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Investigadores Argentinos, están más cerca de obtener nanorelojes

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Investigadores Argentinos, están más cerca de obtener nanorelojes

Posted on 03 mayo 2012 by hj

Expertos del Conicet y a la Comisión Nacional de Energía Atómica crearon un mecanismo clave para su desarrollo; será utilizado desde satélites a microprocesadores

(DyN) – Investigadores argentinos de las comisiones Nacional de Investigación en Ciencia y Tecnología (Conicet) y de la Nacional de Energía Atómica (CNEA) crearon un mecanismo considerado gravitante para diseñar nanorelojes, informaron hoy ambos organismos científicos del Estado.

A partir de una nueva técnica descripta por investigadores argentinos, es posible crear relojes de alta precisión a escalas microscópicas, y según informó el Conicet, el desarrollo «contribuiría a la fabricación de sistemas de medición de tiempo más exactos, para ser usados en dispositivos que van desde microprocesadores hasta satélites».

Damián Zanette, investigador principal del Conicet en el Centro Atómico Barioloche, dependiente de la CNEA, explicó que «para construir un reloj se necesita algún elemento que marque el paso del tiempo en forma regular y constante, y un oscilador es un objeto que permite hacerlo, gracias a sus pulsaciones rítmicas».

Los investigadores crearon un sistema por el cual un oscilador mecánico nanométrico «una pequeña barra vibrante que podría construirse del tamaño de una millonésima de milímetro – puede resultar tan preciso como el cuarzo», comunicó el Conicet.

Utilizaron una pieza micrométrica de un material llamado silicio cristalino, y la integraron a un circuito electrónico para construir un oscilador, y luego lo estabilizaron para que vibre continuamente a la misma frecuencia y funcione como un cronómetro de alta precisión.

Los relojes, tanto los tradicionales como los sistemas internos que tienen las computadoras, utilizan diferentes dispositivos para medir el paso del tiempo, y a medida que la tecnología avanza, es necesario fabricarlos cada vez más pequeños y exactos.

El oscilador usado más tradicionalmente es cuarzo; sin embargo, es difícil usar sus cristales, mantenerlos limpios y encapsularlos en tamaños nanométricos, necesarios para los dispositivos que se usan en computadoras, teléfonos inteligentes o hasta satélites.

DISPOSITIVOS MICROMECÁNICOS

Daniel López, investigador del Center for Nanoscale Materials, de Argonne, Estados Unidos, sostuvo a su vez que «como solución a estos problemas, hace varios años se consideró el uso de dispositivos micromecánicos (MEMS)».

Lamentó, no obstante, que «debido a su pequeño tamaño, estos sistemas son más sensibles a fluctuaciones, y si el oscilador pierde el ritmo, el reloj atrasa o adelanta.» Para resolver este dilema, los físicos argentinos Zanette, López y Darío Antonio, también del Center for Nanoscale Materials, desarrollaron una técnica que permitirá producir relojes de alta precisión a escalas nanométricas. El trabajo fue publicado en la prestigiosa revista Nature Communications.

«Uno de los problemas tecnológicos claves de estos osciladores a escala muy pequeña era justamente estabilizar la frecuencia», explicó Zanette, quien agregó que «a partir del modelo desarrollado, es posible construir relojes que tengan el tamaño de pocos nanómetros, cruciales para el avance de la industria electrónica».

«La potencialidad de esta tecnología es muy grande», explicó Hernán Pastoriza, investigador principal del Conicet en la CNEA, quien destacó entre otros beneficios que «los osciladores de cuarzo representan un mercado de 2 mil millones de dólares, lo cual es un atractivo económico muy grande para cualquier tecnología nueva que pueda reemplazarlo».

Fuente: La Nacion

http://www.lanacion.com.ar/1469870-investigadores-argentinos-mas-cerca-de-obtener-nanorelojes

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Investigadores Argentinos desarrollan camaras para simular las condiciones del espacio exterior

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Investigadores Argentinos desarrollan camaras para simular las condiciones del espacio exterior

Posted on 11 octubre 2011 by hj

Investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) desarrollaron cámaras para imitar en un corto lapso de tiempo los daños por radiación y las variaciones de temperatura que experimenta un instrumento enviado al espacio durante toda su vida útil.


Foto: eltamiz.com

 

Agencia CTyS (Emanuel Pujol) – El objetivo es reconocer si los artefactos científicos resistirán las condiciones fuera de la atmósfera. Para ello, en el Centro Atómico Constituyentes (CAC) han construido una cámara de irradiación espacial y una cámara de ciclado térmico.

En el espacio, los dispositivos electrónicos se encuentran expuestos a las variaciones de temperatura, a la ausencia de presión -ya que no hay atmósfera-, al bombardeo de partículas tales como protones, electrones o iones pesados, y a la radiación solar luminosa, infrarroja y ultravioleta.

Todos estos fenómenos son emulados por la cámara de irradiación solar, que fue desarrollada por los doctores Martín Alurralde y Alberto Filevich, en colaboración con los investigadores Cristian Nigri e Igor Prario, del grupo de daños por radiación de la Gerencia de Energía Solar de la CNEA.

Las condiciones del espacio a lo largo de las extensas órbitas que realiza un satélite, por ejemplo, son representadas en una cámara de apenas 80 centímetros de diámetro y 40 centímetros de alto, a la cual arriban los iones que son provistos por el acelerador de partículas de 64 metros de altura que posee el CAC.

Desde el 4 de octubre, fecha en que se recuerda el lanzamiento en 1957 del Sputnik I (el primer satélite terrestre hecho por el hombre), hasta el 10 de octubre, se conmemora la Semana Mundial del Espacio. Llama al asombro que las condiciones de este inmenso agasajado sean imitadas en estrechos límites, y no a miles que kilómetros, sino a metros de la transitada avenida General Paz.

El doctor Alurralde invitó a la Agencia CTyS al edificio donde funciona el acelerador que provee de partículas a la cámara de irradiación y explicó que “el haz de partículas viene de la torre y hay un gran imán que lo deflecta y lo direcciona a una de las líneas; entre ellas, hay una que investiga las irradiaciones biológicas; otra se dedica a estudiar las interacciones microscópicas; y también está la línea que se dirige a la cámara de irradiación espacial, que es un poco más ancha que las demás, de unos 20 centímetros de diámetro, porque los objetos a irradiar son más grandes”.

El sistema se encarga de que las partículas lleguen al objeto a probar como un haz de luz abierto, imitando la irradiación isotrópica (que proviene en todas direcciones) de partículas que atacan a los circuitos en el espacio.

Alurralde indicó que, dependiendo de lo que se desee estudiar, se puede bombardear al objeto con protones, que por ser los más abundantes son los que más daño producen en el espacio, electrones o, en ciertos casos, se pueden usar iones pesados, que abarcan todos los elemento de la tabla periódica.

El investigador indicó que hay dos tipos de daños en la electrónica de un satélite: pequeños golpes provistos por electrones que, repetidos muchas veces, generan con el tiempo consecuencias observables; y también existen los denominados single event effects, producidos por una partícula única con mucha carga y masa, que impacta en un lugar sensible y puede llegar a dañar la información que proporciona algún instrumento y, eventualmente, hasta deterioros irreversibles.

La cámara de irradiación cuenta también con un simulador solar, consistente en una lámpara de Xenón y espejos que reflejan la luz y la envían a la cámara donde se encuentra la muestra a ensayar. Esa luz ingresa a través de una placa de vidrio especial que permite el paso de toda la parte relevante del espectro luminoso similar al del Sol.

Al mismo tiempo, la muestra puede ser irradiada con el haz de partículas del acelerador. En tanto, todos los datos suministrados durante los experimentos son analizados por los científicos desde el centro de control ubicado en otra habitación, debido a es posible que se produzca radiación en el ambiente donde se ejecutan los ensayos.

Esta cámara funciona en alto vacío y permite ajustar la temperatura durante el ensayo entre límites similares a los del satélite en órbita, entre los -150 Cº y 200 Cº. “El objetivo es simular la variación de temperatura que pueden sufrir los instrumentos al atravesar etapas de luz y sombra mientras realiza su órbita”, señaló Alurralde.

“Acá podemos hacer irradiaciones con algunos ciclos de temperatura, pero un satélite puede atravesar miles de ciclos durante su vida útil, por lo que no llegamos a representar toda la agresión térmica en la cámara de irradiación espacial. Por ello, es importante la cámara de ciclado térmico que desarrolló el doctor Alberto Filevich”, acotó.

Entre el frío y el calor extremo
Durante una misión típica de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), un satélite atraviesa alrededor de diez mil períodos de sombra de hasta veinte minutos cada uno, lo que implica variaciones de temperatura entre los -60ºC y 80 ºC.

Por ello, el investigador del CAC Alberto Filevich desarrolló varias cámaras de ciclado térmico. “Con estos instrumentos observamos si, por ejemplo, las celdas solares que van a formar parte de los paneles que alimentarán de energía a un satélite lograrán resistir las condiciones del espacio”, explicó a la Agencia CTyS.

Como los instrumentos científicos que se ponen en órbita son muy costosos y es imposible repararlos luego de su lanzamiento, se exageran los fenómenos que deberán soportar a centenas de kilómetros sobre la superficie de la Tierra.

“Podemos someter a los instrumentos a pasar desde cerca de -180 Cº a los 200 Cº, en solamente unos pocos minutos. Para lograr este shock térmico, utilizamos nitrógeno gaseoso muy puro, que, además de permitirnos trabajar a temperaturas extremas, evita que se produzca vapor o hielo durante los ciclos, porque no hay presencia de agua”, agregó el investigador principal del CONICET.

Esta cámara de atmósfera controlada posee un tamaño semejante al de un microondas hogareño. En su parte superior, dos calefactores similares a pistolas de calor permiten el ingreso del nitrógeno a alta temperatura, en tanto que un sistema electrónico censa la temperatura y activa las transiciones de temperatura establecidas para cada ensayo. El ciclo frío se realiza vaporizando una niebla de nitrógeno líquido a través de toberas especialmente diseñadas y construidas por el tesista de doctorado Javier García.

El doctor Filevich valoró que “como el proceso se basa en cambios de temperaturas abruptos, rápidos, permite simular en solo un mes los diez mil ciclos que deberán resistir los instrumentos analizados en un período de varios años en el espacio”.

“Este aparato es muy práctico, económico, fácil de mantener y confiable”, agregó el mentor del sistema, quien para construirlo contó con la colaboración del ingeniero Cristian Nigri, Igor Prario, Javier García, Sebastián Rodríguez y Alejandro Vertanessián.

La cámara de ciclado térmico tiene la ventaja de utilizar el mismo nitrógeno para las etapas de calentamiento como de enfriamiento, no permitiendo la entrada de aire atmosférico con agua. “El nitrógeno se mantiene en estado extremadamente puro, sin agua ni oxígeno libre, de manera que se evitan las alteraciones físicas y no se produce hielo”, acotó el doctor Filevich.

Fuente: CTyS

http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=1283

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Reactivan una de las dos mayores reservas de uranio del país

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Reactivan una de las dos mayores reservas de uranio del país

Posted on 07 noviembre 2010 by hj

La Comisión Nacional de Energía Atómica reforzó la dotación en Cerro Solo. Al yacimiento Cerro Solo, ubicado a 70 kilómetros de Paso de Indios, Chubut, es una de las dos reservas de uranio más importantes del país y la Comisión de Energía Atómica le destina más equipos y tecnología a partir del impulso recibido del gobierno nacional

A partir del impulso político que le dio el Gobierno nacional a la explotación del uranio, entre 2011 y 2012 quedará definido el estudio de impacto ambiental, del de prefactibilidad económica y de diseño de la planta en el proyecto de exploración de una de las dos reservas más grandes del insumo nuclear de la Argentina, Cerro Solo.

Como espaldarazo, la Jefa de Estado había recorrido las instalaciones del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu, que fueron reacondicionadas y actualizadas en el marco del relanzamiento del Plan Nuclear Argentino, realizado en noviembre de 2006.

A los 30 empleados de la Comisión Nacional de Energía Atómica que trabajan en épocas de campaña en el yacimiento, ubicado a 70 kilómetros de Paso de Indios, en plena meseta chubutense, este año se sumó una docena de obreros de una empresa privada que opera una de las máquinas de perforación.

Las autoridades de la Regional Patagonia de la CNEA prevén que al cierre de la campaña 2010 van a tener 10.000 metros más perforados, que se sumarán a los 65.000 que había a principios de este año.

Una docena de empleados del ente dependiente del Ministerio de Planificación trabaja diariamente con el equipo de corte, que demanda entre 4 y 5 días para perforar los 90 metros de profundidad que, en promedio, tiene cada pozo, y la posterior restitución del lugar.

«Más de 100 gramos de uranio por tonelada de roca es considerada una zona de interés», explicó al diario El Chubut Hernán Oddino, un joven profesional cordobés que es responsable de Control Geológico.

Actualmente en Cerro Solo hay dos máquinas trabajando en perforación, una mediante el sistema denominado de rotopercusión, que extrae muestras de roca molida, y otra con diamantina, que es la que opera las 24 horas la empresa privada y permite obtener la muestra que se conoce como testigo y que consiste en un tubo de unos tres metros que se extrae en las mismas condiciones en las que se encontraba bajo tierra.

La muestra de roca molida que contiene uranio y que se extrae en cada pozo atraviesa un proceso de secado y archivo que tiene a su cargo Jorge Escudero, un catamarqueño que está próximo a jubilarse, después de dedicar 39 años de su vida a la minería.

Trabajo constante y complementario realiza el personal de la CNEA en la meseta chubutense. Aseguran que es la desinformación generalizada la que mantiene el mito de que el uranio y la minería son perjudiciales y guardan la esperanza de que, en algún momento, Chubut modifique su legislación y permita la explotación del yacimiento de uranio al que dedican sus días.

El agua, el aire y el suelo

El agua del campamento y del lugar no se puede tomar. En gran parte de la meseta el agua presenta niveles de distintos minerales que superan los autorizados por la Organización Mundial de la Salud para consumo humano.

«En casi todos los análisis que hicimos los resultados dan que el agua es sólo apta para consumo animal, y siempre le avisamos a los pobladores de cada lugar, y en varios casos nos dicen que sus padres y sus abuelos tomaron siempre de esos pozos y nunca tuvieron problemas», explica el geólogo Hernán Oddino.

Un estudio hidrogeológico que integrará el informe de impacto ambiental va a brindar a la CNEA mayores datos para definir el proyecto.

También el estudio de evaluación de reservas que se está concluyendo y al que le sigue el estudio del particulado atmosférico proveerá información precisa sobre qué es lo que hay actualmente en el aire de la zona y qué tipo de partículas volarían (si se habilita la explotación en Chubut) al dinamitarse el suelo para abrir la mina a cielo abierto, explicó la jefa de la Gerencia de Exploración Regional Patagonia, Nilda Marveggio.

Un río de la era Mesozoica

De más de 90 millones de años se calcula que son los sedimentos del «paleocauce» en el que se encontraron importantes cantidades de uranio. Se trata de un río que atravesaba la meseta de Chubut en el período Cretácico, dentro de la era Mesozoica, y sus sedimentos conformaron la formación conocida como Los Adobes.

Una afloración fue descubierta en los años ’70 y hacia fines de esa década se explotó la mina conocida con ese nombre extrayéndose de la misma 120 toneladas de dióxido de uranio, mineral que luego fue procesado y destinado a abastecer la entonces flamante central de energía Atucha.

El lugar fue restituido en el marco del programa nacional de restitución ambiental de la minería del uranio Pramu. No así la cantera Cerro Cóndor, de donde se extrajeron 57 toneladas de uranio.

http://www.prensa.argentina.ar/2010/11/07/13657-reactivan-una-de-las-dos-mayores-reservas-de-uranio-del-pais.php

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Nanotecnología – Desarrollo de investigadores Argentinos : En una cerámica, desarrollan una fábrica portátil de ADN?

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Nanotecnología – Desarrollo de investigadores Argentinos : En una cerámica, desarrollan una fábrica portátil de ADN?

Posted on 04 mayo 2010 by hj

Lograron introducir la enzima encargada de copiarlo en un cristal con poros diminutos

En una cerámica, desarrollan una fábrica portátil de ADN

Martín Bellino y Soler Illia (a la derecha), en su laboratorio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales Foto:CEPRO – Exactas

Susana Gallardo
Para LA NACION

A lo largo de millones de años de evolución, la naturaleza logró producir materiales que tienen propiedades y funciones únicas, muy difíciles de alcanzar en forma artificial… hasta ahora. La última tendencia en el área de nuevos materiales es imitar esas funciones y propiedades y darles una aplicación tecnológica. La clave está en unir sustancias biológicas con minerales. Y todo en escala diminuta.

Con esta idea, un equipo de investigadores dirigido por el doctor Galo Soler Illia, investigador del Conicet en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (Fceyn), logró producir copias de ADN.

Claro, esto hoy se hace en los laboratorios en forma habitual para obtener un diagnóstico, hallar el culpable de un crimen o determinar la paternidad. Es lo que se conoce como técnica PCR, sigla en inglés para la reacción en cadena de la polimerasa, que generalmente se efectúa en una solución en pequeños recipientes, donde se aplica la enzima polimerasa. Lo que hizo el grupo de Soler Illia fue atrapar gran cantidad de moléculas de polimerasa en un soporte cerámico. La enzima queda retenida en los poros del material, una especie de esponja cerámica, y allí cumple su función, que es duplicar el ADN. El trabajo se publica en la revista Small, especializada en nanotecnología.

«Habíamos empezado con otra enzima, la amilasa, que divide la molécula del almidón. Al colocar el material con la enzima en una solución con almidón, éste es deshecho. Luego se retira el cerámico, se lava y se deja listo para volver a usar», cuenta el doctor Martín Bellino, primer autor del trabajo. En el trabajo también participaron el doctor Alberto Regazzoni y el grupo de la doctora Hebe Durán (CNEA).

Los poros son suficientemente grandes como para que entre la amilasa, pero luego ésta no puede salir. El almidón puede atravesar tranquilo los poros, pero al entrar se encuentra con una trampa mortal, porque lo espera la amilasa, que lo corta en pedacitos, que luego pueden salir.

«A Martín se le ocurrió una idea: si podíamos romper un polímero como el almidón, por qué no fabricar uno, como el ADN», relata Soler Illia. Lo difícil era lograr introducir en los poros del material la enzima polimerasa, que es la encargada de fabricar las copias del ADN en la célula.

Pero «mientras que la amilasa es una molécula relativamente pequeña, de 3 nanómetros (milmillonésima parte de un metro) de diámetro, la polimerasa es un barco de vapor de 11 nanómetros de largo y 8 de diámetro. No cabía en los poros», dice el investigador.

Empezaron a hacer pruebas y diseñaron un nanomaterial con poros de 40 nanómetros de diámetro. Y, una vez atrapadas en el material las moléculas de la enzima, hicieron la prueba de introducir un fragmento de ADN. Con satisfacción, vieron cómo la polimerasa trabajaba sin parar fabricando numerosos fragmentos idénticos del material genético.

En forma habitual, la técnica PCR se hace en un recipiente donde se colocan la enzima y el ADN que se quiere replicar. Luego, la solución es sometida a ciclos de alta temperatura para que las hebras del ADN se separen. A continuación, se enrolla el ADN nuevamente y se lo amplifica.

Sistema orgánico-inorgánico
«Hicimos lo mismo, pero en lugar de agregar la enzima ésta ya venía pegada en un sustrato cerámico, un pequeño vidrio, que se colocaba en un recipiente con el ADN, funcionaba y luego se lavaba y se dejaba listo para volver a usar», subraya Soler Illia.

«Lo importante es que pudimos hacer un nanomaterial híbrido orgánico-inorgánico con la misma eficiencia que el sistema que se emplea habitualmente», subraya.

La clave del sistema es la posibilidad de atrapar una molécula biológica en un sustrato inorgánico y de ese modo fabricar un sensor portátil. Esto ya existe, por ejemplo, en los sensores de glucosa. Pero hasta ahora a nadie se le había ocurrido hacer la técnica PCR sobre un soporte cerámico transparente. Además, los investigadores emplean una polimerasa que es termoestable y resistente, lo que permite volver a emplear el sistema muchas veces para el mismo ADN.

«Tal vez falte mucho para una aplicación, pero explorar una nueva manera de hacer la PCR es un avance significativo. A lo mejor no sustituye la técnica usual, pero seguramente permitirá aplicaciones vinculadas con la amplificación del ADN que antes no se pensaban», señala el doctor Alejandro Vila, profesor de la Universidad de Rosario e investigador del Conicet en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario.

Para el investigador, «el hecho de no manejar soluciones líquidas y la mayor portabilidad hacen pensar en que puede ser muy útil como método de diagnóstico, por ejemplo». Y concluye: «Si es factible asegurarse de que no queden rastros del ADN empleado, tendría un impacto económico importante».

Centro de Divulgación Científica de la FCEyN, UBA

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1260462

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El renacer nuclear de la Argentina

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El renacer nuclear de la Argentina

Posted on 18 abril 2010 by hj

El país cumple 60 años de desarrollo pionero, autónomo y pacífico de la energía nuclear. Tras el intento de destrucción sistemática en los ’90, el sector se recuperó, innova, exporta y avanza con nuevas fuerzas

Por Ignacio Jawtuschenko
Periodista

La posición de la Argentina en la cumbre Nuclear Mundial celebrada en Washington consistió en acompañar las medidas de seguridad que prevengan posibles ataques terroristas a las instalaciones nucleares, pero que estas medidas preventivas no sean pretexto para impedir el avance y la autonomía del desarrollo nuclear pacífico. Es que la Argentina tiene una larga historia en este campo.
El origen de la actividad nuclear en la Argentina en la década del ’50 no podía haber despertado más fantasías. En una isla paradisíaca, la Huemul, en el lago Nahuel Huapi, el austríaco Ronald Richter experimentó como un alquimista solitario con sus máquinas e instrumentos la secreta posibilidad de la fusión nuclear. Algo que aún hoy, seis décadas después, es un objetivo no alcanzado.

Luego de aquella aventura, la nuclear se volvió una empresa colectiva organizada, con instituciones, grupos de investigación, industriales. Hoy como ayer la actividad nuclear es factor de independencia económica.

La Argentina domina esta tecnología desde sus albores. Desde el RA1 inaugurado en 1958, todos los reactores de investigación argentinos fueron proyectados y construidos en el país. Los reactores de investigación son instrumentos complejos usados para formar ingenieros, físicos y químicos nucleares, testear materiales, fabricar radioisótopos, sustancias químicas radioactivas de uso médico e industrial.

En los ’80, días antes de que asumiera Raúl Alfonsín, la Cnea anunció al mundo que el país disponía de tecnología para enriquecer uranio. Fue el primer país emergente que logró dominar la totalidad de ese ciclo de combustible.

Es que cuando nuestro país emprendió el camino nuclear no lo hizo comprando paquetes tecnológicos llave en mano, sino con la decisión política de desarrollar su infraestructura con la máxima autonomía posible. Se trata de desarrollos que van desde la minería de uranio –prospección, explotación, extracción–, la producción –concentración y purificación– de dióxido de uranio, la fabricación de vainas de zircaloy, la producción de agua pesada para los reactores, la operación de las centrales y la gestión de los residuos radiactivos.

Con una historia a hombros de gigantes como José Balseiro, Jorge Sábato y Franco Varotto, esta actividad científico-tecnológica es una política de Estado que mira el porvenir: en noviembre pasado se aprobó prácticamente por unanimidad la primera Ley Nuclear de la democracia que apunta a permitir la construcción de la cuarta central Atucha III de 1.500 megavatios de potencia, la extensión de vida por otros 30 años de la eficiente Central Nuclear de Embalse y el desarrollo del prototipo del primer reactor de diseño argentino, el Carem.

Poder nuclear. Diez gramos de uranio produce tanta energía como una tonelada de carbón. En términos simples, toda central nuclear funciona como una cacerola. La fisión nuclear genera un inmenso calor que calienta el agua y produce vapor para rotar una turbina, su rotación impulsa un generador que convierte el movimiento mecánico de rotación en electricidad, como el dínamo de una bicicleta. Esa electricidad es transmitida a los usuarios. Detrás de esos artefactos está la teoría física atómica y la fórmula científica que es un ícono de la cultura universal: E=MC2.
La producción nuclear de energía eléctrica se desarrolla dentro del cuadrilátero de política energética, cooperación internacional, aceptación pública y medio ambiente. Algunas ventajas que siempre se destacan de la energía atómica: competitiva frente a las fluctuaciones de los hidrocarburos –petróleo y gas–, constante porque trabaja las 24 horas, todos los días del año –a diferencia de la hidráulica y la solar–, limpia, porque evita la emisión de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Aquí, allí y en todas partes el aumento del precio del petróleo, el incremento de la demanda de electricidad y la dependencia energética a los países productores de combustibles fósiles ha propiciado la vuelta a lo nuclear. Energívoro, en los últimos 15 años el mundo consumió más energía que en toda la historia.

Un ejemplo, Italia, considerada el emblema de los países antinucleares, ya no posterga su retorno a esta energía. Es que se volvió una isla que compra electricidad a los vecinos nucleares, por ejemplo, Francia. El país de los perfumes y la alta costura es también el más nuclear del mundo, allí 8 de cada 10 lámparas de luz son alimentadas por nucleoelectricidad.

Según datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea), el 15 por ciento de la electricidad que consume el mundo es nuclear, la producen 440 reactores. La energía nuclear es sinónimo de desarrollo. Mientras en la Unión Europea el 35 por ciento de la energía que se produce es nuclear, en América latina el panorama es el opuesto, sólo el 2,5 por ciento es nuclear. Sólo Argentina, Brasil y México tienen nucleoelectricidad.

La Argentina cuenta hoy con dos centrales nucleares que suministran un 7 por ciento de electricidad. Atucha I, de origen alemán, en 1974 fue la primera central latinoamericana, puesta en marcha en tiempo récord. La Central de Embalse, en Córdoba, construida en 1984, de tipo Candu, batió récords de eficiencia con un factor de disponibilidad del 87% por ciento. Produce allí el cobalto 60, un radioisótopo que se usa para irradiar y preservar alimentos, esterilizar insumos quirúrgicos y tratar enfermedades tumorales. La Argentina, a través de Dioxitek, es el tercer productor y exportador mundial de fuentes de cobalto 60.

Atucha II será la máquina térmica más grande del país. Durante los ’90 fue un monumento al abandono. Olvidada en el medio de un baldío de pastizales altos, frente al Paraná, ese caudaloso río que –como la tecnología–, no detiene su marcha.

Trunca, la central era un mecano disperso. Sus componentes –85 mil piezas, de unas 40 mil toneladas– se almacenaron en carpas especialmente acondicionadas para evitar la corrosión, para hibernar, resistir. Eran tiempos en que las carpas fueron sinónimo de resistencia política. La carpa blanca docente frente al Congreso, es la más emblemática de todas.

Hoy Atucha II es un hormiguero con cientos de cascos verdes, azules, blancos, amarillos, que se mueven de un lado a otro. A cargo de la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina (N.A.S.A.) trabajan 5.200 personas. Es una mezcla de veteranos recuperados con jóvenes que recuperaron el sentido de futuro.

Cargada de simbolismos, Atucha II es tanto un emblema de reconstrucción, como un ejemplo de lo que no hay que hacer: ninguna obra puede tardar 30 años en terminarse.

Estrategia de dos patas. La Argentina nuclear se sostiene sobre dos patas. Una se hunde hasta la rodilla en el sistema científico tecnológico con la formación de recursos humanos de alto nivel y los proyectos de investigación y desarrollo. La otra se apoya en sectores industriales, con la producción de radioisótopos para la salud pública, la fabricación de combustible nuclear y la provisión de nucleoelectricidad. Casi el 80 por ciento de los fondos asignados al sector nuclear fueron destinados a proyectos referidos a la generación nucleoeléctrica.

Nuestro país ha liderado por décadas el espacio nuclear regional, formando a científicos de países vecinos en investigación y protección radiológica. Pero así como los científicos nucleares argentinos son reconocidos en todo el mundo, la mayor parte de la sociedad desconoce la existencia de este tesoro atómico, que, cuando se conoce, es irremediablemente motivo de orgullo. Sucede que en el sector nuclear son más que discretos a la hora de dar a conocer su trabajo. A diferencia de otros, hacen mucho y hablan poco. Tal vez sean inercias de décadas pasadas, en las que el sector tuvo que resistir en silencio.

Nunca es suficiente la cantidad de especialistas en el campo nuclear. No obstante, el andamiaje necesario para la formación de recursos humanos es uno de los méritos de la Cnea. Mediante acuerdos con universidades, la Cnea creó institutos universitarios, radicados en sus centros atómicos. En 1955 se creó en acuerdo con la Universidad Nacional de Cuyo el Instituto Balseiro en Bariloche, un centro de excelencia donde se forman ingenieros y físicos nucleares de toda América latina. Desde 1993 en acuerdo con la Universidad Nacional de San Martín, el Instituto Tecnológico Jorge Sábato diseñó carreras en ciencias de materiales. Y desde el 2004 el Instituto Dan Beninson ofrece maestrías en reactores nucleares y radioquímica. En Mendoza funciona la Escuela de Medicina Nuclear y Radiodiagnóstico.

Algo más que soja. La Argentina ha demostrado que además de su carne o sus jugadores de fútbol es un proveedor nuclear confiable. La primera exportación de tecnología nuclear fue una serie de elementos combustibles que compró Alemania en 1958. En los ’80 la construcción de un centro nuclear en Perú –el Cnip– fue el más importante proyecto de cooperación nuclear sur-sur. También Argelia optó –entre ofertas de las principales firmas del mercado mundial– por comprarle a la barilochense Invap su primer reactor experimental –el NUR–, con el objetivo de desalinizar agua de mar y favorecer la agricultura en el desierto.

Desde 2002 la Cnea produce en su Centro Atómico Ezeiza molibdeno 99, un elemento radiactivo esencial en medicina nuclear, para el diagnóstico por imágenes y que se exporta a Brasil y países de la región.

En 2005 la exportación más grande de la historia de la Argentina fue el reactor que también Invap vendió a Australia, el Opal, construido para la Ansto, (Agencia de Ciencia y Tecnología Nuclear de Australia). Alta tecnología al precio más conveniente, sería un lema posible.

http://www.elargentino.com/nota-86896-El-renacer-nuclear-de-la-Argentina.html

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Satelite Argentino SAOCOM y  fabricación de paneles solares . INVAP – CNEA

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Satelite Argentino SAOCOM y fabricación de paneles solares . INVAP – CNEA

Posted on 02 septiembre 2009 by hj

Descripción del satelite SAOCOM y la ingenieria desarrollada para la fabricación de los paneles solares en la Republica Argentina por Comision de energia Atomica (CNEA) e INVAP.

Comienza el despliegue del sistema satelital argentino-italiano SIASGE, con la puesta en órbita del satélite COSMO-SkyMed. El SIASGE ayudará a prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes, conservar el medio ambiente, mejorar la agricultura y posicionarnos como proveedores globales de información espacial.
El lanzamiento del satélite Cosmo-Skymed se realizó en la noche del jueves sin problemas y, por ahora, «todo está nominal».


Se trata de un proyecto impulsado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la Agencia Spaziale Italiana (ASI) que apunta a conformar la primera red en la historia de satélites-radar diseñados para proporcionar alertas tempranas y seguir el desarrollo de desastres y emergencias naturales o provocadas por el hombre. Contempla, además, la capacitación de los usuarios de la información satelital, así como el desarrollo de herramientas informáticas y de redes de transmisión de datos espaciales. Cabe destacar que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) financia parte de la construcción de los dos aparatos que Argentina aporta a la red en creación.

El Sistema Italo-Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE) es el primer sistema satelital del mundo diseñado específicamente para prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes. Se basa en dos constelaciones de satélites, una formada por dos SAOCOM argentinos y otra por cuatro COSMO-SkyMed italianos. Este sistema utiliza tecnología de radar SAR (Synthetic Aperture Radar), capaz de “ver” la superficie terrestre, tanto de día como de noche y en cualquier condición climática. Ya se trate de inundaciones, terremotos, incendios, deslaves de terreno, sequías o derrames de petróleo, esta capacidad de los seis satélites operando en conjunto permitirá algo inédito en la historia: obtener imágenes desde el espacio cada 12 horas de cualquier desastre natural o causado por el hombre, en el lugar que sea del planeta. Y a ello se agregan una gran cantidad de otras aplicaciones. El SIASGE es un proyecto de cooperación entre la República Argentina y la República de Italia, a través de sus respectivas agencias espaciales, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la Agenzia Spaziale Italiana (ASI). Involucra, además de la conformación de un sistema de satélites, un amplio programa de capacitación de usuarios de información satelital y el desarrollo de herramientas informáticas y redes de transmisión de datos espaciales. La propuesta trae tantos beneficios que ha merecido que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apoye el componente argentino del sistema -los satélites SAOCOM- financiando parte de su construcción, algo sin precedentes para dicho organismo. Italia también participa en la constelación SAOCOM ocupándose de su puesta en órbita y en desarrollos tecnológicos avanzados. El SIASGE es un logro múltiple. Permitirá no sólo predecir la posibilidad de que ocurran catástrofes (y por ende prevenir o mitigar sus efectos): también dará servicios de monitoreo conceptualmente nuevos para la agricultura, la salud pública, la cartografía, los recursos naturales y marinos, el manejo del medio ambiente y apoyo a actividades judiciales y de seguros; prestaciones que el SIASGE puede efectuar por la novedosa combinación de bandas que lo caracteriza. Los cuatro satélites italianos COSMO-SkyMed “mirarán” la Tierra con radares de banda X (de microondas de 3 cm de longitud de onda), y los dos SAOCOM argentinos harán lo propio en la banda L (de microondas de 23 cm de longitud de onda). Cada banda “ve” cosas muy distintas, y de distinto modo. La suma de ambas visiones ofrece un catálogo abierto de posibles servicios, del que sólo se conoce el comienzo, porque es tecnología inédita y en desarrollo. Con la puesta en órbita del primer satélite del SIASGE, Italia y Argentina se posicionan como fuente de conocimiento novedoso, que se volverá imprescindible para el resto del planeta: información espacial completa y predictiva.

Aplicaciones y productos del SIASGE


– Modelos digitales de terreno y mapas de humedad del suelo
– Mapas de cobertura del terreno y de desplazamiento del terreno.
– Detección de derrames de petróleo en el mar o en ríos
– Monitoreo del avance y retroceso de los glaciares
– Mapas geomorfológicos, por ejemplo para las acciones de mitigación de una inundación.
– Monitoreo de dunas móviles, fenómeno típico de la Península Valdés en la provincia del Chubut.
– Determinación de rutas alternativas, como apoyo a embarcaciones que navegan por zonas de hielo marino.
– Epidemiología Panorámica: en el estudio de la relación entre las condiciones ecológicas del medio y la propagación de vectores transmisores de enfermedades (como los roedores y los mosquitos).
– En áreas como agricultura, hidrología, arqueología, geología y urbanismo.

Los satélites argentinos SAOCOM


En el marco del Plan Espacial Nacional la CONAE desarrolla los satélites SAOCOM 1A y 1B, que llevarán a bordo radares SAR emisores de microondas en banda L. Sumando las capacidades de ambos satélites argentinos a los cuatro COSMO-Skymed italianos, se podrán tener imágenes de cualquier catástrofe en cualquier punto del globo actualizadas cada 12 horas. El tiempo de vida media de cada satélite está estimado en un mínimo de 5 años. Perfil de la Misión SAOCOM: Dimensión: 4,63 metros de alto y 2,70 metros de diámetro Peso: 2 toneladas. Orbita: heliosincrónica 06:00 AM Altura de órbita: 619 kilómetros Lanzamiento previsto en el año 2010

http://www.noticiasdelcosmos.com/2007/06/la-superconstelacin-talo-argentina.html

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