EN LOS PRIMEROS SEIS MESES DEL AÑO, CRECIERON 34% LAS EXPORTACIONES DE VINO A ESTADOS UNIDOS
Ejecutivos, financistas y celebridades que residen en la ciudad más famosa de Estados Unidos están dejando de lado las marcas europeas por ser excesivamente caras, y optan por nuestro vino, deslumbrados por el precio y la calidad de sus uvas.
Antes de partir a Southampton, Paul Schaye guarda una o dos botellas de malbec argentino. “Me gusta el sabor y el rico color. Y su precio no es exagerado”, dice Schaye, de 56 años, director gerente de Chestnut Hill Partners, con sede en Nueva York, una firma que ayuda a las compañías de capital riesgo a encontrar blancos de adquisición. En estos días, la gente de Hamptons, un balneario de Long Island adonde acuden financistas y celebridades, no está consintiendo, como solían hacerlo, marcas caras como Opus One, agrega Schaye. La bodega Opus One vende su mezcla estilo bordeaux cosecha del 2005 a u$s 190 por botella, mientras Schaye dice que paga u$s 18 a u$s 22 por un malbec.
El consumo de vinos argentinos en Estados Unidos está aumentando según la recesión global incita a los ricos a salir a la caza de gangas. Los primeros seis meses, las importaciones de la Argentina aumentaron 34% mientras los principales exportadores como Italia, Australia y Francia registraron desplomes de hasta 30 por ciento.
“Los vinos argentinos tienen muy buenos precios, y en estos tiempos de aprietos eso tiene mucho atractivo”, dice Juliette Pope, director de Vinos de Gramercy Tavern, de Nueva York, para quien el malbec es “exuberante y accesible”.
En general en Estados Unidos, el consumo está plano, según Frank Walters, director de Investigación de M. Shanken Communications, firma de consultoría con sede en Nueva York que publica la revista Wine Spectator. “El malbec es muy popular y está probablemente robándole ventas al merlot. Es adecuado al gusto estadounidense y tiene el precio correcto”, agrega.
En la Argentina, el malbec, una uva de origen francés, ha florecido bajo la luz solar intensa, el clima árido y el suelo pobre en nutrientes al pie de los Andes, según Nicolás Catena, cuya familia es dueña de Bodega Catena Zapata, en Mendoza. “Los sabores de la fruta son densos y aun así los taninos son muy suaves”, asegura, durante un almuerzo en el restaurante porteño Piegari Vitelli e Dolce. “Es una rara combinación para un nuevo vino mundial; por eso es popular en Estados Unidos”, sostiene.
En los primeros seis meses, las importaciones estadounidenses de vino argentino por volumen treparon 39%, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, mientras que las compras a Chile subieron 22%. Estados Unidos es el principal mercado de exportación de vino de la Argentina, con casi un tercio de todos los envíos en el primer semestre de 2009, según el grupo de investigación Caucasia Wine Thinking en Mendoza.
“Los productores de Mendoza y otras regiones están avanzando porque, a diferencia de competidores en Australia y Chile, no han inundado Estados Unidos con mezclas a granel a precios de descuento”, enfatiza Jay Miller, catador de The Wine Advocate, un boletín publicado por el crítico de vinos estadounidense Robert Parker.
“La mayoría del vino barato argentino se consume en el propio país, por lo que cuando empiezan a exportar, el nivel es muy bueno”, agrega Miller, cuya cobertura incluye Sudamérica y Australia, en una entrevista telefónica desde su casa de campo al norte de Baltimore.
Por su parte, la productora vitivinícola argentina Susana Balbo compara su mezcla Brioso de cabernet sauvignon, cabernet franc, petit verdot y malbec —que se vende por u$s 45 al por menor en Estados Unidos— con una botella de bordeaux francés de u$s 250. “Soy una fanática de los grandes vinos franceses, las mezclas”, explica Balbo, de 53 años, cuya bodega Dominio Del Plata se recorta contra un paisaje de picos andinos nevados.
“El principal impulsor de los vinos argentinos es la enorme calidad que tiene el vino relativo al precio”, enfatiza Jon Fredrikson, quien encabeza Gomberg, Fredrikson & Associates, una firma de investigación de vinos en Woodside, estado de California. “El malbec tiene el potencial de subir a niveles de volúmenes enormes y es posible que las ventas se quintupliquen durante los próximos cinco a ocho años”, añade Fredrikson.
Por su parte, Schaye explica que comenzó a beber malbec hace unos cuatro años, y que el varietal ha conquistado a muchos de sus amigos. “Eso es lo bello. Uno puede beber bien a un buen precio”, explica.
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