Lo revela un relevamiento presentado ayer realizado por Unicef, que destaca, además, que la mayoría valora a su barrio como lugar de pertenencia y resalta a la violencia como un aspecto negativo con el que deben convivir
Por:
Gustavo Sarmiento
La mayoría de los adolescentes de villas y asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y el Conurbano es optimista sobre el futuro de su país y su familia, nueve de cada diez estudian, y valoran a su barrio como lugar de pertenencia, aunque destacan a la violencia como aspecto negativo. Estos son algunos de los puntos del informe «Las voces de los adolescentes en villas y asentamientos de Buenos Aires», un relevamiento que apunta a las estigmatizaciones que recaen sobre los habitantes de estas zonas, dándoles voz sobre sus condiciones de vida, incluyendo el alto grado de acceso a consumos tecnológicos. En el trabajo, coordinado por Unicef Argentina, la organización TECHO y con asesoría de la consultora Analogías, más de 300 voluntarios encuestaron a 1100 chicos, tanto varones como mujeres, de entre 12 y 16 años, que residen en 128 villas y asentamientos del área metropolitana. El objetivo fue «tomar en cuenta las voces de los adolescentes más postergados como insumo para el diseño, la implementación y la evaluación de las políticas públicas».
El índice de hacinamiento refleja que hay 3,2 personas por ambiente en que se duerme, unas 6,4 por casa. El 89% de los encuestados es nacido en la Argentina, prácticamente todos (un 98,6%) saben leer y escribir, 9 de cada 10 poseen DNI, y únicamente 3 de cada 100 adolescentes tienen hijos (el 2,8%). Un 17% comparte su cama con otros, pero solo en el 2% de esos casos la otra persona es su pareja. El 36% no convive con su padre y el 32% está solo con su madre, un actor esencial en esos barrios. El 42% afirmó que es la persona con la que más hablan sobre los temas que les interesan, y es la figura que mayoritariamente cena con ellos. También están presentes los hermanos y los abuelos. El padre, en cambio, es la cuarta persona buscada para dialogar, «tal vez porque las obligaciones laborales lo mantienen fuera del hogar en jornadas más extendidas». De hecho, manifiestan que casi no comparten comidas con él. «El rol protagónico evidenciado de las madres plantea el desafío de empoderar y capacitar a estas mujeres, siguiendo modelos como la Red de Madres contra el Paco», destaca el estudio.
Dos de cada diez no charlan sus problemas con la familia, y los que lo hacen abordan temas como la escuela (40,3%), las actividades del día (39,6%), y un 21,4% tocan la política y economía, del país y familiar, un número alto teniendo en cuenta la edad de los chicos. La inseguridad y la violencia sólo son tratadas en la familia por un 9,8% de los jóvenes, aunque en otra pregunta la citan como el aspecto más negativo del barrio (25%), seguido por el alcohol y la droga.
Casi 7 de cada 10 presenció alguna escena violenta en los últimos seis meses, y la mitad de los chicos considera que hay muchos o bastantes lugares inseguros en el barrio. «Ellos no ven en general al barrio como peligroso, sino que identifican ‘zonas conflictivas’ como una calle, pasajes oscuros, o una esquina», remarcó Ignacio Gregorini, director del Centro de Investigación Social en TECHO.
Un dato geográfico y de acceso a la educación se entrecruza con la violencia sufrida: cuanto más lejos queda la escuela de la casa, más casos de robo sufren los chicos en el camino. Más de la mitad del 8% que afirmó haber sido víctima de un robo o hurto camino al colegio se traslada más de 16 cuadras para ir a la escuela. Sin embargo, más del 75% que presenció escenas de inseguridad aseguró que le gusta su zona, aunque igualmente el 82% aspira a mudarse a otro barrio en el futuro, y la mitad lo haría hoy si pudiera. Los amigos y los vecinos son lo que más los lleva a no querer irse. De hecho, el desarraigo es uno de los reiterados reclamos de las familias de varios asentamientos precarios, como los linderos al Riachuelo, cuando les ofrecen la relocalización lejana adonde hoy viven.
Los amigos son con quienes concretan la mayoría de las actividades (60%), pero la falta de espacios públicos incide en que el deporte sea menos elegido que consumos tecnológicos, incluida la playstation. Para María José Ravalli (especialista en Comunicación de Unicef), «acá hay un montón de cosas relacionadas a la cotidianidad de los chicos que no siempre se reflejan. Los adolescentes usualmente están asociados a noticias sobre violencia como víctimas o victimarios.»
La mitad de los chicos consideró buena o muy buena la situación actual del país, y nueve de cada diez es optimista con la realidad presente de su familia. Los futuros seis meses les resultan aun más esperanzadores. El 69% opinó que el país estará mucho mejor, mejor o igual de bien que ahora y el 94% dijo lo propio de su entorno. Los más optimistas son los que trabajan; y los varones que viven en la CABA que tienen entre 12 y 14 años.
El 89,6% de los adolescentes relevados está escolarizado actualmente (en los jefes de hogar es mucho menor), y la escuela como institución es muy valorada, donde aprenden mucho o bastante. El 95% afirmó que la escuela ayuda a tener una vida mejor en el futuro. «Es significativo que aún en los chicos que no asisten al colegio la valoración de la escuela es alta», destacó Ravalli.
Otro dato a tener en cuenta es el trabajo infantil. Casi el 40% de los adolescentes de 15 a 16 años manifestó estar trabajando o buscando trabajo. Un 9% de los menores de 15 ya está trabajando –más en Capital que en el Conurbano–, y existe una fuerte asociación entre el trabajo y la no concurrencia a la escuela: el 40% de quienes no van al colegio hoy trabaja, el 33% lo hace más de siete horas por día, al menos cinco días a la semana.
Casi tres de cada diez trabajan en el rubro construcción; luego vendedor en kiosco o almacén. Pero es interesante que, indagados por el trabajo que se imaginan a futuro, prevalecen el de docente, médico y policía.
«La participación en espacios comunitarios es, por lo general, muy baja, pero también lo es la oferta de espacios en donde hacerlo», continúa el informe. La institución líder es la iglesia o el templo, donde asisten casi la mitad, sobre todo los de menor nivel educativo. Segundo viene el club deportivo. «Me gustaría que el barrio tenga una sociedad de fomento más cerca, para que tengan juegos para los chicos y para que las madres se entretengan allá, que tengan clases de costura», cita el estudio a Gonzalo, de 12 años.
Esteban Fernández, coordinador de trabajo de campo de los voluntarios, relató: «Cuando llegabas y les decías a los chicos que querías oír su voz, tener sus testimonios, se emocionaban y querían participar, llamaban a amigos a que se sumen. Es notoria la importancia que le dan a ser escuchados y que puedan transmitir lo que piensan.» «
«quiero que el barrio mejore»
Jacqueline Daniela tiene 13 años, y vive en el Barrio Iapi, en Quilmes. «Ahora estamos sin agua en casa, el gas es con garrafa, y la luz está conectada de un poste.» Son cinco integrantes en su familia: su abuela, su tía, su prima de once años, su hermano de siete, y ella, que dice optar por su abuela para hablar en la casa. Los temas que más le interesa charlar son los del barrio, la situación de sus otros dos hermanos que viven a cinco cuadras, y «los problemas que tengo en la escuela», donde cursa 8º año. Sus inconvenientes son las discusiones que mantiene con compañeros y también con profesores. «Me dicen que haga algo, y me encapricho y no lo hago.» Y continúa: «A mí me preocupa que mis hermanos estén bien, que el barrio mejore, porque hay muchos que roban.»
Igualmente, dice ser optimista de su familia, del futuro, de ella. Un aspecto de lo que cuenta coincide con la encuesta. No engloba a todo el asentamiento como un todo violento, sino que puntualiza los sitios que todos los vecinos asumen como peligroso. «Se drogan en la esquina de mi casa, el humo nos hace mal, tienen que sacarlos.»
Se queja de que «ningún político viene hasta acá», pero se alegra de que el jueves pasado recibió la netbook en la escuela media 13 a la que asiste. «Hoy la usamos en la escuela con la de Dibujo, escribimos algo y después hicimos un dibujo con la computadora, un paisaje imaginario.»
Todavía no la usó para entrar a Internet porque «no hay mucha conexión», aunque ya tenía la posibilidad de entrar desde su celular. «Pasa que mi celular se cayó y se rompió, lo mandé a arreglar, la otra semana lo tengo que retirar.» Eso sí, cuando tiene acceso a Internet no para de estar en Facebook, tal como lo refleja la encuesta: «Entro todo el día, las 24 horas, veo lo que comentan los demás, quién está conectado, si están mis hermanos.» Hoy sus días pasan más entre la familia, las amigas y las tecnologías.
acceso a la tecnología
Otro dato importante del informe es el consumo de tecnología que tienen los chicos, como sentimiento de pertenencia, formación y posibilidad de hacerse oír. «Con respecto al celular, la computadora y las nuevas tecnologías encontramos resultados similares a los que se vienen realizando sobre los jóvenes en general», expresó María José Ravalli, especialista en comunicación de Unicef. El 66% tiene teléfono celular, en particular las chicas. Como es de esperar, el porcentaje aumenta en la franja de 15-16, llegando a un 78 por ciento. Seis de cada diez celulares cuentan con acceso a Internet, pero sólo el 34% lo utiliza para esa función, probablemente por el «factor económico», indica el estudio.
En cuanto a computadoras, el 63% tiene una en su casa. En las de Capital llega a un 79 por ciento. Y el texto agrega: «Otro dato relevante es la incidencia en estos números del programa Conectar Igualdad: el 32,8% accedió a su computadora a través de este plan, y en la CABA ese porcentaje llega al 54,5%.» El 73% del total de los consultados generalmente usa Internet, con alto protagonismo de los cyber o locutorios en un 31 por ciento.
Las actividades que más realizan en Internet son la de entrar a redes sociales o chatear (81%), y la escuela (59%). Entre las redes sociales más utilizadas, se destaca ampliamente Facebook, con un 89%, seguido de Youtube, 39%, y Twitter, con el 12 por ciento.
Esta alta participación en el uso y la conectividad es «una oportunidad para la difusión y construcción participativa de políticas públicas y el acceso a la información por parte de las/os adolescentes», subraya el informe.
Fuente: Tiempo Argentino
http://tiempo.infonews.com/2013/10/31/sociedad-112150-nueve-de-cada-diez-adolescentes-que-viven-en-las-villas-estudian.php