Ganó Narváez y ahora reina también como supermosca
Ya está. Se dio el gusto Omar Narváez ante un Luna Park completo, con la imagen de sus mejores noches. Ahora es doble campeón. Porque al título de supercampeón de los moscas de la OMB le agregó el de los supermoscas que estaba vacante. Y para lograrlo debió vencer en doce intensos asaltos al nicaragüense Everth Briceño. Si se juzga el desarrollo por la amplitud de los números de los jurados podría pensarse que ganó con absoluta facilidad. Porque el panameño Ignacio Robles y el portorriqueño César Ramos marcaron el mismo puntaje: 117-108, mientras que el argentino Ramón Cerdán dio 118-107. La tarjeta de Clarin fue de 118-109. Sin embargo le costó al chubutense adjudicarse la victoria asalto por asalto. Porque resultó mañoso el visitante. Se adelantaba con la cabeza en punta y le produjo heridas en las dos cejas (en el séptimo y en el duodécimo). Pero se plantaba bien Briceño. No lo impresionaba el sonido del estadio. Cuando avanzaba tiraba golpes largos y certeros. Lo favorecía su contextura (es un supermosca natural) y el alcance de brazos.
Por eso no lució Narváez. Porque los cruces entre un zurdo y un derecho pierden calidades. Por eso empezó a escalar en la pelea con ráfagas, especialmente sobre el final de cada capítulo. No tuvo la elegancia boxística de otras veces. Porque debió luchar y sufrir ante los peligrosos arrebatos de Briceño con su cabeza. El árbitro portorriqueño Luis Pabón le descontó un punto por golpe bajo en el quinto asalto. Y dos veces los cabezazos (ocatavo y undécimo)..
Ganaba los asaltos Narváez. Pero por el canto de una uña. Y computando los descuentos la distancia se hizo grande. Pareció algo más lento el campeón. Como si ese kilo y medio de más por el cambio de peso se hubiera manifestado exageradamente. Pero, claro, con las lastimaduras y las prevenciones fue destiñiendo su rendimiento.
Ganó con nitidez. Pero recién en el penúltimo round pudo sacar a relucir su estirpe de campeón. Bajó los brazos y esquivó como un torero los embates del nicaragüense. Y volvió con algunas ráfagas que conmovieron a su adversario. La imagen del final fue dramática. Porque por mucho que no fueran profundas, sangraban las heridas del campeón. Y también presentó un corte en su ceja derecha el nicaragüense. La ovación del final fue el justo premio para un campeón de raza, que esta vez se vistió de overol, como se decía antiguamente. Porque sigue el invicto en pie tras 34 peleas con 32 victorias y dos empates. Porque ya batido el récord de defensas de Carlos Monzón ahora también igualó la marca de Falucho Laciar de ser el rey de dos categorías. Pero el zurdo de Trelew ya era supercampeón. Con el derecho de los grandes.
http://www.clarin.com/diario/2010/05/16/deportes/d-02196249.htm
