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Levaduras que toman serias decisiones

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Levaduras que toman serias decisiones

Posted on 28 mayo 2009 by hj

Uno no puede menos que quedarse pasmado por los intrincados procesos que ocurren dentro de las células, y el jinete, jinete-búho, o jinete-cocodrilo, no es la excepción. ¡Las mínimas, las antiguas, las queridas levaduras tomando decisiones!

 

Por Leonardo Moledo

Dentro del Instituto de Fisiología, Biología molecular y Neurociencias, en el área del Laboratorio de fisiología y biología molecular, de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Alejandro Colman-Lerner dirige un grupo aún innombrado que trabaja en biología de sistemas. Es doctor en Biología e investigador del Conicet.

–Bueno, cuénteme lo que ustedes investigan.

–El gran tema es cómo las células toman decisiones…

–¿Toman decisiones?

–…en base a decisiones internas y a cuestiones externas. Yo trabajo en biología de sistemas, que es una mezcla de biología molecular con biología celular, integrada con modelos matemáticos y simulaciones.

–Cuénteme.

–Como modelo de trabajo utilizamos principalmente las levaduras. Y dentro de las decisiones, tratamos de determinar cómo hacen las células para decidir si tienen que aparearse. Las levaduras tienen dos sexos (que se aparean y forman las células diploides, que después pueden hacer meiosis y formar células haploides de nuevo, que son como nuestras gametas). Esas células tienen que conectarse entre sí y tienen que decidir si hay un compañero cerca o no. Si no hay, tienen que proliferarse y crecer; si hay un compañero cerca del sexo opuesto, tienen que decidir aparearse. Es una decisión que les cambia la vida a las células. Si se aparea está decidiendo juntar su genoma con otra célula, y tiene que decidir basado en las señales externas cómo hacer.

–¿Y cómo hacen para decidir?

–Basándose en la presencia de feromonas, que son las moléculas que se secretan unas a las otras para comunicarse y basadas en el entorno externo y en el ambiente nutricional. Si el compañero está lejos, por ejemplo, tiene que crecer en esa dirección. Debe medir, entonces, la cantidad de feromona que hay afuera y determinar de dónde viene. Si hay poco debe crecer en forma pronunciada; si hay mucho quiere decir que el compañero está muy cerca. También debe decidir para qué lado crecer. Si se equivoca no podrá aparearse y otra levadura le va a ganar.

–O puede decidir no aparearse…

–Claro, por ejemplo si los niveles de feromona son muy bajos quiere decir que el compañero está muy lejos o que es muy mal productor, con lo cual deja de ser un buen partido.

–¿Y cómo hace para saberlo?

–Procesa la información de afuera y la transmite desde la membrana hasta el núcleo mediante toda una serie de eventos moleculares (la transmisión de la señal). La célula debe lograr que esa cadena sea efectiva. Nosotros descubrimos que la levadura hace eso muy pero muy bien.

–… muy pero que muy bien, dirían los españoles…

–… tiene un mecanismo muy sofisticado para transmitir la información desde el exterior hacia el interior.

–…a ver…

–Hay un receptor que se activa al contacto con feromonas. El receptor cambia y su parte interior (la que da hacia adentro de la célula) está enganchada al comienzo del sistema de la transducción con una proteína G. Este acoplamiento entre receptor y proteína G es muy similar al de sistemas como el del olfato que tenemos nosotros, por ejemplo. La proteína G se da cuenta de que el receptor le está diciendo algo (porque la está tocando de manera diferente) y sufre un cambio: una parte se separa y otra queda pegada. La parte que se separó tiene disponibles lugares de sí misma que antes estaban ocultos. Entonces puede atraer desde el citoplasma hacia la membrana determinados componentes que después van a llevar la señal hacia el núcleo. Esos componentes que atrajo son agrupados en la membrana y son activados por otros componentes que ya estaban presentes allí. Se forma entonces una cascada de fosforilación: son proteínas que transfieren energía en forma de fosfato: la agarran del ATP, le sacan un fosfato y se lo ponen a la proteína. Esa proteína cambia de forma y le manda otro fosfato a la siguiente proteína de la cascada, y así…

–A veces, por no decir casi siempre, uno se queda un poco pasmado por todos estos procesos que se dan en un ámbito tan pequeño y continuamente.

–… y al final de la cascada, cuando se activa el componente último, va al núcleo, y en el núcleo activa a un factor de transcripción, que es una proteína capaz de unirse al ADN. Se une de manera específica, delante de los genes que hay que inducir para que se expresen y preparen a la célula para el apareamiento. Y dependiendo de la intensidad de la señal externa, se va a dar la intensidad de la señal interna. Hay una transmisión casi fotográfica de la información externa en información interna. El ojo de la célula, el receptor, se va ocupando de hormona proporcionalmente a la cantidad de hormonas: más hormonas, más se ocupa, más se ocupa, más señales, más señales, más se inducen los genes. Sorprendentemente esa información se transfiere fielmente, dado que la biología molecular que va desde la membrana hasta el núcleo es bastante compleja. Todo funciona tan bien que lo que pasa en el núcleo es un reflejo casi perfecto de lo que pasa afuera, con lo cual la célula está preparada para saber hacia dónde dirigirse.

–¿Y esa respuesta es automática?

–No. Está todo el tiempo chequeando, porque la célula al acercarse va aumentando la concentración externa. Hay permanentemente un intercambio de información entre el núcleo y la membrana acerca de lo que está pasando. Es algo continuo: permanentemente la célula registra lo que pasa.

–Es un problema que ya tienen resuelto, ¿no?

–Bueno, esto que le cuento sí. Pero hay cosas que no entendemos todavía. Por ejemplo, cuáles son todas las ramas de control que permiten que eso funcione. Hace poco publicamos, en diciembre, un paper en Nature, donde encontramos que un sistema de control negativo dentro de la señalización es necesario para que todo funcione bien.

–A ver… no entiendo…

–Es como un termostato. Cuando la temperatura llega a determinado nivel, se apaga. La información de abajo vuelve para arriba para avisar que hay que frenar. Ese mecanismo se usa muchísimo en electrónica (son los famosos sistemas de retroalimentación negativa). Pero hay otros sistemas de control que están ocurriendo ahí que todavía no conocemos. Tampoco sabemos cómo la célula transforma el gradiente de la señal externa en el gradiente interno que le permite orientarse correctamente. Ahora estamos estudiando la velocidad a la que la célula hace eso.

–¿Cuánto tarda?

–La primera etapa, segundos. Muy pocos segundos. Tan pocos, que no es intuitivo. La forma en que el receptor se une a la feromona es lenta comparada con otras hormonas similares en otros sistemas. Y es tan lenta que no sería posible transmitir la señal tan rápido como lo hace la levadura si sólo se fiara de lo que está pasando en ese momento. La célula tiene una forma de anticipar, utilizando información de los primeros segundos de la estimulación. Rápidamente la célula responde como si supiera la cantidad de feromonas que hay afuera. Para estudiar eso nos estamos ayudando con modelos matemáticos, para ver si realmente la intuición humana o del investigador no alcanza o es simplemente que no sabemos algunas cosas de biología que nos ayudarían a descubrir lo que está pasando. Nosotros hacemos una representación matemática del modelo bioquímico y la usamos para tratar de determinar si se puede o no se puede hacer la transmisión de la información tan rápido.

–Tenemos la feromona, que se une al receptor. Esa unión es lenta, pero sin embargo la célula tiene un sistema que computa rapidísimo la concentración de feromona. Después viene la cascada. ¿Cuánto tarda?

–Depende de cómo uno lo mida. Cuánto tarda la primera molécula en llegar es algo que no podemos detectar. Lo que sí podemos es detectar cuánto tarda en llegar el pico. La señal tiene un pico que después se termina por estabilizar. Pero ese pico se va transmitiendo de paso en paso. Todos los pasos intermedios tienen un pico. El pico tarda alrededor de dos minutos, lo cual es lento. Del pico en la membrana al pico en el núcleo tardamos dos minutos en llegar. Para gente que esté trabajando con células animales puede parecerle poco.

–Las reacciones en general son más rápidas…

–Sí. Después, en acumular gen nuevo se tarda 10 o 15 minutos.

–Ahora, si tarda 10 minutos para reaccionar puede ser letal… No en la reproducción, pero sí para escapar de alguna amenaza.

–Es que ahí no va a utilizar expresión de genes. No va a hacer genes nuevos: va a tener todo listo y en el momento en que aparece la señal, la ejecuta. Eso es mucho más rápido.

–Yo siempre pensé que era todo muchísimo más rápido que lo que me dice…

–Uno siempre piensa cosas…

http://www.pagina12.com.ar/diario/ciencia/index.html

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Explican cómo la radiación UV provoca el suicidio de las células

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Explican cómo la radiación UV provoca el suicidio de las células

Posted on 19 mayo 2009 by hj

Genética / Avance de investigadores argentinos .El mecanismo que lo hace posible también está vinculado con procesos como el aprendizaje
 
Explican cómo la radiación UV provoca el suicidio de las células
 
Susana Gallardo
Para LA NACION

¿Por qué un ser humano es tan diferente de un gusano, si los humanos no tenemos un número mucho mayor de genes?
Se sabe desde hace unos veinte años que un gen puede producir diversas proteínas, a veces con funciones opuestas. Ahora, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEN) y del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del Conicet (Ifibyne) acaba de desentrañar algunos mecanismos que regulan ese proceso. Es más, los científicos lograron explicar por qué se produce la proteína precisa en el momento justo. Los resultados acaban de publicarse en las revistas Proceedings of the National Academy of Science ( PNAS ) y en Cell .
Se trata de dos mecanismos diferentes que regulan este proceso cuyo nombre científico es «splicing alternativo». Para que un gen pueda dar lugar a diversas proteínas, necesita que la enzima ARN polimerasa fabrique un molde (ARN mensajero) con forma de cadena, de la cual algunos fragmentos son enlazados y otros, descartados. Precisamente, splice significa cortar y pegar.
El equipo que lidera el doctor Alberto Kornblihtt, investigador del Conicet y profesor de la FCEN, descubrió hace unos años que parte de la clave estaba en la velocidad con que la polimerasa hacía su tarea: según fuera más rápida o más lenta, el resultado era una proteína diferente.
Pero ¿qué señal externa podría afectar la velocidad de la polimerasa? «Demostramos que la radiación ultravioleta, al dañar el ADN de la célula, produce cambios en la polimerasa que a su vez influyen en el splicing alternativo de un porcentaje de genes», explica Kornblihtt.
«[Para probarlo] tomamos algunos genes que pueden sintetizar dos proteínas, una que favorece y otra que previene la muerte celular», relata Manuel Muñoz, becario del Conicet y primer autor del trabajo publicado en Cell , una de las dos revistas más citadas de todas las disciplinas científicas. Y subraya: «Cuando las células son sometidas a radiación ultravioleta, se fabrica en mayor proporción la proteína que favorece la apoptosis, o muerte celular programada». Esta proteína se produce debido a que, al estar dañado el ADN de la célula por la radiación UV, se desata una serie de cambios que afectan la composición de la polimerasa y la hacen más lenta.
Ante el daño al ADN, la célula puede tomar diversos caminos: detener su división hasta reparar el daño (para evitar multiplicarlo), morir en forma ordenada o hacer como si nada hubiera ocurrido y multiplicar sus mutaciones. Esto último puede llevar al cáncer.
Los resultados obtenidos por Muñoz revelaron la importancia de la regulación del splicing alternativo en el proceso de muerte celular.
«La conclusión -destaca Kornblihtt- es que la radiación UV afecta el splicing alternativo de estos genes y favorece la apoptosis. Si la célula fue dañada, para el organismo es mejor que muera a que se multiplique y propague las mutaciones provocadas por la luz UV que puedan causar cáncer». Bajo la dirección del grupo argentino colaboraron investigadores de Francia, España y EE.UU.


Neuronas y memoria

Dado que el splicing alternativo también está involucrado en importantes procesos fisiológicos del sistema nervioso, los investigadores se abocaron a indagar los mecanismos que operan en las neuronas y que favorecen la producción de una proteína que se vincula con la memoria y el aprendizaje.
«Estudiamos un gen que, por splicing, da lugar a dos proteínas diferentes: una de ellas, de peso molecular menor, se encuentra en neuronas jóvenes; la otra, más pesada, se halla en neuronas maduras», explica Ignacio Schor, becario del Conicet y primer autor del trabajo publicado en PNAS .
Schor explica: «Al inducir un cambio en la actividad eléctrica de las neuronas se produce una modificación en el núcleo, en la estructura de la cromatina (el conjunto formado por ADN y proteínas que se encuentra enrollado en el núcleo celular). Cuando la cromatina está compacta, dificulta el avance de la polimerasa a lo largo del gen, que hace su tarea en forma más lenta. Cuando está más floja, la polimerasa aumenta su velocidad.
«El cambio de potencial eléctrico en las neuronas hace que su cromatina se vuelva más laxa y la polimerasa aumente su velocidad. Esto, a su vez, favorece la producción de la proteína de menor peso molecular, característica de las neuronas jóvenes.»
Lo interesante es que la proteína que se encuentra en las neuronas jóvenes también se produce en neuronas maduras en situaciones de memoria y aprendizaje.
A pesar de que los investigadores desentrañaron procesos clave para la vida que se producen en el interior de las células, prefieren ser cautos a la hora de aventurar posibles aplicaciones.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA
 
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1129328

 

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Investigan un té para combatir el arsénico

Posted on 13 abril 2009 by hj

La infusión se prepara con Jarilla, una especie autóctona utilizada en medicina popular contra la fiebre. Científicos corbobeses lograron detener su efecto tóxico en un experimento “in vitro”

En Argentina, 4 millones de personas -en su mayoría pobladores rurales- padecen Hacre, una patología sin tratamiento efectivo que se genera por el consumo de agua con arsénico. Este metaloide está presente en el medioambiente y contamina muchos acuíferos subterráneos. En un experimento “in vitro”, científicos cordobeses lograron detener su efecto tóxico con té de Jarilla, una especie autóctona utilizada en medicina popular contra la fiebre.
El Hacre (Hidroarcenicismo crónico regional endémico) se manifiesta como un problema dérmico, con manchas oscuras que aparecen inicialmente en las palmas de las manos, las plantas de los pies y se extienden al resto del cuerpo. Eventualmente, y con el tiempo, puede transformarse en cáncer de piel.
Por ingresar en el organismo en el agua, el arsénico es absorbido por el intestino y luego llega a todas las células a través de la sangre. Esto explica sus efectos nocivos a nivel hepático, renal y neurológico, pero también puede producir hipertensión y diabetes tipo 2.
Aunque la patología está documentada desde hace un siglo, todavía no existe cura. El problema sanitario se agrava porque muchos pacientes diagnosticados con Hacre continúan bebiendo el líquido contaminado debido a la imposibilidad de acceder al agua potable.
En este contexto, Guillermina Bongiovanni, investigadora del Conicet y docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), conduce un trabajo de investigación en el Instituto de Biología Celular, donde analiza el potencial protector de plantas medicinales autóctonas contra los efectos tóxicos de este metaloide.
El trabajo se fundamenta en que el arsénico produce estrés oxidativo. Al ser expuestas a ese elemento, las células se oxidan y cuando eso sucede, envejecen y allí aparece el Hacre. A partir de entonces puede ocurrir que la célula muera, lo que no tiene mayores consecuencias porque el organismo en general las recambia constantemente; o que se transforme para defenderse y así aparece el cáncer.
“Las plantas son fuentes de antioxidantes y en Argentina existen 602 especies nativas medicinales con potencial curativo. Junto con Elio Soria (médico) y los expertos en plantas nativas, Marta Goleniowski y Juan Cantero, empezamos a estudiarlas para encontrar algún principio antioxidante que resguarde las células del efecto del arsénico”, explicó la especialista al portal InfoUniversidades.
Entre esas plantas estaba la Jarilla (Larrea divaricata Cav.), con la cual los investigadores hicieron una especie de té. “La secamos en un sótano oscuro y fresco, la molimos y la dejamos reposar 24 horas en agua destilada fría. Probamos ese extracto en células expuestas al arsénico y no se produjo oxidación. También probamos la infusión en células sin arsénico y no observamos efectos tóxicos”, indicó.
Bongiovanni aclaró que se trata de un experimento in vitro, no aplicable a las personas enfermas. “Todavía estamos testeando muchas más plantas y analizando los extractos. El objetivo es purificarlos y luego probarlos en ratas, hasta llegar a un fitofármaco (remedio obtenido de plantas)”, concluyó.
Plantas que se adaptan al ambiente
De las 186 especies de plantas autóctonas registradas en Córdoba, el equipo que conduce la investigadora del Conicet Guillermina Bongiovanni analizó 17, a partir de las que produjeron y probaron 72 extractos. Así detectaron que algunas de ellas, procesadas como infusión, lograron un efecto protector. La que brindó resultados más provisorios fue la Jarilla.
“Si bien hasta el momento sabemos que protege de la oxidación, aún no
hemos identificado qué componente o conjunto de elementos es el que tiene esta propiedad antioxidante”, expresó la experta.
Las plantas fueron elegidas porque su adaptación es química. “Si la riegan con arsénico no puede desplazarse para evitarlo, lo único que puede hacer es producir moléculas que la protejan. Las plantas son una farmacia: tienen muchísimos compuestos porque permanentemente se están adaptando a las condiciones ambientales”, señaló.
El estudio sobre las plantas y el arsénico es interdisciplinario. Participan científicos de la UNC y centros de investigación de varios países.
Los beneficios de la infusión
La idea de los investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba de enfocarse en un té para combatir el arsénico obedece a que su purificación es más limpia -porque se realiza sin solventes tóxicos-, y a que la gente ya está acostumbrada a su consumo.
“Cuando se compruebe que ésta (por la Jarilla) u otra infusión ayuda a curar o combatir el hidroarsenicismo, y no es tóxica, se podrá indicar a las personas de las regiones contaminadas que lo tomen, porque sería la vía más simple para que llegue a la población”, afirmaron los expertos.

http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-18391-titulo-Investigan_un_t_para_combatir_el_arsnico

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Plantas: un hallazgo obliga a replantear su historia evolutiva

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Plantas: un hallazgo obliga a replantear su historia evolutiva

Posted on 02 marzo 2009 by hj

De la investigación participó un investigador argentino

 

Plantas: un hallazgo obliga a replantear su historia evolutiva

Alga roja de las costas de California que posee lignina Foto: Patrick Martone

 

Susana Gallardo
Para LA NACION

Hasta ahora se pensaba que la lignina, un componente de la madera, sólo estaba presente en las plantas terrestres. De hecho, esta sustancia es la que marca la diferencia entre las plantas terrestres y las acuáticas y fue la que les permitió a las primeras colonizar la superficie de la Tierra y diversificarse. Esto, que era casi un dogma, se encuentra ahora en discusión, pues un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, entre los que se encuentra un biólogo argentino, encontró lignina en un alga roja. El estudio se publicó en la revista Current Biology .

«Todas las plantas terrestres evolucionaron a partir de las algas verdes, y durante mucho tiempo los científicos aceptaron la idea de que la capacidad de sintetizar lignina surgió sólo cuando las plantas colonizaron el ambiente terrestre, hace unos 475 millones de años», explica el doctor José Manuel Estévez, investigador del Conicet, que acaba de reinstalarse en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA luego de su posdoctorado en Stanford. Y agrega: «La lignina les permitió a las plantas contrarrestar la fuerza de gravedad y alcanzar grandes alturas».

Según Estévez, «dado que las algas rojas y las verdes divergieron hace más de mil millones de años, el descubrimiento en esta alga roja sugiere que la maquinaria básica para producir lignina podría haber existido mucho antes de que las plantas colonizaran el ambiente terrestre».

La lignina (del latín lignum , que significa madera) cumple funciones esenciales para la vida de las plantas terrestres: proporciona rigidez a la pared celular y permite conducir agua desde la raíz hasta las hojas, pues forma una cubierta con poca afinidad por el agua, y ésta puede ser transportada sin mucha resistencia.

El embate de las olas

Las algas rojas en cuestión, que habitan en el Pacífico, en la costa de California, intrigaban al biólogo marino Patrick Martone, primer autor del trabajo, quien se preguntaba cómo estos vegetales no se desintegraban ante el embate de las olas. La clave podía estar en las mismas células, pero necesitaba la ayuda de especialistas en biología y química de paredes celulares. Precisamente Estévez tenía experiencia en el estudio químico de la pared celular de las algas rojas, pues ése había sido el tema de su tesis doctoral en la Fceyn. Sin dudar, puso manos a la obra.

«Empecé a estudiar esta alga y me llamó la atención que las células tenían una pared celular secundaria muy desarrollada, que nunca se había encontrado en estos organismos», destaca. En las plantas terrestres, la lignina se sintetiza en la pared celular secundaria.

«Hice algunos análisis químicos preliminares y, como las células del alga se parecían mucho a las que tienen lignina en las plantas, contacté a un especialista en lignina de la Universidad de Wisconsin, John Ralph. El encontró los monómeros que forman las moléculas de este compuesto con la misma estructura que se encuentra en plantas y no lo podía creer», relata Estévez, que actualmente trabaja en el Instituto de Fisiología, Biología y Neurociencias (Ifibyne), en la Fceyn.

Para identificar la sustancia, los investigadores emplearon anticuerpos específicos y aplicaron técnicas químicas. Ahora se están tomando muestras de algas y musgos de varias partes del mundo. En la Patagonia y la costa bonaerense hay algas rojas emparentadas con aquéllas.

La evolución de las plantas

Sin lignina, las plantas no podrían crecer como lo hacen. Pero ¿para qué la necesitan las algas, que están bien sostenidas por el agua? Lo cierto es que estas algas están sometidas a un estrés mecánico muy grande y los investigadores creen que eso pudo ser un detonante ambiental para inducir pequeñas cantidades de lignina en las células con pared secundaria.

«Descubrimientos como éste podrán ayudar a entender cómo, a lo largo de la evolución de las plantas, surgió la capacidad para producir tejidos con lignina, como por ejemplo la madera en los árboles», reflexiona Estévez.

Según este biólogo, la capacidad de los vegetales para sintetizar lignina pudo haber surgido al menos dos veces durante la evolución de los diferentes linajes de algas y plantas, como convergencia evolutiva. Otra posibilidad es que la lignina esté mucho más generalizada en muchos de los grupos intermedios entre las algas rojas y las plantas vasculares.

«Ahora buscamos los genes involucrados en la producción de la lignina», afirma Estévez. Conocer los genes y los pasos mediante los cuales se sintetiza esta sustancia permitiría modificarla para hacerla más biodegradable y entender mejor cómo se sintetiza lignina en los tejidos vegetales, lo que tendría potenciales consecuencias en el área de los biocombustibles, que se producen a partir de la biomasa vegetal compuesta en su mayor parte por lignina y polisacáridos como la celulosa. Lo más complejo del proceso es separar la celulosa de la lignina.

Centro de Divulgación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1104553

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Crean la luz más brillante de las logradas en un laboratorio

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Crean la luz más brillante de las logradas en un laboratorio

Posted on 02 febrero 2009 by hj

Física / Avance de investigadores argentinos.El equipo de investigación superó en cien veces su propio récord

 

Crean la luz más brillante de las logradas en un laboratorio

El «martillo líquido» en el que se observa el brillo de la burbuja de xenón Foto: Gentileza Instituto Balseiro

 

Nora Bär
LA NACION

Mediante una «transmutación» de dimensiones liliputienses, investigadores argentinos lograron batir su propio récord y crearon la luz más brillante de las logradas hasta ahora en un laboratorio. Lo hicieron convirtiendo sonido en luz con un «martillo líquido» de ácido fosfórico en el que comprimieron una burbuja infinitesimal de gas xenón.

«En nuestro anterior trabajo [publicado hace menos de un año y del que se informó en estas páginas], habíamos alcanzado una luminosidad un 60% mayor que el máximo logrado hasta ese momento -cuenta el ingeniero nuclear Fabián Bonetto, investigador del Conicet en el Laboratorio de Cavitación y Biotecnología, del Instituto Balseiro, en el Centro Atómico Bariloche-. En este nuevo estudio, utilizamos una técnica totalmente distinta y la aumentamos un 10.000%. Logramos la luz más intensa que se haya obtenido hasta ahora en el laboratorio, con sonoluminiscencia: cien veces más brillante que lo que se había conseguido hasta ahora.»

Esta luz intensísima, producida a partir de las oscilaciones de la burbuja de xenón, equivale a la que emitiría una lámpara incandescente de unos 400 vatios.

«Una bombita hogareña puede tener una potencia eléctrica de 100 vatios, o sea que la burbuja sería unas cuatro veces más brillante», compara Bonetto, que firma el trabajo que acaba de publicarse en Physical Review junto con Raúl Urteaga y Pablo García-Martínez.

El experimento, que alcanzó temperaturas de hasta 25.000 grados, ofrece conocimiento básico sobre el comportamiento de la materia, pero también la posibilidad de utilizarlo para develar fenómenos que hasta ahora era imposible estudiar en la Tierra.

«Hoy no existen hornos que funcionen a esa temperatura -explica el científico-. Con este fenómeno, uno podría emular reacciones químicas que se producen en la alta atmósfera, con la ventaja de que, a diferencia de lo que ocurría en nuestro trabajo previo, en el que la mínima cantidad de materia involucrada exigía instrumentos de detección con los que todavía no contamos, con esta tecnología tenemos 1000 veces más átomos involucrados, de modo que la hipótesis de utilizarlo como microrreactor químico se acerca mucho más a una posibilidad real.»

Para su estudio, los investigadores utilizaron un recipiente cilíndrico de vidrio de 20 cm de alto y 12 mm de diámetro, con ácido fosfórico a una concentración del 102% y una presión de xenón de 27 milibares o 27 milésimas de atmósfera.

«Dentro del cilindro, hacemos levitar una burbuja del gas noble xenón, de 50 micrones de diámetro -explica Bonetto-, mientras lo hacemos rotar a 29 hercios (29 veces por segundo) y lo agitamos en forma vertical 16 veces por segundo (equivalente a 16 hercios). Esto produce un sonido de muy baja frecuencia, prácticamente inaudible. Pero el violento colapso de la burbuja se oye como un martillazo. De allí, el nombre de «martillo líquido» con que se conoce el dispositivo. Es un sonido muy audible, casi molesto.»

Los científicos utilizaron una técnica de láser de características muy específicas para estudiar lo que ocurre durante esta «catástrofe» microscópica. «Sabiendo cómo cambia la burbuja en función del tiempo, podemos conocer la violencia del colapso», detalla Bonetto.

La sonoluminiscencia cautiva a los científicos desde que se descubrió, en 1989. Ocurre cuando una burbuja de gas colapsa tan fuertemente que la energía que concentra produce emisión de luz. Los investigadores estudian la creciente intensidad de los pulsos de luz y las temperaturas máximas que se obtienen con este efecto.

«El sonido hace oscilar la burbuja 30.000 veces por segundo -explica Bonetto-. Lo que produce la concentración de energía es el colapso no lineal que se produce en ella. Se expande lentamente (durante 30 microsegundos o 30 millones de picosegundos), se crea un vacío adentro y después colapsa violentamente. Durante ese colapso calienta el xenón (en algunas decenas de picosegundos) a temperaturas que son las que producen la emisión de luz y en las que el gas se hace líquido. Si uno colapsara de esa manera un Fiat Uno, terminaría con un cubito de un centímetro de lado. Es la fuente de luz blanca más rápida que se conoce.»

 Avance de investigadores argentinos.El equipo de investigación superó en cien veces su propio récord

   Protagonistas

  • FABIAN BONETTO

  • Ingeniero nuclear del Instituto Balseiro

 

  • RAUL URTEAGA

 

  • Primer autor del trabajo

 

  • PABLO LUIS GARCIA – MARTINEZ
    Segundo autor

 

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1095649

 

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Una falla de las células podría provocar esclerosis múltiple?

Posted on 14 julio 2007 by hj

Ese mecanismo acaba de ser descubierto por un equipo de investigadores del Conicet, liderado por Gabriel Rabinovich, con la colaboración de Jorge Correale del Instituto Fleni. El estudio fue publicado el domingo pasado en la revista Nature Inmunology. Allí, se demostró que los azúcares regulan las decisiones de vida y muerte de los glóbulos blancos, llamados linfocitos TH1 y TH17. Y todo se hace porque son blanco de una proteína —la galectina-1—, que el equipo de Rabinovich investiga desde 1998.

http://www.titularesonline.com.ar/

 

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