El complejo conjunto de engranajes de bronce conocido como mecanismo de Anticitera no solo es una pieza inusualmente avanzada para la época en que se creó. Un nuevo estudio de este dispositivo de más de 2.000 años encontrado en un naufragio cerca de la isla de Anticitera, en Grecia, ha revelado que es incluso más antiguo de lo que se creía.
El mecanismo de Anticitera forma parte de un valioso yacimiento arqueológico hallado en 1901, en el naufragio de un antiguo barco griego. Se trata de un complejo mecanismo de bronce, similar a un reloj, que servía para calcular la periodicidad de los eclipses de sol y luna, así como la posición de los planetas conocidos en la época.
Diversas dataciones realizadas en los años 70 calculaban que esta máquina, a la que muchos se refieren como el ordenador más antiguo del mundo, se construyó hacia el año 87 antes de Cristo. Sin embargo, Christián C. Carman, historiador de la Universidad Nacional de Quilmes, en Argentina, y James Evans, físico de la Universidad Puget Sound en Washington, creen que es al menos un siglo más antiguo.
El misterioso mecanismo de Anticitera es más antiguo de lo que se creía
Carman y Evans han estudiado las inscripciones griegas del mecanismo, y han concluido que las fórmulas utilizadas en el cálculo de los eclipses no pertenecen a trigonometría griega, sino a aritmética de origen babilonio. El calendario del objeto se inicia en el año 2o5 antes de Cristo, siete años después de la muerte de Arquímedes. Carman y Evans creen que su construcción data de en torno al año 100 a 150 antes de Cristo.
El misterioso mecanismo de Anticitera es más antiguo de lo que se creía
Lo que sigue siendo un misterio es para qué se utilizaba exactamente el mecanismo de Anticitera. Los últimos estudios indican que la máquina se guardaba dentro de una caja de madera desde la que se podían apreciar los engranajes, y que se activaba mediante una palanca en el lateral. Aparte de para predecir eclipses, el dispositivo permitía calcular la posición astronómica del Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Saturno y Júpiter. También marcaba la fecha de los juegos olímpicos, y contiene una referencia a unos juegos celebrados en Rodas, que es donde se cree que lo construyeron.
Independientemente de para qué lo usaban, tuvieron que pasar mil años más para que se volviera a construir un objeto de semejante complejidad. El lugar donde se descubrió el mecanismo se encuentra a bastante profundidad, y aún se siguen encontrando nuevos objetos. Quizá en el futuro se hallen nuevas partes del objeto que aclaren su función. [Archive for History of Exact Sciences vía Smithsonian].
Así lo muestran los resultados preliminares de un estudio en el país; en un segundo trabajo identificaron una proteína que podría abrir camino al desarrollo de un tratamiento
Dos estudios, uno en el país y otro en Canadá, pero ambos con investigadores argentinos, abren nuevas perspectivas en la enfermedad celíaca y avanzan en uno de sus enigmas: las fracturas. De hecho, una revisión de 16 estudios publicados muestra que la enfermedad duplica el riesgo de quebrarse un hueso, aunque en la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism sólo se describen posibles explicaciones.
Mientras, aquí, un equipo del Hospital Udaondo y del Instituto de Diagnóstico e Investigaciones Metabólicas (IDIM) logró en un año contrarrestar en mujeres jóvenes el debilitamiento de los huesos que causa la enfermedad y que nunca se había podido ver en imágenes.
Para eso utilizó una receta simple: la dieta libre de gluten reforzada con lácteos y vitamina D, si es necesario. «Es la primera vez que se describe con tanta profundidad la microarquitectura ósea en las personas con enfermedad celíaca», comentó la doctora María Belén Zanchetta, especialista en endocrinología y osteología y autora principal del único estudio sobre celiaquía que se presentó en el último congreso de la Sociedad Estadounidense de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral.
Con los médicos de la Clínica de Intestino Delgado del Udaondo, que dirige el doctor Julio Bai, seleccionaron a 30 mujeres jóvenes con enfermedad celíaca recién diagnosticada y a 22 con otros trastornos gastroenterológicos. En el IDIM hicieron análisis de laboratorio, una densitometría e imágenes de la tibia y el radio de cada una de las 52 jóvenes. Con un equipo que genera imágenes tridimensionales de un corte transversal de los huesos, por primera vez se pudo visualizar por qué aumenta el riesgo de fracturas en las mujeres celíacas premenopáusicas.
«Detectamos una pérdida significativa del hueso trabecular, una red ósea interconectada que en las participantes sin la enfermedad tenía una trama cerrada, pareja, con uniones del mismo tamaño -contó Zanchetta-. En las celíacas, las trabéculas estaban afinadas hasta desconectarse por la pérdida de calcio.»
Durante un año, las mujeres celíacas hicieron la dieta libre de gluten reforzada con lácteos para ingerir entre 1000 y 1500 UI de calcio por día. Si tenían déficit de vitamina D, usaban un suplemento. «Era éticamente incorrecto no tratarlas con el suplemento, pero fue lo único que utilizamos además de la dieta», dijo.
Al año, las mujeres habían recuperado un 9% del tejido trabecular. «La intervención aumenta el volumen de las trabéculas -precisó Zanchetta-. No es tanta la diferencia con las mujeres sin enfermedad celíaca, pero aún es estadísticamente significativa. Pero, en este primer año, mejoraron los valores de vitamina D y la salud ósea general. Pensamos que van a seguir mejorando. Son los primeros resultados.»
UNA PROTEÍNA PROMISORIA
En otro estudio, el mismo equipo del Udaondo con investigadores de la Universidad de MacMaster de Canadá y el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia descubrieron una proteína que sería «clave» en la respuesta inmunológica de las personas sensibles al gluten del trigo, la avena, la cebada y el centeno (TACC). Esa reacción destruye la mucosa intestinal y provoca los síntomas de la enfermedad (diarrea, dolor abdominal, malnutrición y anemia, entre otros).
Esto podría abrir un camino para diseñar una terapia alternativa a la dieta sin TACC, que no siempre es fácil de cumplir. Los alimentos sin gluten cuestan tres veces más que sus versiones comunes.
Los equipos que lideraron Bai y la doctora Elena Verdú, profesora adjunta del Instituto Farncombe de MacMaster, detectaron que las personas celíacas tienen menos elafina, una proteína de la mucosa intestinal, que las personas sin la enfermedad.
«Exploramos si los niveles de elafina estaban alterados en los pacientes con enfermedad celíaca activa -contó Verdú a LA NACION-. Y en ellos detectamos una disminución significativa comparado con los pacientes tratados con la dieta libre de gluten y las personas sin enfermedad celíaca.» Lo atribuyó quizás al daño de la mucosa [del intestino delgado] que causa la enfermedad y la pérdida pasiva de la elafina. «Sin embargo -agregó-, en un estudio in vitro comprobamos que la elafina retarda el proceso de [modificación] del gluten.»
El doctor Edgardo Smecuol, coautor del estudio, explicó que cuando las personas celíacas comen un alimento con gluten, el organismo no lo puede digerir y se liberan sustancias (péptidos) que generan inflamación. Una enzima (transglutaminasa) la amplifica.
«La elafina interactúa con la transglutaminasa y reduce la reacción que incrementa la toxicidad de los péptidos del gluten maldigeridos -indicó Smecuol-. En los ratones, la administración de elafina protegió la mucosa intestinal del daño que induce el gluten.»
Bai recordó que uno de los principales problemas de las personas que tienen que evitar el gluten de por vida son las fuentes ocultas de la proteína. «De ahí la necesidad de contar con terapias alternativas a la dieta sin TACC -destacó-. Estos resultados abrirían la posibilidad de que la elafina sea un nuevo adyuvante. Podría agregarle flexibilidad a la dieta restrictiva por el resto de la vida, mejorar la calidad de vida y, también, acelerar la curación de la lesión celíaca.»
Y, según esperan los investigadores, hasta podría servir para tratar la sensibilidad al gluten no celíaca, un trastorno que, de acuerdo con lo que comentó Bai, se detecta cada vez más en los consultorios.
En el país, de acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud, unas 400.000 personas son celíacas, pero menos de un cuarto lo saben.
Ambos estudios se presentaron durante el último Congreso Argentino de Gastroenterología y Endoscopia Digestiva, que se realizó en el país.
IMÁGENES ÚNICAS
Por primera vez, se registró el efecto óseo en las mujeres jóvenes
Foto: LA NACION
Con enfermedad celíaca
El corte transversal de uno de los huesos del brazo revela un cambio significativo de la red ósea interna (trabéculas)
Sin enfermedad celíaca
La misma imagen en mujeres de la misma edad, pero sin celiaquía, muestra la trama cerrada y pareja del hueso trabecular
Expertos en seguridad informática de la Fundación Sadosky, dependiente del Ministerio de Ciencia, comprobaron problemas de seguridad en las aplicaciones PicsArt, MercadoLibre y Prey Anti Robos para el sistema operativo Android.
Investigadores del Programa de Seguridad en TIC de la Fundación Sadosky descubrieron vulnerabilidades en aplicaciones de PicsArt, MercadoLibre y Prey Anti Robos para el sistema operativo Android. Hasta la publicación de los boletines de seguridad por parte de la Fundación, y habiendo cumplido con el proceso de reporte de problemas con los desarrolladores de las aplicaciones, MercadoLibre y Prey Anti robos lanzaron actualizaciones con los inconvenientes solucionados, mientras que PicsArt todavía es permeable a vulnerabilidades.
PicsArt permite a sus usuarios tomar, editar, publicar y compartir fotos directamente desde la aplicación móvil en el sitio web propio y en redes sociales como Facebook, Twitter y Google+. Según el fabricante, la aplicación fue instalada más de 175 millones de veces, crece mensualmente en 7 millones de descargas y tiene 45 millones de usuarios registrados activos por mes.
Originalmente, esta aplicación para Android no utilizaba HTTPS para enviar datos sensibles a sus servidores, permitiendo que un atacante tomara el control de cuentas de usuarios con solo capturar el tráfico de red. Después que la Fundación reportara el problema a los desarrolladores, la aplicación empezó a utilizar HTTPS pero sin validar los certificados SSL presentados por el servidor al establecerse la comunicación, lo que permite realizar ataques de intermediación (Man-In-The-Middle). La consecuencia es que un atacante todavía puede obtener el control de la cuenta de un usuario cualquiera de PicsArt.
Otro inconveniente registrado fue que, durante el procedimiento de inicio de sesión, el servidor de PicsArt no verifica que los tokens de acceso de Google+, Facebook y Twitter sean válidos. Como consecuencia, un atacante puede enviar un pedido de inicio de sesión dando el identificador de cualquier usuario de una red social y obtener las credenciales de PicsArt asociadas a ese usuario de Google+, Facebook o Twitter. Esto permite al atacante obtener acceso a cualquier cuenta de un usuario de PicsArt creada a partir de una cuenta de red social de terceros. Además, el atacante puede también obtener los tokens de acceso para cuentas en redes sociales de terceros (Facebook, Twitter, Google+) de cualquier usuario de PicsArt. Este problema afecta a todos los usuarios de PicsArt que accedan a su cuenta mediante Google+, Facebook o Twitter.
Una solución para evitar que los atacantes comprometan sus cuentas de Facebook, Twitter o Google+ es deshabilitar el acceso de la aplicación PicsArt a su perfil. Se recomienda a los usuarios preocupados por la protección de su privacidad y la seguridad de sus datos personales dejar de usar la aplicación hasta tanto el fabricante publique una versión que realice correctamente la validación de los certificados SSL y solucione el problema de verificación de credenciales de acceso en el servidor.
MercadoLibre es una empresa dedicada al comercio electrónico y servicios relacionados que opera en 13 paises. Registra entre 10 y 50 millones de instalaciones según datos de Google Play. Las versiones vulnerables de la aplicación para Android no verifican que el certificado SSL presentado por el servidor sea válido. Como resultado es posible realizar ataques de intermediación (Man-in-the-Middle) al tráfico entre la aplicación y el servidor utilizando certificados SSL fraguados y capturar información sensible del usuario, como su nombre y clave de cuenta en MercadoLibre o los datos de las tarjetas de crédito que utiliza.
El problema fue solucionado por el fabricante en la última versión disponible de la aplicación. En caso que los usuarios tengan instaladas versiones anteriores a la 3.10.6 deberán actualizarla por la última disponible. Para verificar la versión de la aplicación instalada en los dispositivos con Android, ingresar a «Ajustes/Aplicaciones» y luego hacer click en MercadoLibre.
Por su parte, Prey Anti Robos es una aplicación gratuita que permite a usuarios de teléfonos inteligentes rastrear y localizar sus dispositivos móviles en caso de que hayan sido perdidos o robados. Provee una forma de obtener remotamente la ubicación geográfica precisa de un dispositivo, bloquearlo, sacar fotos, reproducir sonidos de alarma y mostrar mensajes en la pantalla. Según estadísticas del mercado de aplicaciones Play de Google tiene entre 1 y 5 millones de instalaciones mundialmente.
La comunicación entre la aplicación Prey Anti Robos en ejecución en el dispositivo y el servidor web es realizada vía HTTPS, un mecanismo de transporte que busca garantizar confidencialidad e integridad de los datos mediante cifrado. Sin embargo, los certificados SSL no son validados al iniciar una conexión. Como resultado, un ataque de intermediación de tráfico (Man-in-the-Middle) brinda la posibilidad al atacante de presentar certificados SSL falsos y enviar un pedido de comando de bloqueo con una contraseña especificada. De este modo se puede subvertir el propósito de la aplicación y evitar que funcione como mecanismo anti-robo con bloqueo y rastreo de dispositivos. Luego el atacante podría desbloquear el dispositivo manualmente con la contraseña que especificó. También otros ataques son posibles dado que toda la comunicación entre el dispositivo y el servidor puede ser inspeccionada y modificada.
El problema fue solucionado por los desarrolladores en la última versión disponible de la aplicación. Para protegerse, los usuarios que tengan instalada versiones iguales o anteriores a las 1.1.3 deberían desinstalar la aplicación o actualizarla por la última versión disponible.
El proyecto «Marvin» del Programa de Seguridad en TIC de la Fundación se enfoca en determinar características de seguridad y protección de datos de las aplicaciones para teléfonos móviles de uso más frecuente o masivo. Al encontrar vulnerabilidades en las aplicaciones investigadas, se realiza un proceso de identificación, documentación y reporte de problemas de seguridad a los fabricantes del software o responsables de su seguridad, procedimiento que es conocido como «Vulnerability Disclosure». A partir de este procedimiento, se publican y difunden los resultados a fin de informar a la población potencialmente afectada, dándole a su vez recomendaciones para su protección o mitigación del riesgo.
Al reconocer una vulnerabilidad, el equipo de la Fundación procede a intentar identificar al responsable o fabricante del software, notificándolo del problema, informándole la intensión de ayudar a su resolución y aclarándole que se publicará y difundirá el inconveniente y su potencial solución para protección de los usuarios. Asimismo la Fundación buscará acordar y coordinar con el responsable o fabricante la forma y tiempo necesarios para la resolución de la falla y, una vez resuelto el problema de seguridad o cumplido el plazo acordado con el fabricante para tal fin, publicar un reporte técnico. Para acceder a los reportes ingrese en: http://bit.ly/1tNofg2 .
Sobre la Fundación Sadosky
La Fundación Dr. Manuel Sadosky de Investigación y Desarrollo en las Tecnologías de la Información y Comunicación es una institución público privada cuyo objetivo es favorecer la articulación entre el sistema científico tecnológico y la estructura productiva en todo lo referido a la temática de las tecnologías de la información y comunicación (TIC).
Creada a través del Decreto Nro. 678/09 del Poder Ejecutivo Nacional, es presidida por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao. Sus vicepresidentes son los presidentes de las Cámaras más importantes del sector TIC: la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI) y la Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina (CICOMRA).
Investigadores del Instituto Leloir y del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) de la UBA realizaron un estudio que replantea un consenso científico establecido entre los biólogos desde la década de 1950. El estudio es tapa de la publicación de la Sociedad Americana de Biólogos Vegetales.
Los científicos argentinos que descubrieron una función clave de los fotorreceptores de las plantas. El doctor Jorge Casal (der.), investigador del CONICET, jefe del laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir y científico del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) situado en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, la licenciada en biología Martina Legris del Instituto Leloir y el doctor Santiago Ariel Trupkin del IFEVA.
Hace más de medio siglo, Harry Borthwick, Sterling Hendricks y sus colaboradores, del Centro de Investigaciones de Beltsville del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, descubrieron que las plantas contenían fotorreceptores a los que llamaron fitocromos. Estas estructuras dispersas en sus hojas, en el tallo, en las raíces, y otras partes, funcionan como ojos que le “informan” a los árboles, cultivos o arbustos acerca de las variaciones de la luz ambiental. “De esta forma, la planta ‘sabe’ cuál es el momento apropiado para florecer, germinar o alargar el tallo, entre otras acciones”, explica el doctor Jorge Casal, jefe del laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir y líder del trabajo.
Antes de que se publicara el trabajo argentino, se estableció dentro de la comunidad internacional de biólogos vegetales que para percibir si un ambiente era soleado o sombreado, los sensores (los fitocromos) percibían proporciones de los diferentes tipos de luz (color rojo, azul, naranja y otros) del espectro luminoso.
“Nuestro trabajo demuestra que los fitocromos no sólo distinguen proporciones entre tipos de luz que se encuentran en lugares sombreados o soleados, sino que también miden su cantidad”, afirma Casal que también es científico del IFEVA y del CONICET.
Para llegar a esos resultados, los investigadores manipularon espectros de luz que se liberaban en diferentes plantas de la especie Arabidopsis thaliana – que comparte características genéticas con el trigo, el maíz, la papa y otros cultivos – y simultáneamente observaban cómo se modificaba el comportamiento de esos sensores.
“Si seguimos investigando, existe la posibilidad de mejorar el rendimiento de cultivos en diferentes ambientes lumínicos utilizando biotecnologías que activen o desactiven ‘interruptores genéticos’ vinculados a la acción de los fotorreceptores”, destacó Casal. “Encontramos una pieza que puede ayudar a que las plantas utilicen mejor sus recursos para producir granos”.
El resto de los participantes del estudio, que fue tapa de la “Plant Physiology”, publicación de la Sociedad Estadounidense de Biólogos Vegetales, son Martina Legris, licenciada en biología y experta en microscopía confocal del Instituto Leloir, el doctor Santiago Ariel Trupkin, la licenciada en biología Ana Sabrina Buchovsky, y la estudiante María Belén Tolava del IFEVA.
Su proyecto se consagró como uno de los ganadores de la edición 2014 de Singularity University, el campus de innovación de la NASA; apenas regresó al país, decidió ponerse en acción e ideó un chip de detección temprana basado en la menstruación
Gabriel no busca cambiarle el comportamiento a las mujeres ni volverlas adictivas a un chip: sólo quiere ofrecerles una herramienta que les resulte útil. Foto: LA NACION / Fernanda Corbani El aburrimiento no representa un estado que cuadre -ni siquiera por unos minutos- con la personalidad curiosa, intuitiva y ambiciosa que transmite Gabriel Weinstein al moverse, hablar, gesticular, enfatizar, y recordar sus primeros desafíos en el emprendedorismo, con el que tomó contacto a sus 23 años (hoy tiene 31) cuando decidió abrir con dos amigos una empresa de software, según acusa recibo su memoria.
«No me puedo quedar quieto», justifica, enseguida, apenas se sienta y empieza la entrevista con LA NACION, una característica que quedará demostrada mientras cuenta su paso por Singularity University, el campus de innovación para salvar al mundo que funciona hace seis años en la NASA, y también al compartir su proyecto, el de una toallita femenina que detecta enfermedades ginecológicas nacida en el marco de esa experiencia, a la que califica de «espectacular» e «increíble» en forma permanente.
Es el primer proyecto en el mundo que involucra a la menstruación Es lógico. Desde hace unos meses, el currículum de este joven innovador sumó una línea que lejos está de ser una actualización intrascendente: fue uno de los cuatro argentinos seleccionados entre 4500 personas de distintas nacionalidades que viajó a Estados Unidos a formarse en uno de los centros académicos no tradicionales más prestigiosos de la actualidad. ¿El objetivo? Desarrollar soluciones alternativas tendientes a resolver los problemas cotidianos que afectan a la población mundial.
Aunque suene extraño, en ese contexto, la menstruación se convirtió, además del propio equipo -integrado por dos daneses, una polaca, un búlgaro y él-, en la aliada más importante de la iniciativa que idearon y que resultó ser una de las cinco ganadoras de las 22 presentadas al final de la cursada. Eso, admite, actuó como un gran aliciente para avanzar confiado en la propuesta, diseñar un prototipo y proyectar un lanzamiento real, fuera de la simulación, en su país al volver. «Es el primer proyecto en el mundo que involucra a la menstruación, por lo que nos costó mucho encontrar información. Fue muy difícil. Sólo descubrimos que un policía de Nueva York la había usado para resolver un caso. Pensándolo así es revolucionario y no invasivo. Buscamos sacarle provecho a algo que inicialmente se piensa en términos negativos, malos o molestos, sobre todo, en el caso de las mujeres que más lo padecen», describe a LA NACION Gabriel, quien aclara que la novedad no contempla «cambiarles su comportamiento durante el periodo», o que «se vuelvan adictas o dependientes» de un chip mes a mes, sino ayudar a una detección temprana que complemente el diagnóstico posterior de un especialista.
Con eso entre manos, entremezclado con su rutina pre-viaje, mantiene su espíritu emprendedor calmo, animado y entretenido. Es que desde que regresó a Buenos Aires está convencido que quiere capitalizar y perfeccionar lo asimilado en Singularity. En simultáneo, sueña con poder implementar en el mercado latinoamericano «la toallita inteligente», esa que alerta al segmento femenino cada vez que descubre valores en el cuerpo fuera de rango, y que puede volverse una herramienta muy útil para evitar sorpresas o males mayores.
EL PROYECTO, A FONDO
A mitad de año, apenas ingresó a Singularity, Gabriel buscó, entre otras cosas, aprovechar su estadía para conectarse con personas de otros países. Reconoce que, en algún punto, se lo impuso a sí mismo hasta como una condición excluyente para poder abrirse a otros extranjeros y enriquecerse del intercambio con otros perfiles, «backgrounds» y culturas dispares.
El prototipo de la toallita que nació en el marco de su estadía en Estados Unidos. Foto: Gentileza Gabriel Weinstein Con ese propósito, se acercó y conoció a sus compañeros: una médica danesa, un emprendedor danés, una ingeniera mecánica polaca; un experto en usabilidad de productos búlgaro; y una médica brasileña.
Apremiados por el tiempo y la necesidad de cumplir con la consigna (la presentación de la idea en 48 horas), se pusieron a trabajar, todos a la par, sin roles asignados. Tras varios debates y algunas trasnochadas -que replicaban a su modo las charlas en las que suelen incurrir los personajes de la popular serie norteamericana The Big Bang Theory, se focalizaron en potenciar «aquello que mejor sabía hacer cada uno» y plasmarlo en la propuesta. Sin advertirlo, bocetaron un tampón para descubrir enfermedades que después mutó en una toallita y logró la aceptación inmediata del equipo (y de los jurados y compañías grandes del sector).
Gabriel y parte del equipo que desarrolló el producto, que cosechó elogios desde el principio. Foto: Gentileza Gabriel Weinstein – ¿Cuáles fueron los primeros pasos del desafío que proponía la universidad?
– Empezamos a trabajar en una start up weekend, donde armamos el proyecto durante 48 horas. Era poco tiempo, pero nos sirvió para ver si realmente funcionábamos como grupo. Era una especie de testeo y lo tomamos como tal, con jueces incluidos. Cuando terminó nos dijeron que habíamos ganado la primera competencia. Eso fue buenísimo. Después vino un mes intenso en el que hicimos de todo, desde leer patentes para chequear que lo nuestro no estuviera hecho hasta investigar la tecnología y hacer encuestas para ver si la gente usaría eventualmente la toallita.
Existen 300 marcadores, o sea datos, que están en la menstruación y no en la sangre – ¿Qué requisitos mínimos tenía que cumplir el proyecto?
– Te daban tres, después hacías lo que querías. Tenía que ser factible; tenía que afectar a mil millones de personas, de acá a diez años; y había que desarrollarlo en grupo. El desafío, además, debía responder a alguna de las verticales de la universidad, como salud, agua, energía, etc. Elegimos entonces uno relacionado con salud y que involucraba a aproximadamente 1700 millones de mujeres que menstrúan, por lo que estábamos cubiertos. Hubo grupos que estuvieron más complicados.
-¿Por qué la menstruación? ¿Cuál fue el puntapié inicial que le dio origen?
– Descubrimos que hay 300 marcadores, o sea datos, que no están presentes en la sangre pero sí en la menstruación (sangre, fluidos, endometrio). Cerraba por todos lados. Lo más llamativo es que todo esto ocurrió durante la primera semana, en uno de los tantos brainstormings que tuvimos.
A futuro, pensamos incorporar valores relacionados con la fertilidad -¿Cuáles son las enfermedades que el chip podrá detectar?
– Tenemos un montón: HIV, sífilis, gonorrea, HPV, clamidia, entre otras que analizamos. Hicimos un prototipo con la última, que es la más común, no es mortal y tiene cura a las dos semanas, aunque incluiremos todas las mencionadas y algunas más. Incluso, pensamos en la posibilidad de incorporar valores relacionados con la fertilidad, que resulta un negocio gigante.
– En líneas generales, ¿cómo funciona la toallita y de qué manera emite una alerta?
– La toallita será flexible y tendrá tres capas: la primera, de contacto con la piel; la segunda, de absorción y filtrado; y la tercera, la del sensor de microfluidos. Se trata, en realidad, de un pequeño laboratorio adentro de un chip (un sensor, una batería y un transmisor de radiofrecuencia, que es el encargado de enviar la información al celular). Cuando la sangre llega al sensor, el marcador reacciona en caso de encontrar una enfermedad y se genera un electrón. Si lo hay, significa que hubo reacción y que algo tenés.
Singularity University, el centro de innovación para salvar el mundo. Foto: Gentileza Gabriel Weinstein -¿Tienen pensada alguna estrategia para motivar a las mujeres a comprar el producto?
Sí. Cada paquete contendrá dos de estas toallitas junto con las convencionales. Esto es porque si aparece que la persona tiene una infección, seguramente va a querer volver a chequearlo. Hicimos una encuesta y la gente está super dispuesta a pagar un poco más. Más adelante, pensamos implementarlo en tampones.
– ¿Dónde harían el lanzamiento? ¿Cuál sería el primer mercado al que apuntarían?
– Idealmente, será Brasil y América latina. En Estados Unidos pueden tardar entre 5 y 7 años en aprobar cualquier producto médico, por eso, para esta etapa está descartado.
Quiero que el producto sea argentino, y traer acá todo lo que aprendí allá Gabriel habla constantemente en plural sobre la toallita inteligente, pero hoy es el único integrante del grupo formado en Singularity que conserva el proyecto. «Cuando volvimos, cada uno intentó seguirlo desde su país de origen pero fue difícil. Ya no teníamos la misma disponibilidad que antes. Les consulté si existía algún inconveniente con mantenerlo y decidí hacerlo por mi cuenta. Una de las opciones era irme a Estados Unidos, donde están la tecnología y los profesionales, pero quiero que el producto sea argentino. Quiero traer acá lo que aprendí», revela en diálogo con este medio.
Sus días, desde entonces, oscilan entre reuniones con clientes a encuentros con posibles socios para rearmar el equipo, que actualmente constituye su «única preocupación», mientras evalúa importar el chip que allá ya existe. «Lo desarrollaron en Standford para nosotros y lo vimos funcionando. Si no lo hago, soy un nabo», confiesa entre risas.
SOBRE SU PASO POR SINGULARITY
«Me enteré de Singularity por un tuit de [Santiago] Bilinkis (@bilinkis), que fue el primer argentino que participó del programa. El año pasado, en un viaje de negocios, me terminó de volar la cabeza y dije: «Tengo que estar acá». Cuando se abrió la selección, me inscribí y afortunadamente quedé en la lista chica». «Este año se anotaron cuatro argentinos, pero lo rico de allá no fuimos nosotros cuatro sino los otros 76 de diversas culturas y unos backgrounds que no podíamos creer». «La mayoría fuimos sin proyecto, de hecho, te recomendaban no hacerlo para que pudieras abrir tu cabeza. A mí me interesaban los proyectos sobre educación y el primer equipo que armé fue con esa temática hasta que dije: «No vine a hacer acá lo mismo que vengo haciendo allá», y terminé haciendo algo que nada que ver. Eso fue lo que más me gustó». «Los invitados que venían a las clases eran todos grosos en alguna área…fue muy inspirador…terrible. A veces pasaba que venía alguien la primera semana y pensabas que estaba loco con lo que proponía. Decíamos: «No puede ser que haga eso, no tiene sentido», y semanas después debatíamos acerca de lo que nos había dicho». «Era como tener tu start up con la única diferencia que allá tenías 16 horas de trabajo con todo el resto solucionado, como la comida, para que sólo te dediques a pensar en tu proyecto».
Los zapatos tienen sensores de ultrasonido que permiten a las personas con discapacidad visual caminar sin la ayuda de un bastón. Vibran cuando el usuario se acerca a un objeto.
Según informa el periódico ‘El Tribuno’, estos zapatos para invidentes, llamados Duspavoni, fueron desarrollados por Juan Manuel Bustamante, un estudiante de la Escuela Industrial N.º 4 de la ciudad de Río Gallego, en Argentina, y se presentaron en la Feria Nacional de Ciencias de Buenos Aires este viernes. Bustamante dice que trabajó en el proyecto durante seis meses.
«Me gustaría que Duspavoni, mi creación, llegara a revolucionar la vida de las personas con enfermedades de visión, discapacidad visual parcial o total», comenta el joven.
De acuerdo con el autor del invento, los zapatos tienen tres sensores de ultrasonido colocados dentro de la suela en las áreas frontales, laterales y traseras. Los sensores emiten ondas de ultrasonido que rebotan en los objetos que los rodean y vuelven al sensor, que hace que el dispositivo vibre en función de la distancia y la posición de los objetos.
«Cuanto más cerca esté el objeto, más vibra el dispositivo», dijo Bustamante. «Si el objeto está delante, vibra la punta del zapato. Si está de lado vibran las áreas laterales y si está detrás, el talón», añadió.
El dispositivo puede detectar diferentes tipos de materiales, personas y animales a un radio de 25 centímetros del usuario. Está equipado con baterías recargables que se pueden cargar mediante un cable USB conectado a un ordenador, o incluso con un cargador de teléfono móvil. El tiempo necesario para la recarga completa es de unas cinco horas, después de las cuales el dueño puede usar los zapatos durante tres o cuatro días.
El inventor dijo que la idea de crear las Duspavoni se le ocurrió después de mantener una conversación con una amiga que estaba perdiendo su visión y le confesó que a los jóvenes no les gusta el bastón porque sienten que los está estigmatizando. Entonces Bustamante decidió reemplazarlo con algo más discreto, algo más ‘de moda’.
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