

El decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata dirige uno de los grupos que, liderados por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, trabajan en el diseño y la construcción de un lanzador satelital autónomo desarrollado íntegramente con tecnología local. Para este año estarían previstos dos o tres lanzamientos más del vehículo experimental, VEx5

Fuente: La Nacion

http://www.lanacion.com.ar/1768806-tronador-como-se-construye-el-lanzador-argentino

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Argentina avanza con el lanzador de satélites

Posted on 11 noviembre 2014 by hj

El más ambicioso de los proyectos espaciales que lleva adelante Argentina, el del Tronador II encierra el sueño de convertirse en el primer país de América Latina y uno de los pocos del mundo en contar con medios propios para poner en órbita sus satélites.

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El 15 de agosto las 19.25 se realizó con éxito en Pipinas, provincia de Buenos Aires, un nuevo ensayo de las pruebas del futuro cohete lanzador de satélites cien por ciento argentino denominado Tronador II. Este ensayo consistió en el lanzamiento del Vehículo Experimental – VEX 1 B, prototipo del Tronador II, que concretó la trayectoria programada volando durante 27 segundos y llegando a una altura máxima de 2.200 metros.


Fuente: ARA202

Argentina se convirtió en pionera en Sudamérica en desarrollo espacial y tecnológico, contando con un Plan Espacial sin precedentes en la historia nacional. El plan es ejecutado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), institución dependiente del Ministerio de Planificación Federal, y comprende, entre otras cuestiones, el diseño y ejecución de plataformas de lanzamiento, lanzadores satelitales –cohetes– y satélites de observación de la tierra con inversiones hasta 2015 por 6.500 millones de pesos, de las cuales ya se han ejecutado un 60%.

En el marco del Plan Espacial se gesta el proyecto Tronador II que consiste, fundamentalmente, en la creación de un cohete o lanzador satelital que servirá para transportar satélites con un peso de hasta 250 kilogramos y ponerlos en órbita. El proyecto es mucho más que la creación de dicho cohete transportador, es también la construcción de toda la infraestructura necesaria para ejecutar el lanzamiento de satélites cuyo objetivo sea obtener información de los suelos y del océano argentino para los distintos actores del proceso productivo de nuestro país.

Ensayos previos con “Vex”

Debido a la complejidad de todos los componentes que conforman el vehículo lanzador y su segmento de terreno asociado, se requiere practicar varios lanzamientos de vehículos experimentales llamados Vex, que son prototipos de lo que será el Tronador II. En este sentido, en marzo de 2014, se realizó desde el área de Punta Indio, la primera prueba de un vehículo Vex 1, denominado Vex 1A, utilizando hidracina como combustible y tetróxido de nitrógeno/ácido nítrico como oxidante, para probar en vuelo el sistema de navegación, guiado y control en un lanzamiento vertical, desde una plataforma de lanzamiento.

La prueba del Vex 1A fue exitosa en un 40% ya que no pudo completar su misión por las interferencias entre los desvíos propios de la condición inicial y la cinemática propia del vehículo con la plataforma de lanzamiento. Esta situación, común durante la etapa de pruebas, permitió incorporar las modificaciones necesarias para una segunda prueba, la cual abarca desde la incorporación de sensores absolutos para medir el ángulo en todo momento hasta la reubicación de la estación meteorológica para una altura más representativa.

Estos cambios permitieron llevar a cabo una nueva prueba experimental, Vex 1B, la cual fue exitosa en un 100%, permitiendo comprobar el sistema de propulsión, de navegación, guiado y control, totalmente desarrollados en el país.

De esta manera, el cohete Vex 1B fue el segundo de una serie de 3 a 6 cohetes experimentales a lanzar como prototipos para perfeccionar el Lanzador Satelital Tronador II. El Vex 1B tiene 14,5 metros de largo, equivalente a un edificio de 5 pisos, y un peso aproximado de 2,8 toneladas. Además puede alcanzar una velocidad máxima de 828 km/h, y junto al dispositivo Vex 1A, representaron una inversión de 54 millones de pesos.

La próxima etapa dentro de este programa, será el lanzamiento de cohetes Vex 5 que buscan demostrar el vuelo de un motor de primera etapa y un motor de última etapa del Tronador II, así como también ensayos del sistema de separación entre etapas y apertura de la Cofía. Este último se refiere a la apertura de la punta del cohete para la expulsión del satélite.

La ex fábrica Corcemar en Pipinas

Todos los ensayos se están haciendo desde la localidad de Pipinas. Asimismo, se planea utilizar las instalaciones de la ex fábrica de cementos Corcemar, que fue todo un símbolo en el desarrollo de Pipinas y principal motor económico durante más de medio siglo y que luego lo dejó sumido en la incertidumbre más absoluta al cerrar sus puertas en 2001 en medio de la crisis que vivía por entonces el país.

El sitio de la ex fábrica será utilizado como base de control de las pruebas de lanzamiento de los vehículos VEX y, además, se instalará un lugar de manufacturas de los elementos de los VEX y el Tronador donde se realizarán ensayos y pruebas sobre los vehículos completos. El mismo puede albergar a los grupos de trabajo de la CONAE y de la Universidad Nacional de la Plata, y de otros centros de investigación del país.

Tener este sitio en forma permanente para el proyecto Tronador II permitirá ir recuperándolo gradualmente y resguardar todo lo que se haga en él, para este u otros proyectos que pueda llevar a cabo la CONAE junto al Ministerio de Planificación Federal.

El lanzador satelital Tronador II podrá colocar en órbita satélites de hasta 250 kilogramos, y lo hará desde Puerto Belgrano, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde ya se está construyendo la Plataforma de Lanzamiento para este vehículo que será significativamente más grande que los cohetes exprimentales El proyecto Tronador II permitirá a la Argentina ser el único país en el hemisferio sur capaz de realizar un ciclo espacial completo, lo que implica no sólo el diseño y fabricación de satélites, sino también ensayos y lanzamientos de los mismos.

Sin embargo, es importante aclarar que dicho ciclo abarca el transporte de satélites cuyo fin es la observación de la Tierra. Así, los satélites de telecomunicaciones, como el satélite argentino ARSAT-1, que ya fue trasladado para ser lanzado desde la Guayana Francesa y ofrecerá un amplio rango de servicios de telecomunicaciones, por el momento, continuarán utilizando plataformas extranjeras.

El desarrollo del Tronador II, el más ambicioso de los proyectos espaciales que lleva adelante Argentina, representa la posibilidad de desarrollar tecnología de punta con valor estratégico para nuestro país. Asimismo, permitirá al país ahorrarse 600 millones de dólares que costaría, por ejemplo, alquilar un lanzador a Estados Unidos cada vez que se quisiera poner en órbita un satélite de observación.

Este avance insertará al país dentro del grupo de 11 países del mundo que cuentan con la tecnología apropiada para transportar satélites. Los mismos serán sumamente útiles para brindar información precisa compilada a través de la observación directa de la Tierra, para diferentes áreas como la agricultura, la pesca, hidrología, gestión de emergencias, planificación territorial y salud, entre otras.

Esto refleja el avance en el camino hacia un desarrollo tecnológico, enfocado en la recuperación de las capacidades nacionales en sectores estratégicos para el país, como el aeroespacial, mediante los Planes Satelitales y Espaciales impulsadas por el ex presidente Néstor Kirchner y continuadas por la presidenta Cristina Fernández.

En este sentido han trabajado la CONAE y la empresa estatal ARSAT, creada en 2006, ambas dependientes del Ministerio de Planificación Federal, y se destaca no sólo la creación de un lanzador propio, sino además la construcción del primer satélite argentino de telecomunicaciones ARSAT 1, que será puesto en órbita en octubre.

Fuente : Diario BAE

http://www.diariobae.com/notas/30655-argentina-avanza-con-el-lanzador-de-satelites.html

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Pipinas: el pueblo olvidado que sueña ser una «ciudad espacial»

Posted on 24 marzo 2014 by hj

Queda a 90 kilómetros de La Plata y hoy tiene apenas 957 habitantes; todos hablan de las mejoras y el crecimiento que promete el desarrollo del nuevo programa espacial argentino

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Por Laura Rocha | LA NACION

Pipinas luce diferente. El pueblo que había quedado olvidado y abandonado hace años, cuando cerró la cementera que le dio origen, empezó a revivir hace poco más de un año con la instalación del proyecto más ambicioso del país en materia espacial: el Tronador II, un lanzador de satélites, el primero de América latina

El cohete , que hoy descansa en el hangar 7 de la base aeronaval de Punta Indio, es el tema obligado de conversación de los 957 pobladores que están sensibilizados por las noticias del despegue fallidodel 26 de febrero pasado.

«Mi vida no cambió por el cohete, pero a Pipinas la ayudó mucho. Nosotros seguimos haciendo una vida normal, pero ahora se recuperó el polideportivo, el hotel tiene las habitaciones ocupadas y ya adoptamos a los científicos que vienen al pueblo», contó Romina Peralta, una maestra de 30 años que hace de guía a LA NACION.

«Además, el lugar donde se lanza después va a quedar para el pueblo. Hicieron una inversión enorme», agregó, mientras indica que a pocas cuadras de su casa están las oficinas que la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) levantó en Pipinas o «Pipinas Space Center», como figuraba en el cartel del centro de comando el día del lanzamiento.

Pero la elección del lugar no es casual. Según Juan D’Amico, concejal opositor, la razón es que el titular de la Sindicatura General de la Nación, Jorge Reposo, es de Verónica [una localidad vecina] y consiguió traerlo. «No se puede entender por qué el día del lanzamiento fallido no invitaron a ningún concejal de la oposición, pero Reposo estaba ahí al lado de Julio De Vido [ministro de Planificación Federal].»

Hernán Y. Zurieta es el intendente kirchnerista de Punta Indio. Según él, el proyecto Tronador II se instaló allí luego del ofrecimiento de los hangares de Punta Indio para armar el cohete que lanzará pequeños satélites.

«Primero sólo se iba a armar el vector [cohete]. Después surge la posibilidad de hacer las pruebas de los motores», explicó a LA NACION en su despacho de la ciudad de Verónica.

«El impacto social es muy importante. Somos los responsables de lo que pasa, pero también de lo que pasó. Se fue el tren, se fue la fábrica y se fue el Estado, y nadie salió a proteger al pueblo. Ahora los diputados piden informes, pero antes nadie se acordó de Pipinas», agregó.
A unas seis cuadras de la plaza principal, además de las oficinas, están los contenedores que funcionaron como lugar de comando remoto del cohete Vex 1A, que en su primera prueba apenas despegó del suelo.

En el mismo lugar y como una muestra tangible de la reanimación de Pipinas, hay un predio recuperado del camping y una piscina para todo el pueblo.

Peralta evita hablar de política y de las observaciones que se le hacen al proyecto como, por ejemplo, el combustible potencialmente contaminante que utiliza. «Puede ser que tenga un mínimo de riesgo, pero yo trabajo de museóloga en el Centro Astronómico de La Plata y veo el interés y la pasión con la que trabajan los científicos. Acá antes había una chimenea que emitía un humo blanco que nadie controlaba. No creo que sea más peligroso que eso», indicó Peralta.
Cruzando un espacio verde con juegos para chicos, el hotel, ese que nació y murió con la cementera que llegó en los años 30, hasta que una cooperativa empezó a recuperarlo.

«Decidimos apostar al largo plazo y este proyecto ayudó muchísimo a la recuperación», sostuvo Breyner Torres, uno de los miembros de la cooperativa y encargado del Hotel Cooperativa Pipinas Viva, que cuenta con 15 habitaciones disponibles.

Esos cuartos son los que se han transformado casi en viviendas del personal de Conae que trabaja en el vector que lanzará satélites. Este pueblo es el lugar elegido para hacer los ensayos antes del lanzamiento, que sería a fines del año próximo, en Punta Alta, cerca de Bahía Blanca.

Pero en este pequeño pueblo, a 90 kilómetros de La Plata, aún le faltan varias emociones por vivir. Es que todavía restan por lo menos seis ensayos en la plataforma de despegue que se construyó en un espacio conocido como La Capetina, que era un cangrejal en medio de dos campos privados. A decir verdad fue el segundo lugar elegido, ya que el primer espacio quedó descartado porque era un área de práctica de tiro y se hallaron misiles de prueba de las Fuerzas Armadas.

Para D’Amico, no todo es transparente: «Lo que yo observo del proyecto es la falta de seriedad institucional con el que se planteó. Al Concejo Deliberante sólo llegó el permiso para la cesión de tierras. No se conoce cuál fue la inversión, cómo se hizo, quién la controla. Y hay prioridades. Estas localidades tienen muchas necesidades».

El pueblo mantiene sus costumbres. Duermen la siesta con las puertas abiertas y se conocen todos. Incluso a los dirigentes políticos les cuesta hablar mal de su contrincante. Pero, claramente, hoy el Tronador II es un tema sensible.

Fuente: La Nación

http://www.lanacion.com.ar/1674650-pipinas-el-pueblo-olvidado-que-suena-ser-una-ciudad-espacial

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El cohete argentino Tronador II realizará pruebas de control a finales de año

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El cohete argentino Tronador II realizará pruebas de control a finales de año

Posted on 20 febrero 2013 by hj

(Infodefensa.com) Buenos Aires – El ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido -de quien depende la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM)-, aseguró que a finales del presente año se realizará una prueba de los sistemas de control del cohete/lanzador de fabricación nacional Tronador II, previéndose su entrada en operaciones a partir del año 2015.


Fuente: wikimedia

Dicha afirmación se llevó a cabo en el marco de un cruce informativo donde el ministro negó lo indicado en un artículo publicado por el diario bonaerense La Nación en el que se afirma que el gobierno argentino firmó un acuerdo para producir misiles con los gobiernos de Venezuela e Irán.

Según el ministro De Vido, los acuerdos suscritos entre la DGFM y el gobierno de Venezuela, contemplan la construcción de una planta de tratamiento y recuperación de proyectiles vencidos y otra de nitrato de amonio, que es un fertilizante e insumo de la industria minera, en el marco de las políticas de cooperación y complementación que se llevan a cabo entre los dos países sudamericanos.

Fuente: InfoDefensa

http://www.infodefensa.com/?noticia=el-cohete-argentino-tronador-ii-realizara-pruebas-de-control-a-finales-de-ano&categoria=&pais=Argentina

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Argentina podrá lanzar varios satélites al año desde Buenos Aires a partir de 2015‏

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Argentina podrá lanzar varios satélites al año desde Buenos Aires a partir de 2015‏

Posted on 18 julio 2012 by hj

Enviará instrumentos de investigación al espacio en menor tiempo que cualquier otro país del mundo. Serán satélites de estructura segmentada, puestos en órbita con lanzadores de extrema precisión y hechos en el país. El proyecto de la CONAE permitirá dar respuesta inmediata a investigaciones de interés socioeconómico.

 


Foto: desarrolloydefensa.blogspot.com

Emanuel Pujol (Agencia CTyS) – Actualmente, en todo el mundo, desarrollar un satélite y ponerlo en órbita conlleva un proceso de seis años como mínimo. Sin embargo, Argentina estará en condiciones de enviar instrumentos al espacio instrumentos de observación de la Tierra en pocos meses, para atender a situaciones imprevistas, como una catástrofe natural o generada por el hombre, o que permitan potenciar la productividad.

La base de lanzamiento se construirá en Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca, y los lanzadores contarán con una gran precisión para ubicar a los instrumentos de investigación en sus respectivas órbitas.

Una réplica de estos lanzadores, que tendrán 33 metros de altura, está erguida en Técnopolis, haciendo las veces de obelisco de esta “ciudad” destinada a la ciencia y que reabrió sus puertas este invierno.

Los satélites actuales tienen varios instrumentos dentro de sí, por lo que se demora mucho tiempo en desarrollarlos y tenerlos en el espacio brindando información. Por ello, el proyecto de la CONAE es crear pequeños satélites y que trabajen en conjunto pese a estar separados unos de otros.

Este plan está avanzado y se calcula que, hacia fines de 2015, se estaría realizando el primer lanzamiento, y que en un futuro la Argentina podrá realizar diez puestas en órbita al año si fuera necesario.

El físico Alberto Ridner, gerente de gestión tecnológica de la CONAE y a cargo del proyecto del desarrollo de satélites de estructura segmentada, comentó a la Agencia CTyS que la información espacial es muy valiosa, pero, en todo el mundo, recién está disponible mucho tiempo después de que surge un problema o una situación que se necesita estudiar.

“Supongamos que brota una plaga que afecta las exportaciones de trigo y tenemos una cámara que nos permitiría detectar dónde se originó y proceder a las acciones de fumigación o de control, pero debemos esperar cinco años para poner este instrumento en órbita”, ejemplificó Ridner. Y agregó: “Tanto tiempo después, ese problema ya no existe o nos generó grandes pérdidas, por lo que es importantísimo tener estos instrumentos de investigación funcionando en pocos meses”.

“La tecnología espacial es costosa, pero multiplica varias veces la inversión realizada”, remarcó el especialista, quien aclaró que los datos satelitales no solo son útiles en situaciones de emergencia, sino que cotidianamente permiten hacer predicciones de cosechas, saber qué conviene producir y advertir cuáles son las zonas más adecuadas para la pesca, entre otros usos posibles.

De allí que la Argentina se decidiera a encarar este proyecto innovador. La ventaja primordial es que permitirá dar una respuesta de manera casi inmediata a los estudios de interés socioeconómico; además, los satélites terminarán siendo menos costosos, entre otros motivos, porque serán construidos, armados y lanzados desde el país.

Ahora bien, esta idea de no incluir todos los instrumentos dentro de un único satélite implica un gran desafío, porque cada segmento debe estar a una distancia precisa de los otros, para que operen de manera coordinada.

Por eso fue necesario desarrollar de un lanzador que tuviera extrema precisión: el Tronador II. Una réplica del mismo ya ha sido vista por todos aquellos que visitaron Tecnópolis el año pasado o lo hagan durante 2012.

El ingeniero Juan Cruz Gallo, gerente general y técnico de VENG, la empresa principal en el desarrollo del Tronador II, aseguró que “este lanzador será 10 veces más preciso que los que existen actualmente, porque tendrá la capacidad de poner cada segmento en órbita con un margen de error bajo, de forma que todos los instrumentos funcionen en conjunto como una constelación, sea que estén a metros o kilómetros de distancia entre sí».

Por ello, la navegación y el control del Tronador serán de una precisión extrema. “Pensemos que estos satélites serán ubicados en un órbita a 600 o 700 kilómetros de altura y se estarán desplazando a unos 7,5 kilómetros por segundo, y en esas condiciones habrá que inyectar a otro instrumento dentro de una órbita determinada, con un pequeño margen de error”, agregó Gallo.

En este momento, se avanza en la etapa de diseño de detalle del Tronador II y a mediados del año próximo la Argentina ya estaría lanzando su primer prototipo, llamado VEX1. En tanto, la primera misión de satélites de estructura segmentada podría realizarse en el 2014.

Ridner anticipó a la Agencia CTyS que esta primera misión de prueba podría consistir en “enviar dos módulos que compartan el sistema de información entre sí, sin necesidad de establecer contacto con la Tierra, que es lo que se hace hasta ahora en todo el mundo”.

El combustible que abastecerá a cada Tronador II para ubicar a los segmentos en su respectiva órbita también es desarrollado en el país. “Nuestra investigación científica no puede depender de las coyunturas internacionales; no podemos estar pendientes de que nos vendan combustible para saber si podremos realizar los lanzamientos que tendremos previstos cada año”, apuntó Gallo.

Hacia un nuevo paradigma en satélites: las estructuras segmentadas

“Apuntamos a poder realizar diez lanzamientos al año”, indicó Juan Cruz Gallo. La ventaja más importante que traerá aparejada el abandono del paradigma de los satélites monolíticos será que en pocos meses ya se podrá tener un instrumento en el espacio aportando información de interés socioeconómico.

Los costos también se reducirán, por varios motivos. El físico Ridner explicó que “como no se pueden reparar los satélites una vez que están en órbita, lo que se hace hasta ahora, para no perder una misión que demanda varios años de desarrollo, es duplicar o triplicar los sistemas por si es que alguno no se enciende o falla”.

Aun así, más allá de todas las precauciones, pueden ocurrir inesperados, como ocurrió el año pasado con el satélite estadounidense Glory, que se terminó perdiendo en alguna parte del océano Pacífico poco después de haber sido lanzado.

En cambio, los instrumentos segmentados no necesitarían multiplicar los sistemas, abaratando costos, y, en todo caso, si alguno de ellos tuviera una falla, se podría enviar otro que lo reemplace en pocos meses.

Además, como los satélites de estructura segmentada no precisarán enviar instrumentos en exceso, serán más livianos, por lo que el Tronador II también será más pequeño y económico que los lanzadores actuales.

Por otra parte, como cada instrumento a lanzar pesará entre 200 y 400 kilos, en vez de los 1500 kilos que por ejemplo pesa el satélite argentino SAC-D/Aquarius que recientemente cumplió un año en órbita, todas las pruebas de control y ensayos ambientales se podrán realizar en el país.

Cada instrumento no tendría una propia computadora, sino que uno de ellos podría funcionar como cerebro y brindarle servicio al resto. Al enviar un nuevo segmento, éste sería reconocido por los otros y trabajarían en conjunto.

“Esto permitirá que, ante una situación imprevista o una emergencia, se pueda agregar a la constelación un instrumento que no fue pensado en un principio y tenga una prestación nueva y esté en funcionamiento en pocos meses, reduciendo ampliamente la espera de diez años que hay que soportar, hasta ahora, para poner satélite monolítico en órbita”, valoró Ridner.

Tantos segmentos enviados por año implicarán que haya una producción en serie del Tronador II. El ingeniero Gallo mencionó que estarán almacenados en Puerto Belgrano: “Esa zona se llama Baterías y en ese terreno de la Armada se hará el centro espacial para lanzamientos”.

“Ese lugar es ideal, porque los lanzadores saldrán en dirección al polo sur, y tendrán la zona despejada sobre todo el mar argentino, puesto que buscamos que los satélites tengan una órbita polar”, agregó el gerente de VENG.

Este año se iniciarán los trabajos en la base Puerto Belgrano. “Ya tenemos planes concretos de cómo debería ser ese centro espacial, de cómo será la distribución en distintos edificios, de dónde se harán las pruebas de motores, dónde se integrarán los lanzadores y dónde estarán almacenados, como así también la zona desde la cual serán lanzados”, anticipó Gallo.

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=1934

Fuente: CTyS

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Histórico: en tres años más Argentina tendrá su propio cohete espacial

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Histórico: en tres años más Argentina tendrá su propio cohete espacial

Posted on 25 julio 2011 by hj

El prototipo del Tronador II de 30 metros de largo estará concluido en 3 años. La tecnología es desarrollada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE)

El futuro cohete Tronador II servirá para poner en órbita a satélites.

En el marco de la megamuestra Tecnópolis fue presentado el prototipo de un nuevo cohete para lanzar satélites fabricados en Argentina.
El Tronador II, de 30 metros de largo, permitirá a partir del 2014 poner en órbita satélites nacionales sin necesitar el apoyo de la NASA o la Agencia Europea, o de hacerlo desde una base ubicada en Estados Unidos de América.
“Es un gran sueño que está más cerca de ser una realidad”, resaltó Conrado Varotto, director ejecutivo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), en una conferencia de prensa, dentro del predio de la exposición Tecnópolis, en Villa Martelli, donde se exhibe un modelo similar al lanzador de satélites.
El Tronador II podrá trasladar satélites hasta el espacio y ubicarlos en la órbita polar o hasta los 40 grados de latitud. También será útil para llevar partes de satélites destinadas a reemplazar equipos averiados y en funcionamiento.
Durante la presentación del prototipo se aclaró que el cohete no se utilizará para eviar al espacio satélites que giren encima del Ecuador terrestre.
“Con el lanzador en funcionamiento, estaremos haciendo un cambio de paradigma”, acotó Varotto.
Desde la fundación de la agencia espacial argentina en 1991, se estuvo siguiendo una “arquitectura monolítica” en la producción de este tipo de tecnología.
En primer término se desarrolló la serie de satélites SAC para la observación de la Tierra. Estos fueron lanzados desde bases militares de la NASA. El último en enviarse fue el SAC-D.
“Fueron todos satélites grandes. Estamos pasando a un sistema de arquitectura segmentada. Esto significará en el futuro que se pondrán en órbita satélites más chicos o componentes para hacer reparaciones. Con el nuevo paradigma se acelerarán los tiempos de construcción”, precisó el funcionario de la CONAE.
El Tronador II tendrá capacidad para transportar cargas con un peso máximo que oscilará entre los 250 y los 400 kilogramos. Si se cumplen los objetivos, se lanzaría en el 2014 desde la base militar de Puerto Belgrano, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Cuando se encuentre en órbita, podría alcanzar los 1.800 kilómetros por hora. Tras cada lanzamiento, el dispositivo se quemará (tal como ocurrió con el cohete lanzador del Sac-D el 10 de junio pasado).
Desde la CONAE tienen pensado llevar este proyecto a una escala mayor, con el ambicioso objetivo de que la Argentina produzca “entre 10 y 12 lanzadores por año”.
Para alcanzar esa meta, se necesitará una planta de producción de combustible y un banco de ensayo de motores.
El lanzador será propulsado por tres motores con combustible líquido pensado y elaborado con ingenio argentino.
Debe recordarse en este contexto que los últimos cuatro satélites que la agencia espacial argentina mandó al espacio salieron desde una base en Estados Unidos.

Fuente: La Mañana de Cordoba

http://www.lmcordoba.com.ar/nota.php?ni=63335

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