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Un proyecto innovador que forma a los «cientifiquitos» de la primaria

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Un proyecto innovador que forma a los «cientifiquitos» de la primaria

Posted on 28 junio 2009 by hj

La nena apoya la parte hueca de un vasito en el pecho de su compañerita. Coloca su oreja en la base del recipiente y simulando un estetoscopio escucha los latidos del corazón de su amiga. Experimentación y juego en estado puro. Esta es una de las tantas formas mediante la cual el proyecto Ciencia y Tecnología con Creatividad (CTC) propone abordar la ciencia en el aula. En la Argentina tres destacados educadores están a cargo: Inés Dussel, Diego Golombek y Melina Furman.

Partiendo de la idea de hacer de la investigación científica un elemento cotidiano del aula, y a la vez atractivo para los chicos, la iniciativa arrancó en marzo pasado en el país mediante una experiencia piloto. Abarca a 5 mil alumnos de cuarto grado de 62 escuelas primarias públicas de Buenos Aires y Tucumán. Los organizadores no descartan sumar a otras jurisdicciones, entre ellas Santa Fe.

Originado en Brasil en 1997 por la empresa brasileña Sangari, el proyecto aporta «soluciones innovadoras para la educación en ciencias en la escuela primaria», sostienen los organizadores. Su creador es Ben Sangari, un físico británico que reside en Brasil, donde más de 400 mil alumnos de 800 escuelas aprenden ciencias con CTC.

En cada aula incluida en el programa de enseñanza científica se coloca un armario de 100 kilos, donde se guardan materiales para la experimentación, un libro y un diario de ciencias por alumno, y libros para los docentes. La iniciativa consta además de un programa de capacitación intensiva para maestros y directivos a cargo de tutores.

«La propuesta central tiene que ver con trabajar desde el método de indagación, y con ver a la ciencia como eje de trabajo en el aula, no como algo exterior y distante, sino que puede hacerse en la actividad cotidiana», apunta Inés Dussel, directora del equipo de Sangari Argentina, integrado además por el investigador Diego Golombek y por la bióloga Melina Furman.

Tarea cotidiana

Para hacer de esta propuesta algo natural del aula, Dussel destaca la función de los cuadernos y diarios de los chicos, «donde van registrando experimentos, hipótesis y observaciones.

La pregunta y la construcción colectiva de los conceptos y respuestas es otro de los puntos centrales de esta innovadora propuesta para los más chicos. «La ciencia tiene que hacerse aún desde la escuela primaria, porque nuestros primeros cientifiquitos son los chicos de primaria, que se la pasan viendo y curioseando un mundo maravilloso», agrega Golombek.

Para ello, el investigador del Conicet señala que es necesario «aportar los elementos necesarios y la forma de usarlos». «La idea —agrega—no es bajar línea como la típica clase de ciencia que dice «hoy vamos a dar electricidad», sino construyendo el concepto sobre la base de la experimentación». Más información en la oficina Sangari Argentina al teléfono (011) 55440100.

http://www.lacapital.com.ar/ed_educacion/2009/6/edicion_29/contenidos/noticia_5000.html

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Prueban en el país un programa de enseñanza de las ciencias

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Prueban en el país un programa de enseñanza de las ciencias

Posted on 07 junio 2009 by hj

Apunta a promover el desarrollo de la actitud investigadora y del pensamiento

HAY EQUIPO. BEN SANGARI, FISICO BRITANICO Y CREADOR DEL PROGRAMA, JUNTO CON LA PEDAGOGA INES DUSSEL, DIRECTORA DEL PROYECTO EN LA ARGENTINA

http://www.udesa.edu.ar/files/EscEdu/CV/CV-DUSSEL2006.PDF

 

La idea es no matar al niño que todo niño lleva adentro cuando traspasa el umbral de la escuela. O en términos pedagógicos, estimular en los chicos su capacidad natural de preguntar y de experimentar para que construyan su propio conocimiento. De esta experiencia gratificante, enfocada al aprendizaje de las ciencias, participan cinco mil alumnos de primarias públicas de las provincias de Buenos Aires y Tucumán.

El programa fue bautizado Ciencia y Tecnología con Creatividad (CTC) y fue elaborado en Brasil por un centenar de educadores y científicos. Después de siete años de implementación, hoy 400 mil alumnos, de 1° a 9° grado, de 800 escuelas públicas y privadas, aprenden ciencias con él. Calculan que en marzo serán un millón.

«En estos siete años en Brasil se redujo el ausentismo y el abandono y los chicos no sólo mejoraron en ciencias sino en todas las áreas: en Lengua, en Geografía, en Historia, en Matemática. Y eso es natural porque aprendieron la manera de aprender», dice el creador de CTC, Ben Sangari, un físico de nacionalidad británica y residente en Brasil.

¿Qué ocurre en las aulas para que se llegue a estos resultados? «Los maestros estimulan -digo estimulan y no que enseñan a la manera tradicional-, a los alumnos para que aprendan a preguntar, a investigar, a analizar y a resolver problemas. También aprenden a trabajar en equipo, a respetar otras opiniones, a armar un plan y a administrar su tiempo. En esto consiste nuestro programa», dice Sangari, de paso por Buenos Aires. Y agrega: «Lo más importante es que en este proceso crece la autoconfianza de los chicos, central para su desarrollo».

En cada aula de cada escuela del programa se instala un armario de 100 kilos de peso con un libro y un diario de ciencias por alumno, materiales para la investigación y libros para los maestros. El «paquete» se completa con la capacitación docente a cargo de tutores. A través de su empresa, Sangari promueve el programa.

En el país CTC se implementa desde marzo por la decisión del Ministerio de Educación de la Nación de invertir parte de una donación del Banco Interamericano de Desarrollo en el programa. Es una experiencia piloto que se realiza en los cuartos grados de 31 escuelas públicas de la zona sur de la provincia de Buenos Aires y 31 de Tucumán, todas de sectores vulnerables.

La pedagoga Inés Dussel dirige el equipo de Sangari Argentina. Ella dice: «Este programa es una buena respuesta para el problema de la masividad porque si bien da pautas concretas para trabajar en el sistema escolar también ofrece muchas posibilidades de adaptación a cada escuela y a cada docente. Nuestra definición es que CTC es un buen guión».

En el país, todavía no hay resultados pero sí impresiones: «Los chicos piden más horas de ciencias y los padres apoyan -dice Dussel-. Y muchos a los que les iba mal en la escuela ahora son los científicos del aula».

Colaborar con los docentes

«Nuestra idea de la formación de los docentes se basa en sostener con ellos un diálogo en el tiempo», dice Ben Sangari. «Los maestros -explica- no están en el aula porque quieren ser ricos o famosos. Están ahí porque quieren enseñar, quieren conectarse con sus alumnos. Y esa conexión se da cuando observan que algo pasó en los chicos, que ahí hubo un aprendizaje. Para un docente ese momento lo vale todo y, sin embargo, no es frecuente. Uno de los grandes logros de nuestro programa es hacer que esta conexión sea algo normal, algo que puede suceder todos los días».

«Nuestro mensaje a los maestros -agrega Inés Dussel- es: ‘Confiamos en que ustedes saben hacer las cosas y las hacen bien. Pero creemos que podemos ayudarlos a hacerlas mejor'».

http://www.clarin.com/diario/2009/06/07/sociedad/s-01934498.htm

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Ponen a prueba métodos innovadores que podrían cambiar la forma de encarar las materias científicas y la matemática

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Ponen a prueba métodos innovadores que podrían cambiar la forma de encarar las materias científicas y la matemática

Posted on 05 junio 2009 by hj

Programas piloto / Experiencia inédita en escuelas de Buenos Aires y Tucumán .Otra forma de enseñar y aprender ciencia

Otra forma de enseñar y aprender ciencia

Nora Bär
LA NACION

Miles de alumnos de escuelas de las provincias de Buenos Aires y de Tucumán protagonizan en estos momentos una experiencia inédita: están probando tres programas piloto para el aprendizaje de la ciencia y la matemática inspirados en una visión innovadora, basada en la investigación, la resolución de problemas y, sobre todo, el juego creativo.

La iniciativa, de características inéditas, fue financiada con una donación [un instrumento cuyo nombre preciso es cooperación técnica no reembolsable] del Banco Interamericano de Desarrollo por dos millones y medio de dólares, que el Ministro de Eduación, Juan Carlos Tedesco, decidió invertir en la evaluación de los programas Proyecto de Alfabetización Científica (PAC), Matemática para Todos, y Ciencia y Tecnología con Creatividad (CTC). Cada uno fue asignado a alrededor de 30 escuelas de cada provincia elegidas al azar en los partidos de Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda, en Buenos Aires, y de San Miguel de Tucumán, Yerba Buena, Cruz Alta y Tafí Viejo, en la provincia del noroeste.

«Los proyectos PAC y Matemática para Todos fueron desarrollados por personal de las áreas curriculares del ministerio y proponen la enseñanza a través de la indagación -dice Annie Mulcahy, licenciada en ciencias políticas y máster en educación, y coordinadora del Programa de Mejora de la Calidad de la Enseñanza de las Ciencias Naturales y la Matemática-. El primero se inspira en los postulados del programa francés La main a la pâte [las manos en la masa, de Pierre Léna], con módulos para los docentes, kits para los chicos, capacitación. El segundo se basa en llegar a la matemática a través del juego.»

El tercero, CTC, fue desarrollado por Ben Sangari, un físico nacido en Irán, pero de nacionalidad británica, graduado en el King´s College, de Londres, que desde hace más de una década reside en Brasil.

Al frente de un equipo de un centenar de científicos, psicólogos y pedagogos, Sangari diseñó y sometió a prueba en medio millón de chicos brasileños un sistema que propone recuperar para el aprendizaje escolar el gozo infantil del descubrimiento, al tiempo que ofrece a los maestros algo así como un paquete «llave en mano»: un armario de 100 kg con materiales para la experimentación, un libro y un diario de ciencias por alumno, y libros para los docentes, además de un programa de capacitación intensiva para docentes y directivos a cargo de tutores.

Aunque el ministerio es renuente a hacer comentarios de los distintos programas en evaluación porque -aclara Mulcahy- «2009 es el año de la implementación y no hay una decisión a priori sobre ninguno», Sangari, que fundó una empresa para comercializar su sistema para la escuela primaria cuya filial en la Argentina se inaugura el lunes, se prestó al diálogo.

«Empecé a desarrollar los programas de educación científica para escuelas primarias aproximadamente en 1997 -dice, desde San Pablo-. Nos llevó alrededor de diez años de investigación y desarrollo completar la solución, y llevarla al estadio en que nos sentimos cómodos como para presentarla a los sistemas educativos.»

Ese período, en el que desarrollaron un prototipo, lo dedicaron al testeo y la verificación en más de 100.000 chicos. «En 2007 comenzamos con la implementación en gran escala, después de probarlo en escuelas públicas y privadas, y en diferentes realidades socioeconómicas, zonas geográficas e infraestructuras. En este momento lo aplican más de 400.000 alumnos de escuelas públicas y privadas de 18 estados del Brasil. Y llegará a un millón en marzo próximo.»

Y enseguida agrega: «Desde que nacen, los chicos aprenden tocando cosas, poniéndolas en sus bocas, tratando de sentirles el gusto, usando todos sus sentidos. Aprenden a través de la investigación. Pero a los seis años empieza la escuela y súbitamente ese proceso se detiene. Nuestro programa es una solución completa e integrada para que los chicos continúen en la escuela el proceso natural de aprendizaje a través de la investigación al que están acostumbrados, para que construyan su propio conocimiento haciendo, experimentando, preguntando…»

Para Diego Golombek, asesor principal del programa, cuya adaptación e implementación para nuestros contenidos escolares realizó la doctora en biología Melina Furman, «lo bueno de este sistema es que viene avalado por decenas de miles de chicos».

Sus resultados, asegura, son «impresionantes»: «A los chicos de Brasilia y de otras ciudades del Brasil les ha cambiado la visión de la ciencia. No sólo ellos, sino también los padres y los maestros están fascinados. Lo que rompe con el tabú de que en la escuela primaria sólo hay que enseñar a sumar, restar y multiplicar. Y lo más interesante es que los resultados no sólo redundan en que entienden más sobre ciencia, sino que mejoran en el resto de las materias».

Dice Sangari: «No sólo aumentó la motivación de los chicos, sino también su capacidad de retener información y su habilidad de utilizar sus conocimientos para resolver problemas. Es en eso que nos concentramos.»

Este método tiene, en Brasil, un costo que ronda los 10 dólares mensuales por alumno, aunque ese número depende de diversos factores. La Argentina sería el primer país fuera de esas fronteras que lo aplicaría, lo que exige una adaptación a la realidad local que estará en manos de un equipo dirigido por la pedagoga Inés Dussel.

Dice Mulcahy: «Lo más rico de esta experiencia es la evaluación».

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1135969

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