El pianista Horacio Lavandera interpretó sonatas de Beethoven . Más de 10.000 personas presenciaron el espectaculo
El pianista Horacio Lavandera cautivó al público y no ahorró bises en el final del concierto Foto:Soledad Aznarez
El pianista Horacio Lavandera cautivó al público y no ahorró bises en el final del concierto . Foto:Soledad Aznarez
Susana Reinoso
LA NACION
Primero fue el Infierno. A las 9 menos cuarto, 15 minutos antes de la hora prevista para el inicio del programa, a pedido del público que lo reclamó con aplausos reiterados, Horacio Lavandera subió al escenario ubicado en el medio de Avenida de Mayo, frente al Palacio Barolo.
Solo, con su piano, el notable pianista argentino cautivó al público que desde las 19.30 había comenzado a concentrarse en los alrededores de Avenida de Mayo, entre Santiago del Estero y San José, en respuesta a la convocatoria del gobierno porteño para asistir al encendido del Faro del Bicentenario, restaurado en ese edificio histórico porteño, y que se encendió por última vez hace 40 años. Las imágenes proyectadas sobre el edificio Barolo -planteadas por el curador de la proyección lumínica, Lito Vitale- mostraban almas fantasmagóricas que deambulaban sin rumbo, mientras Lavandera interpretaba la sonata N° 8, Patética , de Beethoven.
Los organizadores estimaron en más de 10.000 personas a los asistentes que permanecieron en silencio durante todo el espectáculo, pensado para recorrer los tres momentos de la Divina Comedia , de Dante, que inspiró al arquitecto Mario Palanti, constructor del edificio. Cuatro pantallas gigantes mostraban imágenes de la restauración hecha en el interior del edificio.
Luego vino el Purgatorio. Y la Buenos Aires iluminada con luna llena pudo disfrutar de Claro de Luna . La fachada del Barolo se iluminó nuevamente con imágenes que volvieron a recrear almas en busca de su destino en colores rojo, blanco y negro. Un reloj descontó el tiempo.
De los edificios vecinos se veían los flashes de las fotografías que retrataban el Barolo renovado y a Lavandera, de 25 años, ovacionado entre pieza y pieza. Para el Paraíso, la proyección lumínica tornó al azul intenso, mientras se escuchaba la sonata N° 21, Aurora .
Cuando a las 22 se encendió el faro -mientras sonaba la Danza de la moza donosa , de Ginastera y Mi Buenos Aires querido – volvió a hacerse realidad la visión del empresario Luis Barolo, que soñó el edificio en 1919: tender un puente de luz sobre el Río de la Plata que se uniera con el Palacio Salvo, en Montevideo.
Montevideo.
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El emblemático faro ubicado en la cima de la torre del Palacio Barolo y convertido en una de las insignias conmemorativas de los 200 años de la Revolución de Mayo de 1810 vuelve a iluminar
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octubre 10th, 2009 at 1:37 am
Realmente muy interesante.
El Barolo tiene algo que está relacionado con su propia esencia.
Sin embargo una acotación.
Fue puesto en funcionamiento nuevamente en la década del 80.
Año 1984 más o menos.
Se utilizaron para hacerlo girar motores de ascensor del mismo edificio.
Al no haberse comentado el trabajo con antelación.
Se generó cierta inquietud en vecino y en autoridades policiales que hicieron denuncias al respecto.
Poco o nada se ha dicho sobre el particular ahora.