23 junio 2009

Reciclaron y ampliaron el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa, en el barrio Nueva Córdoba.?

Los estudios GGMPU – Lucio Morini y MZARCH reciclaron y ampliaron el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa, en el barrio Nueva Córdoba.


POR GRACIELA BADUEL Y RICARDO TURANO.

Para comprender cabalmente la intervención realizada en el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa, en plena capital cordobesa, hay que tener en cuenta que sus instalaciones incluyen al antiguo edificio, proyectado a principios del siglo XX por Johannes Kronfuss, y al edificio del ex Instituto del Profesorado de Educación Física (I.P.E.F.).
El complejo se relaciona también con el Ex Palacio Ferreyra, hoy reciclado para albergar al Museo Superior de Bellas Artes Evita. Así se constituye un polo artístico-cultural que oficia de puerta de entrada al Parque Sarmiento, el gran pulmón de la ciudad, y que representa uno de los mayores atractivos del Barrio Nueva Córdoba, el área que más ha crecido en los últimos años en la capital mediterránea.
Mientras que el Palacio Ferreyra alberga exposiciones permanentes –-colecciones del Caraffa y del acervo provincial– y consta de salas con mínimos servicios de apoyo, el Museo Caraffa dispone de una gran variedad de salas de exposición para muestras transitorias y posee todos los locales necesarios para brindar apoyo técnico y administrativo al complejo museístico: catalogación, clasificación, investigación, restauración, depósitos, biblioteca, armado de muestras, etcétera.

Un poco de historia

El proyecto original del Museo Caraffa fue encargado en 1912 al arquitecto húngaro Johannes Kronfuss, quien por entonces presentó un diseño resuelto en estilo neocolonial que no alcanzó a ser concretado. Tres años más tarde, hizo una nueva propuesta con un enfoque académico, una versión neoclásica que consistía en el Museo (en una primera etapa) y la Escuela de Artes Aplicadas de la Provincia (en segunda instancia). Pero sólo llegó a construirse una cuarta parte. En cambio, en los años 30 y en el mismo predio, se levantó el edificio del Instituto del Profesorado de Educación Física, diseñado por el arquitecto Bottaro. Durante la década de 1960 se ejecutó una primera ampliación del museo, de corte racionalista, que respetó la axialidad de su antecesor. Se trató de un prisma regular resuelto en su interior con plataformas a medios niveles, que vino a ocupar el lugar donde Kronfuss había imaginado un patio central. Recién en el año 2006 se encaró la remodelación del complejo y se trasladó el I.P.E.F. a un nuevo edificio cerca del estadio Chateau Carreras. El estudio GGMPU (Gramática, Morini, Pisani, Urtubey) con Lucio Morini como arquitecto asociado, se hizo cargo de la refuncionalización del Caraffa y de un nuevo edificio que conectara a éste con el I.P.E.F; cuya remodelación corrió por cuenta del estudio MZARCH (Mendoza, Mendoza, Margheritt y asociados).

Agrupar y vincular

El principal desafío para los proyectistas fue lograr que la intervención agrupara y vinculara los edificios preexistentes, generando un nuevo museo capaz de albergar las múltiples manifestaciones del arte contemporáneo. «La clave estuvo en la concepción de un edificio-conector que se desarrollara en el espacio, con la idea de integrar y exhibir, y que conviviera con el conjunto en su totalidad, conformando un armonioso equilibrio», define el arquitecto Jorge Morini, de GGMPU.

Materializado con una estructura metálica —que se manifiesta hacia el exterior—, este edifico remite a los conceptos planteados por Craig Ellwood para sus investigaciones con vigas tipo Pratt aplicadas a la resolución de programas domésticos, y a su difundido Art Center College, resuelto con perfiles laminados de gran sección. Exteriormente, el edificio se cierra con largas superficies vidriadas, materializadas con revestimientos tipo U-Glass y policarbonatos. Esto permitió que el ingreso de la luz cambie según el momento del día, asumiendo un rol protagónico en el espacio que permite, según apunta Morini, «ver parte de las entrañas del edificio, casi mágicamente».

Por otra parte, los proyectistas tomaron como premisas las complejidades manifiestas en la accesibilidad y la fragmentación de espacios interiores en planos a semi niveles y la dispersión de los volúmenes en el terreno. En base a ellas, evaluaron las oportunidades del diseño, utilizando un concepto similar al planteado por el escritor Paul Valery, quien considera que para crear, hay que limitarse. «Para que los nuevos cuerpos se relacionaran con los antiguos en una secuencia contínua –explican los autores– las superficies de los edificios originales no fueron alteradas. La distribución interna de los edificios se da a través de conectores horizontales y verticales, que vinculan diversos ámbitos donde el visitante puede explorar los espacios o moverse por recorridos preestablecidos».

Paseo arquitectónico

La ampliación del museo (que pasó de 1.200 m2 a 4.400 planteó para el estudio la resolución, entre otros problemas, de un nuevo acceso. Al verse alterado el centro de gravedad del complejo, hubo que reemplazar la entrada original, ubicada en las escalinatas del edificio de Kronfuss por un acceso a través una plaza a nivel de la vereda. En este mismo nivel se dispuso la cafetería, con visuales hacia la calle, y una librería de arte. A ambos locales, como en muchos otros museo del mundo, puede ingresarse directamente desde la plaza. Ya en el interior y a medida que se ascienden niveles, el visitante experimenta la sensación de trasponer los espacios reciclados y adaptados. En el primer piso se encuentra una gran sala de exposición en lo que fueran los servicios y depósitos del edificio original. En el segundo, otra sala ocupa la totalidad de la ampliación de 1962, ya que las losas intermedias fueron demolidas. De este modo, se unificó el espacio con una nueva losa, generando mayor altura libre y nivelándolas con las salas restauradas del edificio de 1916 y con un nuevo foyer en voladizo que genera un semicubierto sobre la plaza de la entrada. Este foyer posee además un acceso complementario, para grandes grupos. Por último, en el tercer nivel, una sala-puente se conecta con el ex I.P.E.F, generando una suerte de promenade con las salas dispuestas en ese volumen.

El interior del edificio propone un paseo arquitectónico que ofrece vistas frontales, cambios de nivel, efectos de transparencias y variaciones de luces y sombras. Jorge Morini define a este museo como «un espacio activo, donde exponen los artistas locales y se exhiben muestras itinerantes. Los espacios expositivos tienen distintos tamaños, alturas, formas, tipos de iluminación y ubicación relativa en el conjunto». De este modo, según el proyectista, está cumplido el objetivo de albergar todas las manifestaciones artísticas.

http://www.clarin.com/suplementos/arquitectura/2009/06/23/a-01944244.htm

Categorizado | Arte Argentino, Construcción argentina

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