Fuente : http://www.youtube.com/watch?v=jc9DMAKH-b4&feature=player_embedded
Las Doctoras Alina Greslebin y Ludmila La Manna han realizado diversos estudios sobre la mortalidad que sufren los bosques de Austrocedrus chilensis (ciprés de la cordillera). La primer noticia de esta enfermedad, conocida como “mal del ciprés” se tuvo en 1948 en Isla Victoria (provincia de Neuquén), pero recién en 2005 se determinó su origen, esto no impidió que se extendiera por todo el bosque andino patagónico.
Luego de cinco años de investigación La Dra. Greslebin determinó que el “mal del ciprés” es causado por un patógeno de las raíces (Phytophthora austrocedrae). Este es un “moho acuático” que se produce por medio de esporas flageladas (zoosporas) que requieren de agua libre en el suelo para movilizarse. Así, su propagación se ve favorecida cuando la humedad del suelo es alta, siendo esta condición un factor que predispone a sufrir la enfermedad. Phytophthora austrocedrae es una especie recientemente descripta, y aún no sabemos si es nativa o introducida.
La sintomatología de este mal se caracteriza por el amarillamiento del follaje, luego vendrá la desfoliación progresiva de los cipreses que irremediablemente los conduce a la muerte. Otros síntomas son la disminución del crecimiento; el deterioro de las raíces a causa de pudriciones generadas por hongos saprófitos.
Determinar el origen de esta enfermedad llevó a las investigadoras a realizar distintos estudios, uno de ellos fue analizar la composición de los suelos donde crecen los cipreses. “Si bien, ya se conoce el causante del mal, aun estamos estudiando la dinámica de la enfermedad”, afirmó Ludmila La Manna.
Los primeros estudios se hicieron a nivel de micrositio, en el Valle 16 de octubre y Epuyén (provincia de Chubut), El Bolsón y Bariloche (provincia de Río Negro). Este estudio consistió en evaluar qué diferencias había en el suelo donde el bosque estaba enfermo, respecto al suelo donde el bosque permanecía sano. De este trabajo de campo surgió que las áreas peor drenadas, donde hay un exceso de humedad en el suelo, son las que tienen más cipreses enfermos.
En esta región es común encontrar suelos con arcilla de origen glacial. Del estudio surge que los suelos donde la arcilla está más cercana a la superficie, generando un mal drenaje, y exceso de agua porque la arcilla es poco permeable, son los sitios con mayores posibilidades de enfermarse. También son sitios de riesgo aquellos cercanos a cursos de agua. Los suelos mal drenados favorecen la aparición y dispersión de Phytophthora (recordemos que es un “moho acuático”).
Luego del estudio de micrositio, recuerda Ludmila La Manna, “pasamos a otra escala de análisis, y comenzamos a mirar la enfermedad desde una escala de paisaje”. A partir de imágenes satelitales, se generó un mapa de distribución de la enfermedad para el Valle 16 de Octubre, abarcando desde Trevelin hasta el límite con Chile, que es un área donde la enfermedad avanzó vertiginosamente”.
“Para conocer el patrón de avance se realizó un mapa de riesgo de la enfermedad que permitió determinar qué áreas tienen riesgo de enfermarse”, comentó Ludmila La Manna. El objetivo de las investigadoras es impedir que esta enfermedad siga avanzando a través del bosque nativo y contribuir a la regeneración de los sectores afectados por el mal.
MAPA DE RIESGO
Recientemente se generó un modelo de riesgo de ocurrencia del Mal del Ciprés para el Valle 16 de Octubre (Chubut) basado en variables de sitio (distancia a cursos de agua, pendiente, exposición, precipitación y contenido de arcilla del suelo) que muestra que el área de distribución potencial de la enfermedad cubre 3075 hectáreas, de las cuales sólo 815 presentan actualmente síntomas.
Esto indica que existe un alto riesgo de expansión de la enfermedad y que es necesario tomar medidas de manejo del bosque que minimicen la propagación del patógeno. Entre ellas se pueden mencionar: Evitar el tránsito de personas y animales por sitios enfermos y la explotación maderera del bosque en la temporada de lluvias (otoño/invierno) dado que en ese período el inóculo es muy abundante.
Si se trasladan elementos (herramientas, ruedas de vehículo, zapatos) desde sitios enfermos a sitios sanos, limpiar cuidadosamente el barro adherido. No extraer plantas de bosques enfermos y llevarlas hacia otros sitios (bosques o jardines).
Favorecer la protección y la regeneración de los bosques sanos, particularmente aquellos ubicados en sitios con bajo riesgo de ocurrencia de la enfermedad, para lo cual es imprescindible un manejo restrictivo del ganado.
Contenidos: PRENSA UNPSJB
Norma Escalante
Daniel Pichl
http://www.unp.edu.ar/noticias/noticias/2009-08-21-lamanna.htm
http://www.conicet.gov.ar/NOTICIAS/portal/noticia.php?n=4679&t=4