Luis María Mondino tiene 24 años y en 2005 sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) que lo dejó postrado. Sus compañeros de toda la vida, aquellos con los que cursó desde jardín hasta quinto año, se propusieron una cruzada solidaria: en un mes juntaron los 20 mil pesos que costaba una silla de ruedas mecánica y se la regalaron el día de su cumpleaños. Así, Luis pudo volver a la facultad y desplazarse. En el medio hubo rifas, recitales, obras de teatro y afecto, mucho afecto. Por eso, hoy a las 12 todos tendrán su reconocimiento en el Concejo Municipal.
???En un instante la vida de Luis cambió por completo. El ACV le paralizó la mayor parte del cuerpo y no pudo volver a hablar ni a ver con precisión. La familia y los amigos fueron su fuerza. Una promoción de 42 compañeros se unió para comprarle una silla de ruedas mecánica que le devolvió la autonomía y le permitió volver a la facultad, pasear y disfrutar de la vida como nunca lo había pensado.
???Todo comenzó el 18 de octubre de 2005, cuando sintió un cosquilleo en la pierna, se sentó y nunca más se pudo levantar. Se dio cuenta de que tampoco podía tragar y en un instante el rumbo de su vida cambió para siempre. La mamá, Alicia, los hermanos y la promoción 2002 del colegio «Virgen del Rosario» formaron un equipo que tuvo un solo objetivo: recuperarlo y darle la mejor calidad de vida. Se lanzaron a una cruzada que parecía imposible: juntar en un mes 20 mil pesos para comprar una silla de ruedas mecánica que le permitiera moverse por sus medios.
Una meta
?»Cuando me enteré de lo que le había pasado a Luis no lo podía creer, el panorama era tremendo», relata Gonzalo Alonso, uno de sus mejores amigos. La vida de Luis era normal, estudiaba y trabajaba en un telecentro hasta que el ACV modificó las cosas. Hoy no puede caminar. Ve, pero no tiene capacidad para fijar la vista, y para estudiar tiene que ponerse un parche en un ojo.
???Después del ACV, sus amigos emprendieron una cruzada solidaria. «Teníamos que lograr que Luis pudiera desplazarse solo». Y con ese objetivo comenzaron la búsqueda de una silla de ruedas con motor.
???»Costaban de 20 mil pesos para arriba, parecía imposible», recuerda Gustavo. En medio de esa búsqueda desesperada encontraron a una mujer que vendía una silla de ruedas usada. «Llevamos a Luis para que la probara», dice Gonzalo, respira hondo y subraya: «La cara de felicidad de mi amigo ese día, no se me borró más. Me prometí que conseguiría esa silla que costaba 20 mil pesos».
???Otros ocho amigos, contagiados por Gonzalo, diagramaron un calendario. Era agosto de 2008 y se propusieron llegar al 26 de septiembre de ese año, día del cumpleaños de Luis, para juntar el dinero y regalarle la tan preciada silla.
Desde cero
???Hicieron chocolateadas, obras de teatro y rifas. Se aproximaba el 26 de septiembre. Por esos días llamó la dueña de la silla. Los chicos le confesaron que con mucho sacrificio llegarían a 15 mil pesos. Gonzalo le contó que su ilusión era entregarle a Luis la silla el día del cumpleaños. «La mujer empezó a llorar y me dijo que ese día era el aniversario de su hijo (que había fallecido) y cerró en 15 mil», recuerda. Finalmente consiguieron 5 mil más y compraron una notebook para que utilizara en las clases que toma en la facultad y hasta pagaron la comida del cumpleaños.
???Y llegó el cumpleaños. El 26 de septiembre Luis lo festejó junto a sus 42 compañeros. Cuando llegó la hora de cantar el feliz cumpleaños las luces se apagaron. En vez de entrar una torta, ingresó al salón la silla mecánica que tiene hasta luces propias. Luis no podía creerlo. Ninguno de los amigos pudo disimular la alegría y la emoción. Y la fuerza del afecto derrumbó todos los imposibles.
Luis no tenía obra social, así que partían de cero. Entre muchas gestiones consiguieron el apoyo total del colegio donde cursaron desde jardín de cuatro hasta quinto año. Y sin dudarlo se sumaron los 42 compañeros de clases. «Fue muy duro para mí y mi familia, pero gracias a su ayuda pude salir adelante», le cuenta Luis a La?Capital. En la actualidad estudia en la Facultad de Derecho de la UNR, proyecta especializarse en sociedades y cursar ciencia política «si la vida no me da otra sorpresa», ironiza.
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