Archive | septiembre, 2009

El San Martín se convertirá en el Hospital Universitario de La Plata

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El San Martín se convertirá en el Hospital Universitario de La Plata

Posted on 23 septiembre 2009 by hj

Se trata de una iniciativa que tiene como fin que el nosocomio platense cumpla un rol similar al hospital de Clínicas de la UBA. Desde la Facultad de Medicina destacaron que se lo eligió porque en el Policlínico llevan adelante sus prácticas unas 16 cátedras

Se trata de una iniciativa que tiene como fin que el nosocomio platense cumpla un rol similar al hospital de Cl?nicas de la UBA. Desde la Facultad de Medicina destacaron que se lo eligi? porque en el Policl?nico llevan adelante sus pr?cticas unas 16 c?tedras

El Policlínico es el nosocomio donde la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) lleva adelante, con sus docentes y alumnos, la mayor parte de sus prácticas. Con 16 cátedras de esa unidad académica atendiendo la salud de la población, el policlínico San Martín fue elegido para convertirse en el “Hospital Universitario de La Plata”.
El proyecto fue confirmado a Hoy por el decano de Ciencias Médicas, Jorge Martínez, que explicó que la idea es que el sanatorio local cumpla un rol similar al Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, de Capital Federal. Dicha institución tiene a su cargo la formación universitaria de aproximadamente cuatro mil alumnos de las principales cátedras de la Facultad de Medicina de la UBA, y la educación de posgrado en residencias, concurrencias, becas, carreras de especialistas y pasantías, entre otras actividades.
Como un primer paso para llevar adelante la iniciativa, el hospital San Martín cederá unos galpones que tiene en desuso en la calle 115 y 71 para uso de la facultad. En ese espacio se construirán 16 secretarías y 11 aulas. Según indicó Martínez, los estudiantes de Medicina tendrán allí un lugar donde dejar sus pertenencias, como las mochilas. “Va a tener comodidades para nuestros alumnos”, afirmó el decano.
Para avanzar con este proyecto la casa de estudios firmará un convenio con el nosocomio platense. Los trabajos de refacción en los galpones serán financiados por la UNLP. “De todos los hospitales públicos en los que está la facultad, en el San Martín es donde más cátedras trabajan. Por eso tiene las características para convertirse en Hospital Universitario”, dijo Martínez.
En los planes de la Universidad está el de recibir una partida mayor del presupuesto para el área de Salud. El decano señaló que parte de esos fondos serán reinvertidos por Medicina para la docencia. “No sólo vamos a mejorar las instalaciones del hospital, sino también trabajar para el crecimiento de nuestra facultad”, manifestó.
Cabe mencionar que, tal como lo había adelantado este medio, Medicina y el policlínico firmaron ayer otro convenio que tiene como fin mejorar la calidad de la atención de los pacientes y de la formación médica.
El acuerdo, que fue suscrito entre autoridades de la Facultad y del hospital, tiene un plazo de duración de cinco años y contempla la realización de un diagnóstico y un plan estratégico para revertir aquellas prácticas hospitalarias consideradas deficientes.

http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-46324-titulo-_El_San_Martn_se_convertir_en_el_Hospital_Universitario_de_La_Plata

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Crecimiento de ventas en electrodomésticos

Posted on 23 septiembre 2009 by hj

Las ventas de artículos electrodomésticos crecieron durante junio un 7 por ciento, en comparación con igual mes de 2008, con un fuerte incremento en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). A pesar de este aumento, medido a precios constantes, las ventas al término del primer semestre de 2009 se encontraban un 7,8 por ciento por debajo de enero-junio de 2008.

El organismo oficial precisó que la mayor recuperación de las ventas se registró en la Capital Federal, mientras que por rubros la mejor performance estuvo a cargo de los productos de computación, con un alza interanual del 21,2 por ciento.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1177883

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Hallazgo de científicos Argentinos :Los pacientes en estado vegetativo pueden aprender

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Hallazgo de científicos Argentinos :Los pacientes en estado vegetativo pueden aprender

Posted on 22 septiembre 2009 by hj

Hallazgo de científicos Argentinos / Se publica en Nature Neuroscience . Esta capacidad permitiría predecir la posibilidad de recuperación con el 86% de precisión

Los pacientes en estado vegetativo pueden aprender

Diego Shalóm prueba en un voluntario el dispositivo que se utilizó

Gabriel Stekolschik
Para LA NACION

Un estudio iniciado en 2004, que involucró a 22 pacientes con desórdenes de la conciencia -un número elevado para esta clase de investigaciones-, demostró que los individuos en estado vegetativo son capaces de aprender y que, además, esa capacidad de aprendizaje es un buen indicador (86% de precisión) de la posibilidad de restablecimiento del paciente.

Los resultados del trabajo, que tienen implicancias científicas, prácticas y, probablemente, éticas, fueron publicados en la prestigiosa revista científica Nature Neuroscience .

Gabriel Stekolschik
Para LA NACION

Un estudio iniciado en 2004, que involucró a 22 pacientes con desórdenes de la conciencia -un número elevado para esta clase de investigaciones-, demostró que los individuos en estado vegetativo son capaces de aprender y que, además, esa capacidad de aprendizaje es un buen indicador (86% de precisión) de la posibilidad de restablecimiento del paciente.

Los resultados del trabajo, que tienen implicancias científicas, prácticas y, probablemente, éticas, fueron publicados en la prestigiosa revista científica Nature Neuroscience .

«Nuestros experimentos también sugieren que, para aprender, estas personas estarían utilizando elementos de la conciencia», señala el doctor Mariano Sigman, investigador del Conicet, profesor del Departamento de Física y director del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

Los llamados «desórdenes de la conciencia» refieren a un grupo heterogéneo de individuos que han sobrevivido a un daño cerebral. Actualmente, en un orden de mayor a menor gravedad, se los agrupa en tres categorías: estado vegetativo (sin evidencia de conciencia), mínimo estado de conciencia y discapacidad grave.

Según define el Incucai, en el estado vegetativo la persona está viva. Además del coma, el estado vegetativo «también se produce por lesiones graves del cerebro y del tronco encefálico», que dañan parcialmente las estructuras neurológicas, a diferencia de aquello que causa la muerte encefálica.

«Nuestro estudio coincide con otros que se han efectuado en esta área de las neurociencias en que es necesario revisar la manera en que se categorizan y diagnostican los desórdenes de la conciencia», observa Sigman, y ejemplifica: «Comprobamos que hay pacientes en estado vegetativo que aprenden, mientras que otros, en estado de mínima conciencia, no aprenden».

Para arribar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron el método de condicionamiento clásico, también llamado pavloviano, una forma de aprendizaje asociativo que permite anticipar la respuesta a un estímulo.

«El condicionamiento pavloviano es la forma más clásica de testear aprendizaje en cualquier animal, desde un caracol hasta un ser humano. Y, sin embargo, nadie lo había hecho en pacientes con trastornos de conciencia. Aún más, parece que nadie lo había pensado», comenta desde Cambridge, Inglaterra, el doctor Tristán Bekinschtein, primer autor del trabajo y corresponsable -con Cecilia Forcato- del diseño del estudio.

En los experimentos, al paciente se le hacía escuchar un sonido mediante auriculares y 500 milisegundos después un dispositivo le enviaba un ligero soplido de aire a un ojo, provocándole un pestañeo.

Luego, 10 segundos más tarde, otra vez los dos estímulos: el sonido y el soplido, separados por el mismo lapso de tiempo. La repetición regular de este procedimiento (70 veces) conduce a que, si hay aprendizaje, al paciente le queda claro que el tono avisa que va a venir un soplido. Entonces, al oir el sonido, el paciente cierra el ojo antes de que le soplen otra vez.

Para medir la respuesta de manera objetiva, los científicos no registran el pestañeo, sino la actividad eléctrica de los músculos que cierran el ojo. Para ello, utilizan un pequeño aparato construido por ellos mismos: «Una de las prioridades del proyecto fue lograr un dispositivo portátil que pueda utilizarse en cualquier lugar», subraya el doctor Diego Shalóm, investigador del Conicet y uno de los autores principales del trabajo.

Para Sigman, «la portabilidad es clave, porque las nuevas herramientas que permiten acceder al pensamiento y precisar el diagnóstico, como la resonancia magnética o la tecnología de positrones, no son transportables. Además, la cantidad de equipos es escasa porque cuestan millones».

En este sentido, el aparato creado por Shalóm -que también diseñó el software que permite controlar la frecuencia con que se emite el estímulo y, además, registrar la respuesta muscular- posee una ventaja adicional, que es su bajo costo. «Fabricarlo cuesta menos de doscientos dólares», revela Shalóm, y añade: «Construimos dos unidades idénticas: una está en Buenos Aires y la otra en Cambridge, los dos lugares en los que se hicieron los experimentos».

Según Sigman, esta metodología es una prueba sencilla y objetiva para establecer si un sujeto tiene conciencia. «Independientemente de quién sea el operador, permite determinar si un sujeto aprende a relacionar dos sucesos anacrónicos, una actividad mental que requiere elementos de la conciencia.»

Además de los nombrados, firman el trabajo María Herrera, Martín Coleman y Facundo Manes.

Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1176970

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Estrenan un nuevo herbario en el Instituto de Botánica Darwinion

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Estrenan un nuevo herbario en el Instituto de Botánica Darwinion

Posted on 22 septiembre 2009 by hj

Acaba de inaugurarse el nuevo herbario del Instituto de Botánica Darwinion. Dedicado actualmente a la arqueobotánica, la biología molecular, la botánica económica y la etnobotánica, con el nuevo edificio el instituto gana unos 600 metros cuadrados para albergar más de 700.000 ejemplares de plantas.

Estrenan un nuevo herbario

www.darwin.edu.ar

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1177357

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Científicos Argentinos desarrollan un yogur preventivo de enfermedades

Posted on 21 septiembre 2009 by hj

Innovar 2009 Proyecto 3208 YOGUR PROBIOTICO?


Desarrollan yogur de alto valor preventivo de enfermedades

Unos 56.000 chicos tucumanos recibieron diariamente un vaso de yogur prebiótico, de alto valor preventivo de enfermedades, desarrollado por el Centro de Referencia para Lactobacilos (Cerela), instituto pionero en América latina en el estudio de bacterias lácticas, se informó oficialmente.

El programa denominado “Yogurito” forma parte del Plan Alimentario tucumano y tiene por finalidad demostrar la eficacia del yogur probiótico en la prevención de enfermedades.
En particular apunta a enfermedades respiratorias y gastrointestinales, de alta prevalencia e incidencia en la infancia.

PROPIEDADES. El yogur contiene el fermento probiótico formulado y desarrollado por el Cerela-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet) y está constituido por bacterias lácticas que fueron seleccionadas por sus propiedades y por su capacidad para estimular el sistema inmunológico.
El programa fue lanzado luego de que el año pasado el Cerela-Conicet, que dirige Graciela Font de Valdez, concretó la denominada “Evaluación de los efectos de la administración de un probiótico láctico en la salud de los niños”.
El estudio contó con la participación de la Secretaría de Política Social y del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), y consistió en la administración del yogur a 206 niños que asistían a cuatro centros comunitarios ubicados en la periferia del Gran San Miguel de Tucumán.
El resultado fue que el alimento administrado durante seis meses “disminuyó la frecuencia de cuadros infecciosos respiratorios y gastrointestinales, y mejoró el sistema natural de defensa del organismo de los niños”, según consta en el estudio.

CASOS. La prueba consistió en que durante medio año, 104 niños recibieron cinco días por semana el yogur elaborado por el Cerela-Conicet, mientras que otros 102 menores consumieron en igual período un yogur estándar, denominado placebo.
Periódicamente, médicos concurrieron a los comedores para registrar problemas respiratorios o gastrointestinales que padecieran los niños, hablaron con los padres y recolectaron muestras de saliva de los pequeños antes y después de que consumieran el probiótico.
Los resultados del estudio científico demostraron “la aparición de eventos infecciosos sólo en el 34 % de los niños que recibieron el probiótico frente al 66 % registrado en el otro grupo”.
Además, comparadas las frecuencias de catarros, anginas y diarreas agudas en todos los casos, en el grupo de los que bebieron el probiótico la presencia de tales trastornos fue del 31, el 28 y el 26 %, frente al 69, el 72 y el 74 % registrado en el segundo grupo.
Asimismo, el estudio corroboró que los niños alimentados con el probiótico experimentaron una disminución de fiebre y de prescripción de antibióticos respecto de los que no recibieron ese yogur (35 % frente a 65 %, y 40 por ciento frente al 60 % en el segundo caso).

RESULTADO. La conclusión fue contundente: “El yogur probiótico, que contiene la cepa denominada lactobasillus casei CRL 1505, evidencia claros beneficios para la salud de los niños con necesidades básicas insatisfechas mejorando, así, su calidad de vida”.
Otro dato relevante es que “la administración de yogur probiótico a una población de riesgo fue capaz de disminuir la frecuencia de infecciones respiratorias e intestinales o cuadros de mayor severidad, con un efecto preventivo asociado al aumento de la denominada “lgA” de mucosas en los niños que lo bebieron”.
En el folleto que el Cerela distribuye a los niños que participan del programa, se les explica que los probióticos “evitan la formación de sustancias tóxicas en el intestino; mejora la absorción de los nutrientes presentes en el alimento como calcio, proteínas, aminoácidos; enriquecen los alimentos con vitaminas, minerales, y ayudan a digerir mejor el azúcar de la leche”.

http://www.conicet.gov.ar/NOTICIAS/portal/noticia.php?n=3683&t=4

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La Historia del noble italiano que apuesta al pinot noir de la Patagonia Argentina

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La Historia del noble italiano que apuesta al pinot noir de la Patagonia Argentina

Posted on 21 septiembre 2009 by hj

Piero Incisa della Rocchetta pertenece a una familia profundamente vinculada con la historia de Italia y propietaria, entre otras empresas, de Tenuta San Guido, donde se alumbra el Sassicaia, una de las etiquetas clave de la vitivinicultura mundial. Hace cinco años comenzó un proyecto propio en la alejada zona de Mainqué, en el Alto Valle del río Negro, donde elabora una partida limitada de pinot noir patagónico que se vende alrededor del mundo a 150 dólares la botella.

Texto: Giorgio Benedetti Fotos: Antonio Pinta

Es muy interesante lo que sucede con la vitivinicultura. Porque es una de las industrias, aquí y en todo el planeta, que más personalidades ha logrado convocar. Hay algo en el vino que va más allá del glamour. Es regio tener caballos de carrera, una estancia o una casa en La Barra. Pero rozar, al menos, el halo de ser bodeguero… Eso es diferente. En la Argentina, por ejemplo, toda la saga de millonarios locales tiene viñedos: Bagó, Sielecki, Werthein, Pescarmona, Perez Companc. Luego, convocan a los winemakers estrella a nivel mundial: Michel Rolland, Paul Hobbs, Pierre Lurton. Por si fuera poco, gradualmente, las grandes familias y fortunas del mundo han ido llegando al Valle de Uco: Laurent Dassault (dueño de la fábrica de aviones Mirage), Catherine Péré-Vergé (propietaria de la cristalería d’Arques), los Rothschild, los Cuvelier. Y por último, unos años atrás, la condesa Noemí Marone de Cinzano y su primo, Piero Incisa della Rocchetta, ambos miembros de la ultra élite toscana, descendientes de una familia profundamente enquistada en la historia sibarita de Italia. Tan sólo en lo que hace al ámbito vitivinícola, Noemí es dueña de Argiano, una de las bodegas de culto europeas con origen en 1580, y Piero pertenece al clan propietario de Tenuta San Guido, productor del Sassicaia, algo así como el Cadillac de los vinos de alta gama. Y el dato no es menor si se tiene en cuenta el sitio en que se instalaron en la Argentina. Porque no compraron fincas en el distrito de moda de Agrelo, ni en Altamira, ni en la carísima Vistalba, donde cada hectárea de vid puede alcanzar los 70 mil dólares. No, ellos lo hicieron en Mainqué, un desolado paraje del Alto Valle del río Negro, lejos de todo tipo de civilización. En ese lugar, en plena estepa patagónica, montaron sus dos bodegas: Noemí Marone la bautizó Noemía y Piero Incisa la nombró Chacra.

Y algo cambió allí para este italiano sereno, de andar calmo y sin apuros.

Pareciera que ya no es tan importante poseer un paraíso vitivinícola en uno de los sitios más requeridos del mundo, donde la tierra ni tiene precio. Ahora la razón de ser radica en unas viñas antiquísimas de pinot noir situadas en una desconocida zona patagónica. Un desafío personal. Y un capricho difícil de explicar.

Lazos de sangre

Banqueros, papas, reyes, militares, políticos… Nada es mucho cuando uno se remonta a los antepasados de Piero Incisa della Rocchetta. “Mi historia es muy breve, pero la de mi familia es muy extensa. Tengo el lujo y el privilegio de que mis antepasados estén muy integrados al ADN de Italia y fueran protagonistas de la historia de ese país durante los últimos mil años. Mi abuelo paterno, Incisa, era hijo de un importante militar, y su madre descendía de príncipes romanos de apellido Chigi. De hecho, él nació en la actual sede de la presidencia de Roma, el Palazzo Chigi. Luego, Incisa se casó con mi abuela, que venía de una familia muy tradicional de Toscana, Gherardesca, cuyo ancestro –el conde Ugolino della Gherardesca– aparece en La divina comedia, de Dante Alighieri. Y otro tanto sucede por parte de mi madre: pura aristocracia. Mi abuelo materno era un príncipe de Firenze, con mucha tradición bancaria en Londres, Constantinopla y Roma. Cuando se instalaron en Italia, sus descendientes fueron nombrados papas, santos, ministros, tenientes… Hasta la Fontana de Trevi, en Roma, tiene tallado el escudo de mi familia”.

¿Y cuándo entra el vino en la historia familiar?
Alrededor de 1200, en la zona del Piamonte, como un experimento. Más seriamente, todo comienza en 1920. Mi abuelo, Mario Incisa della Rocchetta, era un iluminado que se había criado cerca de Francia. Militar, peleó en la Primera y Segunda Guerra Mundial, un personaje especial que –más allá de su posición– odiaba todo lo relacionado con la sociedad bien. Y que creció bebiendo vinos franceses, principalmente de Borgoña y Burdeos, y al que le gustaba muchísimo el pinot noir. Recuerdo que, cuando yo era chico, decidió no tener botellas en casa sino directamente barricas, donde se conservaba mejor. Viajando entendió muy bien temas como la composición mineral del suelo, la calidad de la luz, la influencia del mar. Pronto empezó a experimentar, a hacer vino en su tierra. Su colega, como lo llamaba él, era el barón de Rothschild. Mi abuelo en esos años criaba los mejores caballos de carrera de la época y, entre París y Londres, conoció muy bien a esa familia, también amante de los pura sangre y propietarios del Château Mouton Rothschild, uno de los mejores vinos del mundo. La amistad entre ellos nació porque mi abuelo le pedía consejos sobre vinos y el barón le preguntaba sobre caballos. Aun conservamos todas las cartas de ese intercambio.

¿Así nació Sassicaia?
Sí, al comienzo como un experimento, con la idea de hacer un vino elegante, posiblemente un poquito más intelectual que los que se encontraban por esos días en Italia. Es paradójico: en aquel momento fue denominado como un vino moderno y hoy es evaluado como el vino más tradicional. Y, por ser el más tradicional, es el más moderno. En realidad, logramos un clásico.

¿Qué heredó de su abuelo?
El respeto por la naturaleza, el entender que, en la Tierra, somos huéspedes y tenemos que integrarnos al ambiente. Por ejemplo, muchas veces en los campos hay árboles y, cuando se plantan las viñas, normalmente el hombre los remueve para trabajar mejor. Pero nosotros siempre hacemos lo inverso: tratamos de adaptarnos y de disminuir el impacto ambiental. De hecho, mi abuelo escribió dos libros sobre biodinámica, una disciplina que está ahora muy de moda.

¿Así nace su relación con el vino?
Sí, fue una relación muy orgánica, muy ligada a mi abuelo. En la mesa siempre había una botella de vino blanco y una de tinto, y él nos servía un poco. Nos preguntaba lo primero que sentíamos, sin poner ningún tipo de juicio. Todo un estímulo para nosotros.

¿Y qué se siente pertenecer a una de las casas vitivinícolas más prestigiosas de Europa?
Es que Sassicaia no nació como se lo conoce ahora. Nosotros lo vivimos de otra manera, a tal punto que la primera cosecha fue en 1940, pero para consumo familiar porque mi abuelo estaba completamente en contra de vender lo que producía. Para él, el vino era algo muy personal. Y consideraba que, para hacerlo bien, no se pueden tener presiones económicas porque, de lo contrario, indefectiblemente se va a buscar el camino más corto y, a veces, ese camino no es el mejor. Él era un idealista, más allá de que tenía la posibilidad económica de financiar su experimento y su sueño. En aquel entonces, Sassicaia empezó a alimentar el mito de ser un vino de culto. Sucedía que, por el negocio de los caballos de carrera, gente muy importante venía a casa –como la reina de Inglaterra, por ejemplo– y probaba el vino, que les gustaba muchísimo. Pero no lo podían comprar. Entonces, mi abuelo les enviaba una o dos cajas. Por eso se dice que Sassicaia fue el primer vino de culto: solamente en nuestra casa se podía beber. Así se empezó a alimentar el mito. Y nuestros primos, los Antinori –que ya tenían una gran casa de vino y distribución– le insistían a mi abuelo para que se los diera para vender. Él se mantuvo en la negativa. Finalmente, la generación de mi padre puso Sassicaia a la venta, a través de Antinori, en 1968.

¿Y cómo reaccionó su abuelo?
Se enojó. E hizo otro vino, con otra etiqueta, de otro lote de la finca que él mismo cuidaba, y lo bautizó “El vino distinto a Sassicaia”. No soportaba que lo controlaran. Era una persona increíble, capaz de descorchar una botella de Château Lafite y beberla con los que estaban podando una planta. Entendía la vida, el valor de la gente, el sacrificio que se hace en la zona rural y las dificultades de trabajar con la naturaleza.

¿Qué significa Sassicaia para ustedes, actualmente?
Sassicaia no nos pertenece, nosotros pertenecemos a Sassicaia. Me recuerda a una persona íntegra, que nunca hace las cosas con fines económicos ni por reconocimiento. Para nosotros, es una responsabilidad que tenemos que mantener en forma íntegra para pasársela a la próxima generación tal como la recibimos y sin ninguna impronta personal. Sassicaia es algo tan perfecto que sería una tontería poner el ego para decir: “cambié esto”. Lo que representa es increíble: en degustaciones muy importantes, al lado de todos los gran cru franceses, fue elegido muchas veces como el vino más complejo. Hoy, las aproximadamente 220 mil botellas que se elaboran por año se venden bajo el sistema de vinos de Burdeos, en primeur, es decir, mucho antes de salir al mercado, cuando se está criando en barricas: se abre la oferta como en un remate y se acaba en 15 minutos.

De la Toscana a la Patagonia

Aunque parezca novelesco, Piero Incisa della Rocchetta llegó al Alto Valle del río Negro seducido por un pinot noir patagónico que le hizo probar, en Nueva York, el genial enólogo Hans Vinding-Diers, amigo suyo y esposo de su prima Noemí. Era el Humberto Canale que el hoy afamado winemaker había elaborado en la centenaria bodega del sur argentino, a la que había asesorado tiempo atrás. Ese vino, Hans y Noemí, cerraron un triángulo perfecto para Piero. Y, entre los tres, se trazaron un nuevo objetivo en sus agitadas vidas: elaborar vinos capaces de dar a conocer la expresión del terruño del sur del país. Así surgieron Noemía y Chacra, dos bodegas que, enológicamente, comanda Hans Vinding o, como lo suele apodar Piero, “el vikingo loco”. A tal punto ambos proyectos son la expresión de un sueño compartido que las primeras vinificaciones de Chacra se hicieron en una de las piletas de Noemía.

¿Cómo fueron los comienzos?
Cuando llegamos al Alto Valle vivíamos con Noemí y Hans en un departamento minúsculo. Allí empezamos de cero, buscando fincas, viendo la parte legal, pensando en cada aspecto de la producción, en cómo podíamos importar las barricas, lidiando con la aduana. Fue mucha gente la que participó de aquello pero, sin el amor incondicional de Noemí y Hans, todo esto no hubiera sido posible. La historia de Chacra está ligada al amor. Y también es la historia de una cantidad enorme de trabajo, de una gran pasión de mucha gente, todos los días. Y fue también un experimento. En las primeras dos cosechas, 2004 y 2005, hicimos 1.330 botellas. Hoy elaboramos un poco más, pero sigue siendo un ensayo: plantamos viñas nuevas en el desierto o bien probamos con barricas que son hechas especialmente en Borgoña. La clave es intentar estar al límite. Porque solamente en el límite se puede encontrar la excelencia, ese ir más allá. Chacra es como un equipo de Fórmula 1: todo tiene que estar en sintonía y al límite para encontrar los resultados que buscamos. Es que, como sucede con todas las grandes emociones en la vida: si llegan fáciles, lo mejor es hacer otra cosa.

¿Nunca pensó en elaborar vino en zonas más tradicionales de la Argentina?
Yo, en gran parte por mi situación privilegiada, no voy a venir a la Argentina por cualquier razón ni voy a viajar 36 horas en avión para hacer algo porque está de moda. ¡Eso no me levanta de la cama todas las mañanas! Pero sí lo hace el tener un terroir único, increíble, que no existe en mi tierra. Mainqué es un sitio donde se puede hacer un vino que te toca el alma, es uno de los lugares más mágicos del mundo para elaborar pinot noir.

¿Por qué teniendo una de las etiquetas más prestigiosas, se le ocurrió hacer un pinot noir en la Patagonia?
Son dos cosas distintas. Sassicaia tiene algo que es muy difícil de explicar, algo inentendible, un aura. Es como un elemento de mi sangre. Chacra es algo mucho más personal: representa el desafío de todos los días. Cuando se habla de los vinos argentinos no se habla de pinot noir. Y cuando se habla de las zonas de la Argentina, no se habla de Mainqué. Entonces, es un trabajo que no termina nunca. Este año tomé casi 80 aviones para ir en persona a presentar y a contar qué es Chacra. Es, sin dudas, una de las cosas más difíciles que manejé en mi vida.

¿Y qué es lo más destacable de su emprendimiento?
La tierra de donde viene. La naturaleza no hace vino sino uvas: el vino lo hace el hombre. Y, en esto, Hans tiene una sensibilidad muy difícil de encontrar. Posee la misma visión que yo, porque vivió en Burdeos y creció rodeado de vino. Pero eran caldos más intelectuales que los modernos de ahora, menos obvios, de esos que hay que pensar un poco para entender toda su complejidad. Y él comprendió muy bien todo lo que yo quería hacer.

¿Se podría replicar el concepto de su bodega patagónica?
No se puede hacer un vino de este calibre en todas las regiones del mundo. Probé plantar pinot noir en Toscana y fue un desastre total. Un vino viene de un lugar, de una viña específica. Si las grandes etiquetas son inimitables es porque su secreto es la tierra de la que salen. Lo que distingue a un gran vino de los demás es la capacidad que tiene para darte, en el paladar, una fotografía de lo que pasa en esas dos o tres hectáreas de viñas durante los 365 días del año. Nuestras vides son biodinámicas y el no utilizar productos químicos nos permite transmitir, de manera transparente, el lugar. Cuando uno siente el sabor del vino, si luego conoce la finca, lo entiende totalmente. Eso era lo que queríamos lograr. Ahora ya tenemos expectativas más altas.

¿Cuánto tiempo vive en Mainqué al año?
Mínimo, tres meses y medio a cuatro. El tiempo restante lo paso en Nueva York, en Toscana y en Umbria. Vivo en la casa que era de mis abuelos y desde allí viajo a visitar las otras propiedades que tenemos en la región. Además, vuelvo un mes y medio antes de la cosecha a mirar todas las viñas, pero me quedo unos tres meses hasta que el vino está en barricas.

¿Cómo imagina el futuro?
Espero que podamos seguir manteniendo una integridad profesional y mejorando todo lo que estamos haciendo. Además, en mi caso, querría convencer a una mayor cantidad de gente para que entienda la alternativa de la biodinámica, hacer foco en que la tierra es lo más importante. Hoy, los dueños de las bodegas y los enólogos charlan muchísimo de ellos y muy poco del vino. El Romanée-Conti existía antes del siglo XV y llegó a 2009. Sassicaia existía con mi abuelo y cuando él murió, siguió existiendo con la generación de mi papá. Él también falleció y ahora va a entrar la tercera generación y sigue existiendo. Hay que empezar a charlar del vino y de las personas que trabajan para que el vino pueda existir, no de los dueños de las bodegas. Un dueño puede dar una visión. Pero el vino tiene que ver con las personas que vienen a podar la planta el sábado, el domingo o un feriado porque es el día que marca el calendario biodinámico, no con gente que se sienta en un estudio de abogados en Nueva York o en Buenos Aires, mira un mapa de una región y dice: “Acá pongamos un lote de chardonnay, aquí uno de pinot noir y acá tres de malbec”, sin conocer el lugar, sin respirar la finca, sin escuchar los vientos ni saber nada del suelo.

¿Es un buen negocio una bodega en la Patagonia argentina?
Mi abuelo decía siempre: “Si uno no tiene plata, no puede hacer vino”. Una de las cosas que aprendí de él es que, para hacer una pequeña fortuna en el mundo del vino, hay que empezar con una gran fortuna. Más que el negocio en sí, en Chacra lo importante es la filosofía que compartimos para elaborar nuestros vinos. Empezar a ganar plata va a tomar 20 años con el modelo de Chacra.

Entonces, ¿le gusta más Sassicaia o Chacra?
Es como elegir entre Miss Venezuela o Miss Francia. Posiblemente me quede con las dos, pero en momentos distintos.

http://www.cronista.com/notas/203756-la-historia-del-noble-italiano-que-apuesta-al-pinot-noir

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