Hace 12.000 años, el hombre dejaba las primeras huellas de su vida en la Patagonia. En un medio ambiente inhóspito, el guanaco y el ñandú habrían sido su fuente de alimento; sin embargo, investigadores analizan la posibilidad de que los primeros habitantes hayan incorporado otros recursos para su subsistencia, como los peces. Con este fin, identificaron más de 75 sitios arqueológicos donde analizan las características de los artefactos hallados como objetos en cerámica y puntas de proyectiles
Foto: http://www.unp.edu.ar
“En un ambiente de escasos recursos como la estepa patagónica, las posibilidades de ampliar la dieta alimentaria por parte de los primeros habitantes eran escasas”, afirma el director de la investigación, Julián Eduardo Moreno, docente de la cátedra “Historia de América I” de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNPSJB.
Junto a su equipo de investigación, Moreno busca indicadores de diversificación económica prehistóricas en las cuencas de los Lagos Musters y Colhué Huapi y sostiene que la abundancia de restos de guanacos en los sitios de estudio debió haber estado complementada con otros recursos, como podrían ser los peces.
La investigación requiere explorar aquellas áreas o microambientes donde sea posible disponer de otros recursos alimenticios. Tal como sucedió en la costa norte de Santa Cruz cuando, en 2003, se hallaron evidencias de ocupaciones humanas y de un uso importante de los recursos marinos, en particular moluscos y peces.
“Es difícil encontrar en los lagos del centro sur de Chubut el mismo tipo de sitios arqueológicos y de las mismas proporciones que se encuentran en la Costa Atlántica”, comentó a InfoUniversidades Hugo Pérez Ruiz, antropólogo y co-director del proyecto de investigación. Los trabajos de investigación que se realizaron con anterioridad demostraron la existencia de abundantes restos de peces asociados a fogones en proximidades del nacimiento del Río Chico, en el lago Colhué Huapi. “Allí, se produjo el hallazgo de arpones construidos en huesos de mamíferos terrestres a orillas del mismo lago, los que estarían destinados a la captura de nutrias o coipos”, relató Pérez Ruiz. Por lo tanto, los lagos habrían ofrecido la posibilidad de una explotación económica alternativa al uso del guanaco y del ñandú.
Los análisis de restos vegetales, de fauna menor, de restos materiales y artefactos vinculados al aprovechamiento de los recursos del medio constituyen puntos de interés en el estudio de los sitios arqueológicos cercanos a la cuenca de los lagos, y es con este objetivo que la investigación incluye la distribución y densidad de estos recursos.
El equipo busca indicadores de intensificación y diversificación económica indígena, dentro del marco ambiental de la Patagonia continental. Teniendo en cuenta la escasa información arqueológica referida al lago, se planteó la ubicación de sitios arqueológicos estratigráficos donde la conservación del material óseo se encuentra en buen estado, en relación a las características de destrucción que presentan los animales pequeños por el proceso erosivo.
“Los trabajos de prospección en la zona inmediata a la costa actual permitieron hallar más de 75 sitios arqueológicos. Se ubicaron, además, 17 sitios en la localidad de Bajo del Avestruz y 40 sitios con fogones en el Delta del Arroyo Vulcana. En la zona inmediata a la costa, se hallaron 54 sitios en médanos o vinculados a ellos”, comentó Pérez Ruiz. Con los trabajos de prospección se cubrieron 150 kilómetros, que constituyen alrededor del 80 % del perímetro de los lagos, incluyendo la Laguna de la Flecha, un extenso cuerpo de agua ligada a éste. La mayor parte de los sitios son pequeños y poco densos.
En la cuenca del lago Musters se hallaron restos de coipos y peces. Estos últimos son los que presentan mayores problemas para el análisis requerido ya que la densidad de sus huesos es muy inferior a la de los restos de mamíferos. Precisamente, el tamaño y tipo de los restos dificulta la tarea de encontrar marcas de procesamiento.
Por otra parte, resultan llamativas las características de los artefactos hallados en los diferentes sitios, entre los que se destacan los elementos de molienda, las puntas de proyectiles pedunculadas y apedunculadas, y los objetos en cerámica. Desde el punto de vista estratigráfico, los sitios con restos de artefactos cerámicos se dataron en 1.500 años.
Los estudios se realizan en zonas de impacto antrópico, consecuencia de los movimientos de tierra a gran escala por la construcción de caminos y las estructuras ligadas a maniobras militares, sumado a la intervención de coleccionistas.
Los resultados preliminares de la investigación marcan una diferencia entre las depositaciones antrópicas y las naturales y ya está en marcha un experimento a largo plazo que permitirá interpretar la presencia de los restos de peces.
El equipo interdisciplinario que dirige el profesor Julián Eduardo Moreno está conformado por docentes de distintas disciplinas de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, alumnos y docentes de Historia, de la Facultad de Ciencias Naturales, alumnos y docentes de geología, e investigadores del CENPAT (Centro Nacional Patagónico) y de la UNPA (Universidad Nacional de la Patagonia Austral).
Daniel Pichl
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Norma Escalante
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Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
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