En Balnearia, un curso de un colegio secundario decidió encarar por su cuenta la búsqueda de materiales y la obra. Un proyecto solidario que ya llegó al techo

Manos en plena obra. Los chicos son solidarios y al mismo tiempo aprenden el oficio de construir casas (La Voz)
Ya casi no se escuchan en esta localidad del noreste cordobés las voces que se levantaron para criticar la iniciativa de un grupo de 23 adolescentes, que cursan cuarto año en el Instituto Santa Teresita, de construir una vivienda para una familia cuyo jefe de hogar es un vecino que está casi incapacitado por la diabetes.
“¿No van al colegio a estudiar y ahora se dedican a la albañilería?”. “¿Por qué a ese tipo, si cuando era joven se la pasó borracho?”. “ Yo colaboraría, pero para ése no…”. Esas fueron algunas respuestas que los chicos escucharon cuando salieron por el pueblo a buscar colaboración para comprar ladrillos y material de construcción.
Durante agosto, recorrieron la localidad ofreciendo un bono de tres pesos, que es lo que cuesta cada ladrillo de block. “Hubo mucha gente que colaboró sin problemas pero hubo otra que nos criticó. Nosotros les decíamos que nadie los obligaba a colaborar”, apuntó Vanesa Romero, una de las alumnas.
Lourdes Arce contó que se enteraron por un compañero que Ramón y su familia estaban viviendo en un precario conventillo porque no podía terminar su casa, que apenas quedó en los cimientos. “Discutimos la idea entre todos y decidimos construirla nosotros”, agregó. “Una mano, una ayuda” llamaron al proyecto, presentado en el concurso “Nosotros Queremos” que organiza la Fundación Inclusión Social Sustentable.
“Ramón está muy enfermo y tiene dos nenes. Están muy contentos con su nueva casita. Su señora también nos ayuda alcanzando los baldes”, señaló Lourdes.
Sin materiales ni conocimiento en construcción, los chicos comenzaron a pedir asesoramiento.
La Municipalidad de Balnearia puso a disposición a un empleado capacitado en obras. El papá de Germán, uno de los chicos del grupo, es albañil y se sumó como “asesor”.
Donaciones. “Como el proyecto contempla la realización de alianzas con instituciones y comercios, un grupo se encarga de hablar con las mutuales, ferreterías y otros negocios para que nos ayuden con materiales”, expuso Mariam Paz.
“Hoy estamos conformes con el apoyo que la comunidad de Balnearia nos está dando porque no sólo compraron los bonos sino que nos donaron sanitarios, pintura, ventanas, y hay quienes harán la instalación de agua y la eléctrica”, resaltó Vanesa.
Despacio, aprendiendo de a poco, los chicos ya levantaron las paredes de dos dormitorios, baño y cocina y han llegado al techo. “De lunes a viernes, fuera del horario de clase, vamos a la casita y trabajamos. Al principio no sabíamos hacer nada pero nos enseñaron a preparar la mezcla, a tender el hilo, a poner la regla, a manejar la plomada y nos largamos”, señaló Vanesa.
Mariam cuenta que cuando les comentó a sus padres que construirían una casa no le creyeron.
Por estos días, la construcción avanza a un ritmo más lento porque necesitan las chapas para el techo y no reunieron aún el dinero para comprarlas. “Tal vez alguna empresa grande pueda donarlas pero si no es así pediremos, de nuevo, la colaboración de la gente”, acotó Vanesa.
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