23 junio 2009

El Inti Raymi, un rito milenario en la noche más larga del año

La tradicional «Fiesta del Sol» se celebra tras una vigilia helada a 2.600 metros sobre el nivel del mar.

Con los brazos extendidos hacia el cielo y las palmas abiertas hacia el sol. Así, decenas de personas, entre miembros de la comunidad colla, turistas y lugareños, recibieron el amanecer del domingo en Huacalera, Jujuy. Fue el final de la celebración del Inti Raymi o la «Fiesta del Sol», una celebración incaica milenaria que fue reeditada este año por los pueblos originarios andinos, para dejar atrás la noche más larga del año.

La ceremonia, organizada por la comunidad Tinkus Kachas, arrancó al anochecer del sábado, en coincidencia con el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Y en un lugar especial: el monolito que señala el paso del Trópico de Capricornio, en las afueras de esa localidad abrazada por cadenas montañosas, a 100 kilómetros de la ciudad de San Salvador de Jujuy y a unos 2.600 metros sobre el nivel del mar.

Dos fogatas marcaron el punto de encuentro para el rito que los aborígenes locales absorbieron de los incas hace ya varios siglos. Aunque con menos gente que en años anteriores, según los lugareños por diferencias hacia el interior de la comunidad, decenas de collas iniciaron la vigilia con cantos y bailes, en ronda alrededor del fuego.

A la medianoche se celebró el Año Nuevo Solar y se le «abrió la boca» a la Pachamama, a la que ofrecieron de comer y de fumar, en lo que se conoce como Corpachada. También bebidas alcohólicas, algo que circuló, en buena cantidad, durante toda la noche.

Con una temperatura que coqueteó con el bajo cero, medio centenar de personas se animó a la vigilia completa durante toda la madrugada. En su gran mayoría, miembros de las comunidades con ascendencia incaica, que sumaron al bagaje de los pueblos originarios otras marcas. Para muestra, cerca de las 2 de la mañana dos jóvenes collas que respetaron a rajatabla los rezos y rituales programados, charlaban cerca del fuego sobre sus carreras universitarias en Salta.

Más cerca del amanecer, fueron unas 200 las personas que se acercaron al monolito, que sirve como reloj de sol al borde de la ruta nacional 9. Antes de que el primer rayo apareciese sobre las cimas de la zona conocida como La Huerta, en las sierras jujeñas, el sacerdote o Yatiri, rogó por bendiciones con sus manos al cielo, con hojas de coca señalando los puntos cardinales. Entonces, las ofrendas se renovaron. Este año, se ofreció incluso una llama en sacrificio al «Tata Inti».

Poco después de las 9, el sol comenzó a asomarse sobre las montañas y los brazos se extendieron hacia los rayos mientras se entonaban rezos en quechua, aymará y castellano. Fue el final de una noche gélida, la más larga, que contrastó con la luminosidad del domingo en el junio norteño.

Categorizado | Turismo en argentina

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