Analiza 10 mil restos óseos. Busca que las momias sean devueltas a sus ancestros. El reclamo de las comunidades aborígenes y de distintas organizaciones obligó a quitarlas de exhibición, pero los restos humanos siguen en los depósitos del Museo.

Al equipo de investigadores le llevó dos años reunir el 80% de los cuerpos identificados (35 individuos).
Durante años, las momias de la sala de Antropología biológica fueron uno de los atractivos más importantes del museo. El reclamo de las comunidades aborígenes y de distintas organizaciones obligó a quitarlas de exhibición, pero los restos humanos siguen en los depósitos del Museo.
En este ambicioso trabajo de unificar para devolver deambulan Fernando Pepe, Miguel Añón, Patricio Harrison y Diego Andreoni. “Lo hacemos por un compromiso ideológico”, afirman.
¿Cómo llegaron esos cadáveres al museo? Según cuentan los jóvenes investigadores, el mismo Francisco P. Moreno recolectó en sus viajes restos óseos extraídos de cementerios de los pueblos originales, a fines del siglo XIX.
También hubo donaciones de científicos y empleados del museo que murieron allí. El último reclamo es de la comunidad chilena, que pidió a las autoridades de la institución los cuerpos momificados de 5 yámanas.
El trabajo no escapa a la polémica. Hay quienes se oponen a despoblar al museo del patrimonio antropológico y quienes consideran que las comunidades aborígenes deben recibir los cadáveres de sus ancestros para conservarlos según sus creencias.
“Pedimos el retiro no para ocultarlas en un depósito acondicionado, sino para restituirlas a sus comunidades de origen”, indicó Pepe.
Por partes. Cráneos, fémures, cueros cabelludos y restos óseos. Esas son las partes que estudian los investigadores. Al equipo le llevó dos años reunir el 80% de los cuerpos identificados (en total, 35 individuos) y se está trabajando en la identificación del 20% restante.
“Lo más importante que nos faltó encontrar es el cráneo de un cacique toba, todos los demás cráneos los encontramos. En segundo orden, algunas mandíbulas faltaron y lo más complicado que nos adeudamos es relacionar las manos y pies que estaban separados de los esqueletos, pues no estaban con el mismo número de catálogo”, explicó Pepe.
Los restos inventariados por el Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social proceden de Azul y Olavarría (Buenos Aires), la Patagonia, Chaco, Paraguay, Brasil, Bolivia y Chile.
Más allá de la identificación de las partes, los jóvenes buscan volver al estado original cada cadáver del total de identificados. Entre las tareas de acondicionamiento, reconstituyeron el fardo funerario, rastrearon textiles, arcos, flechas y vasijas que eran propiedad de las etnias. “La idea es que regresen con su comunidad tal cual estaban cuando llegaron al museo”, señaló Añón.
En la conservación y acondicionamiento de los cuerpos los ayudó la antropóloga María Marta Reca. “Se les hace una mínima intervención sólo para sacarle los hongos y mantener las condiciones de humedad y temperatura”, explicó Añón.
La restitución más avanzada es la de Damiana, una niña paraguaya que murió en el Hospital Mechor Romero (ver aparte). Sin embargo, los jóvenes hablan de “trabas burocráticas”. Hay pedidos de comunidades que todavía no han pasado por el Consejo Académico de la facultad.
Entre los reclamos, se encuentran la momia de Catriel (de la ciudad de Azul), todos los restos de la etnia Aché (Paraguay) y el craneo de Cafulcurá (Neuquén).
ANTIGUAS. Algunas momias son muy antiguas como el caso de los cuerpos de la cultura del Tiahuanaco (la comunidad boliviana ya pidió su devolución) y las dos momias de Atacama que datan del 1500.
Hay cuerpos conservados con las técnicas de momificación con antigüedad de 700 años o más.
http://www.elargentino.com/nota-38362-Investigadores-del-Museo-arman-historia-de-aborigenes.html