Las compras al exterior aumentaron 46% en 2010 ?contra 24% de las exportaciones; la inflación en dólares que hay en la Argentina torna los productos cada vez más baratos
Florencia Donovan
LA NACION
Meses de demora en la entrega de autos 0 kilómetro importados; precios de restaurantes como en Nueva York; falta de stock en locales de ropa; fletes de Brasil que llegan desbordados y salen semivacíos, y todos dicen que, en términos de dólares, Buenos Aires está casi tan cara como en el US$ 1 a $ 1. El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, mientras tanto, amedrenta a importadores y al comercio: que nadie importe, que nadie suba los precios. ¿Qué está pasando?.
La realidad es que como consecuencia del boom del consumo y la falta de inversión, las importaciones empiezan a ganar terreno en una economía en la que el tipo de cambio real se aprecia y encarece los productos argentinos frente al mundo. Según datos del Indec, en los primeros nueve meses del año, las importaciones crecieron a un ritmo del 46% anual, mientras que las exportaciones avanzaron al 24%. En otras palabras, de importar menos de US$ 3000 millones mensuales en igual período de 2009, hoy el país ya está comprando productos extranjeros por más de US$ 5300 millones mensuales.
Por efecto de la inflación local, la relación de competitividad con Brasil es de 2 a 1 (hace un año era de 2,5 a 1) a favor de la Argentina, mientras que con EE.UU. ya es de 1,18 a 1. Por ello, pese a que en la práctica importar no es una tarea fácil por los controles del Gobierno y la imposición de licencias no automáticas para una gran cantidad de productos, cuando se logra pasar la Aduana, lo extranjero hoy es muy competitivo frente a lo nacional.
«Cuando se comparan los números de importaciones con 2008 el crecimiento no parece tanto. Lo que pasó es que el año pasado los frenaron y mucho. Pero si bien Moreno tiene la mirada puesta en el superávit comercial [por el saldo que le queda al país entre los productos que vende al exterior y los que compra], la inflación termina incentivando las importaciones», explica Milagros Gismondi, economista de Orlando Ferreres & Asociados. «Por un lado, como se aprecia el tipo de cambio real, se puede importar relativamente barato. Por el otro, también la industria tiene la necesidad de importar bienes intermedios para seguir produciendo y satisfacer la demanda, que es mucho mayor que la oferta.»
En rigor, gran parte del incremento de las importaciones (el 83%) responde a un aumento del ingreso de bienes intermedios, suministros industriales y piezas y accesorios para bienes de capital, todos usos relacionados con la industria. En cambio, tienen escaso peso relativo los bienes de consumo -juguetes, calzado, electrónica, textiles o alimentos-, los más restringidos por Moreno, ya que si bien éstos están creciendo al 28% con respecto a enero-septiembre de 2009, sólo tienen una participación del 8% en el crecimiento total de las importaciones.
Sin embargo, como el promedio de la industria argentina está trabajando por encima del 75% de su capacidad instalada, ante un consumo sostenido, no pocos sectores comienzan a echar mano a bienes extranjeros para hacer frente a una demanda angurrienta. Después de todo, es menos riesgoso que invertir en ampliar plantas o comprar bienes de capital, más aún considerando que se trata de un año preelectoral, con más dudas que certezas y varios temas clave que se mantienen irresueltos, como la provisión de energía.
Sin ir más lejos, según destaca Abel Viglione, economista de FIEL, «por un error de la política interna hacia el sector» el de combustibles es hoy otro de los rubros que más crecen en términos de importaciones: aumentó 61% -muy por encima de la media- en lo que va del año hasta septiembre, y poco a poco se transforma en otro de los productos extranjeros más demandados.
«Es lógico que uno vea una mayor cantidad de importaciones, porque los productores que frenaron algún proceso de expansión por la crisis de 2008, para abastecer esa demanda la compensan con importaciones», dice el economista Dante Sica, dueño de la consultora Abeceb.com. «Pero no hay un problema generalizado de que se esté reemplazando la producción local, sino que la están complementando», aclara. Aunque no muchos lo reconocen, en una compañía de alimentos admitieron a La Nacion que en algunos momentos del año debieron importar algunos productos puntuales, que no llegaron a abastecer con sus fábricas locales.
De no ser por el impulso de la industria automotriz y metalmecánica, destacan los economistas consultados, el crecimiento de la producción industrial local es moderado e incluso bajo. De acuerdo con el Indice de Producción Industrial (IPI), que elabora el estudio de Orlando Ferreres & Asociados, la actividad industrial creció en octubre 9,4% anual, pero sólo la dinámica automotriz explica el 69% del crecimiento acumulado en el año. En 2010, la producción local de autos se ubicaría en torno a las 700.000 unidades, un récord histórico, gracias a la fuerte demanda local y de Brasil, destino principal de las exportaciones de autos argentinos. Aunque, al cierre del año, la Argentina también habrá importado más autos del país vecino de los que le habrá exportado.
No por nada, dice Gismondi, mientras que en el segundo trimestre se crearon 89.000 puestos de trabajo en el sector registrado con respecto a igual período de 2008, en la industria se perdieron 31.000.
Menos incentivos
«Lo que vemos es que la economía no tiene inversión, por lo menos, no inversión estructural. Esa es una de las causas por las que están aumentando las importaciones», coincide Marcelo Elizondo, responsable de Desarrollo de Negocios Internacional (DNI), una consultora especializada en temas de comercio exterior. «Más que un modelo productivo, el de la Argentina es un modelo de consumo. Y cuando el consumo no arrastra inversión doméstica, hay importación», ilustra.
El problema es que, a medida que se instala un panorama de inflación de dos dígitos -y para el año que viene los economistas ya prevén un aumento de precios de 30%-, se adueña de los empresarios una preocupación por los márgenes de rentabilidad y, tal como señala Rodrigo Alvarez, economista jefe de Ecolatina, la Argentina pierde potencial inversor. «Ningún empresario ve un crecimiento de los costos en dólares de un dígito, todos ven dos dígitos. Esto te deja rápidamente fuera de la competencia; lamentablemente, la Argentina está perdiendo inversiones contra otras economías de la región», dice Alvarez.
El presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, admite que la inflación no ayuda para fomentar nuevas inversiones. «[La inflación] es una manera desordenada de reajustar la economía», subraya, aunque es de los que consideran que el Gobierno no debería intervenir para contener las importaciones, sino que debería dejar que funcionen libremente las reglas del mercado.
Entre los industriales esgrimen que es sólo una cuestión de tiempo y de crédito hasta que la industria se ponga al día con la demanda. «Ante un aumento de la demanda tan fuerte, siempre la respuesta del sector productivo demora un poco», dice Carlos Garrera, presidente de la Federación de Industriales de Santa Fe. «Para poder dar respuesta hay que hacer desarrollo de producto, y ese desarrollo no es inmediato.» En tanto que, Osvaldo Rial presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (Uipba), atribuye a la falta de financiamiento de mediano y largo plazo los escasos niveles de inversión. «Sí o sí hay que aumentar la oferta y para eso se necesita crédito, que es una de las asignaturas pendientes de la Argentina. En el sector privado, hoy se alienta el financiamiento al consumo, no a la industria», afirma Rial. «Si tuviéramos un banco de desarrollo habría una explosión de inversión», se entusiasma.
Una dinámica que inquieta
Pero hasta que la inversión realmente despegue, coinciden los economistas consultados, las importaciones seguirían creciendo a un ritmo mucho más acelerado que el de las exportaciones. Más aún considerando que el año viene, con las elecciones en puerta, será difícil que el Gobierno quiera imponer un freno en el consumo.
De ahí que, algunos se arriesgan a anticipar que Moreno, hasta ahora cerebro de los industriales argentinos, podría flexibilizar de a poco algunos de sus cerrojos. En 2009 el secretario de Comercio comenzó una cruzada para limitar las importaciones, con la intención de restringir la salida de divisas del país. Entonces, había una fuerte fuga de capitales, producto de la incertidumbre que generaban las elecciones legislativas que marcaron la primera derrota del kirchnerismo en las urnas.
Aunque el punto más fuerte de su política se vivió en marzo de este año, cuando en represalia a la restricción de bienes de consumo chinos, el gigante asiático dejó de comprar aceite de soja de la Argentino.
El superávit comercial de la Argentina seguiría por ende achicándose. Ya el saldo entre las exportaciones e importaciones es, a septiembre de este año, 21% inferior al registrado en igual período de 2009 y 3,5% superior al de 2008. Y, para todo 2010, Gismondi estima un balance positivo de US$ 12.884 millones (24,1% más bajo que en 2009 y sólo 2,3% superior al de 2008).
«Acá el problema no es la foto, es la tendencia. Si seguimos así, pronto estaremos en problemas», sentencia Elizondo.
92%
ingreso de autos
Es el porcentaje que creció la importación de vehículos automotores de pasajeros hasta septiembre, según el Indec.
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MADE IN BRASIL
El déficit comercial de la Argentina con Brasil está creciendo. Sumaba, a septiembre, US$ 2175 millones.
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http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1326644