El equipo dirigido por Carlos Retegui no sólo apeló a la garra y al corazón para llevarse el Mundial de Hockey, la tecnología formó parte de unos de los pilares del juego de Las Leonas
Por Andres Burgo
El hockey sobre césped es un deporte en el que no gana el equipo que mejor juega, sino el que mejor ejecuta y defiende los córners cortos. Suena a Matrix con palos y polleritas, pero así sucedió en el Champions Trophy que las Leonas conquistaron en julio en Nottingham, y en el Mundial de Rosario. Supone, como en ningún otro juego, la tecnología aplicada al deporte: el córner es un instante estudiado por jugadoras y cuerpo técnico, de cuya efectividad depende el resultado de un partido. Ciencia y talento de la mano: el sueño de Marcelo Bielsa
Dentro de los veinte softwares multideportes más famosos en alto rendimiento mundial, las chicas argentinas consumen dos. Hasta hace un año, usaban el Nacsport, un programa español que ahora es utilizado por el seleccionado de varones. Pero desde que cambió el cuerpo técnico, a fines de 2008, y en lugar de Gabriel Minadeo asumió Carlos Retegui, las Leonas se pasaron al Gamebreaker, un software que nació bajo el impulso del gobierno australiano para acrecentar las chances de triunfo de sus deportistas en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.
Estos operadores diseccionan en decenas de variables cada partido y cada jugadora: cantidad y calidad de pases, ataques por la derecha, bloqueos por la izquierda, intentos de recuperación de la bocha en las últimas 25 yardas y hasta segundos utilizados para discutirle al árbitro.
Pero lo más importante es el corto, una jugada que si pudiera trasladarse al fútbol, sería una suerte de penal con barrera. El córner ofensivo consta, básicamente, de una servidora, una paradora y una pegadora. Según dónde se ubiquen estas dos últimas en el borde del área, la bocha puede ser servida a la altura del primer palo del arco, al segundo o al centro: son tres pequeñas variantes que apuntan a desestabilizar a la defensa rival y abren decenas de posibilidades subsiguientes. Nada de eso es inspiración. Todo es trabajo: primero, frente a la tele; y luego, en el entrenamiento. Lo reconoció Barrionuevo, la mejor del mundo en este arte del corto: «No es la intuición del momento ni algo librado al azar, sino que, con el cuerpo técnico, vemos videos y analizamos cuáles son las zonas vulnerables de las distintas defensas. Si arrastro la bocha al segundo palo, o le pego bajo al primero, es porque estudiamos mucho a la arquera y a sus defensoras».
Las Leonas fueron campeonas del Champions 2010 tras golear 4-2 a Holanda en una final en la que generaron tres cortos que terminaron en gol gracias a la precisión micrométrica de Noel Barrionuevo. Durante la semana, las jugadoras y los técnicos se convierten en estrategas militares: se pasan horas estudiando las virtudes y los defectos de sus rivales. Las Leonas llegaron a Rosario con decenas de variantes de ataque. Las que usaron en Nottingham ya no son las principales: sus adversarias tuvieron 45 días para buscar cerrojos defensivos que desactiven los arrastres de Barrionuevo al segundo palo, la jugada más letal de Nottingham. Nacsport o Gamebreaker mediante, los cortos son tan fáciles de contrarrestar después de cada torneo que se convirtieron en materiales descartables: úselos y tírelos.
El fútbol local se resiste todavía
Parece mentira, pero ningún cuerpo técnico de Primera División del fútbol argentino utiliza el Gamebreaker, el Nacsport ni ningún otro software multideporte que sí usan las selecciones de hockey de mujeres y hombres. Hace pocos años, hubo un acercamiento de los importadores de esos programas en el River dirigido por Diego Simeone y en Huracán, pero el experimento no cuajó dentro de un ambiente, el futbolero, muy poco proclive a la tecnología. En la AFA, incluso, lamentan que el departamento de cinco mil videos que había armado Marcelo Bielsa haya quedado en desuso por los técnicos siguientes. En España, en cambio, los equipos de Primera son más proclives a dejarse ayudar por este tipo de programadores: el Valencia, el Espanyol, La Coruña, el Villarreal y el Zaragoza son clientes de Nacsport. El Real Madrid y el Barcelona usan otra marca, pero no le escapan a la tendencia. En la NBA, por supuesto, los softwares son una religión. Y hasta en el rugby local, pese al culto que le rinde al amateurismo, también son usados: el SIC levantó la bandera de los programas para mejorar el rendimiento del equipo hace pocos meses
http://www.conexionbrando.com/1304634
