El nuevo material genético del Covid-19 contribuirá al desarrollo de la vacuna para frenar los contagios en las personas pero no para la extinción del virus
Científicos y técnicos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS), Doctor Carlos G. Malbrán, lograron secuenciar el genoma completo del coronavirus SARS COV-2 – o COVID-19 – lo que será útil para asegurar la calidad del diagnóstico, complementar la vigilancia epidemiológica y contribuir al desarrollo de una vacuna.
En este sentido, los expertos señalaron que al poder secuenciar el coronavirus en el país se podrán realizar reactivos en Argentina justo en momentos en que son escasos a nivel mundial debido a la pandemia.
Desde el Instituto Malbrán, que es dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, realizaron el estudio para conocer la dinámica y diversidad de la población viral de SARS-CoV-2 y las rutas de transmisión en Argentina.
Por otra parte, las muestras de pacientes argentinos infectados fueron derivadas al Laboratorio Nacional de Referencia en el marco de la vigilancia nacional de coronavirus.
El resultado fue enviado al Global Initiative on Sharing All Influenza Data, GISAID, entidad que aprobó el estudio de forma inmediata.
GISAID es una iniciativa público privada, con sede en Alemania, que promueve el intercambio internacional de todas las secuencias del virus de la influenza, datos clínicos y epidemiológicos relacionados con virus humanos. Con información geográfica y específica busca ayudar a los investigadores a comprender cómo evolucionan y se propagan los virus.
El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, quien destacó el logro del ANLIS indicó que “es muy importante no solo para el presente, sino para el futuro, porque los virus no son todos iguales y esta investigación pudo determinar la procedencia de estos virus y que características tienen, esto sirve para que cuando haya que hacer la vacuna incluya las características del virus local”, explicó el ministro.
Cabe señalar que la información obtenida será útil para asegurar la calidad de diagnóstico, complementar la vigilancia epidemiológica y contribuir al desarrollo de una fórmula vacunal representativa de las cepas circulantes en el país y en la región.
En tanto, el primer test serólogico, el «COVIDAR IgG» también está siendo distribuido y alcanzó una producción de 100 mil determinaciones.
Los dos tests de diagnóstico rápido de presencia de coronavirus, desarrollados íntegramente por científicos argentinos, ya comenzaron a distribuirse en hospitales públicos para acelerar el diagnóstico de la enfermedad.
Se trata del Neokit-Covid19 y ELA- CHEMSTRIP que permiten obtener resultados en menos de dos horas y a menor costo.
En el caso del Neokit-Covid19, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, junto con científicos y científicas del Instituto de Ciencia y Tecnología Dr. César Milstein, entregaron y capacitaron a las autoridades de hospitales provinciales y de la Ciudad de Buenos Aires para la implementación de estos tests.
Las determinaciones fueron entregadas también a las autoridades de los hospitales San Juan de Dios y Rossi de La Plata; el Centro de diagnóstico de Exactas de la Universidad Nacional de La Plata; el Hospital Fiorito de Avellaneda; el Hospital Petrona V. de Cordero de San Fernando; el Hospital Abete de Malvinas Argentinas y el Hospital Muñiz en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En tanto, en relación al segundo test, el ELA-CHEMSTRIP, a través de una acción coordinada entra las Universidades Naciones de San Martín y de Quilmes y el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, se entregaron determinaciones a los hospitales: Mariano y Luciano de la Vega de Moreno; San juan de Dios de La Plata; Luisa Cravenna de Gandulfo de Lomas de Zamora; Presidente Perón de Avellaneda; Néstor Carlos Kirchner de Escobar.
Por otra parte, el “COVIDAR IgG”, el tercer desarrollo argentino que fue liderado por científicos del Instituto Leloir y del CONICET y que sirve para medir la presencia de anticuerpos contra el coronavirus, ya comenzó también a emplearse en el país con varios fines como controlar la transmisión en los barrios y el cuidado del personal de la salud. Ya fueron distribuidos en forma gratuita a hospitales y centros de salud públicos y privados de todo el paı́s.
Además, sirve para medir la presencia de anticuerpos en plasma de pacientes recuperados de Covid-19 que hayan accedido a donar sangre y que permite tratar casos complicados de la enfermedad. “El primer test serológico argentino para Covid-19, “COVIDAR IgG”, alcanzó una producción de 100 mil determinaciones y tuvo un desempeño “excelente”, aseguraron expertos.
La herramienta tiene diversas aplicaciones: diagnóstico (complementario al PCR); monitoreo de pacientes infectados para evaluar la respuesta inmunológica; determinació n del estado inmunológico del personal de la salud; cuantificación de anticuerpos en muestras de pacientes convalecientes con fines terapéuticos; y análisis de la evolución de la pandemia a nivel poblacional.
Resta ultimar detalles pero todo parece indicar que los barbijos realizados por investigadoras de la UBA, UNSAM y Conicet cuentan con propiedades bactericidas, fungicidas y antivirales. El 10% será donado a los barrios humildes de la zona, en el partido de San Martín.
“Realizar un producto así nos produce orgullo, esa alegría que solo se siente cuando estás ayudando sin pedir nada a cambio. Hay tanta gente que no puede comprar un barbijo, o bien, que ni siquiera tiene agua potable para lavarlos. Ayudarla de algún modo para nosotros es conmovedor”, expresa Silvia Goyanes, Investigadora Superior del Conicet y docente la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Es experta en materiales poliméricos para aplicaciones industriales y, junto a científicos y científicas de la Universidad Nacional de San Martín y el Conicet, trabajaron codo a codo con una PyME –denominada Atom Protect– en el diseño de un barbijo muy particular. Posee triple capa protectora con activos antivirales, bactericidas y antihongos. Además, se puede utilizar hasta 8 horas al día y resiste hasta 15 lavados sin perder sus propiedades. En dos semanas llegará el visto bueno de los especialistas del INTA que confirmarán su efectividad respecto del coronavirus, aunque todo parece indicar –al ser puesta a punto en etapas previas– que su calidad es muy fiable. A continuación, narra algunos detalles sobre la innovación.
-¿Cómo surgió la idea de desarrollar un barbijo con estas propiedades?
-Junto a colegas de la Universidad Nacional de San Martín y del Conicet comenzamos a pensar en la idea de diseñar un barbijo de uso médico con capas de polipropileno. Sin embargo, cuando estábamos iniciando recibí el llamado de la empresa Atom Protect. Querían producir telas con efecto bactericida. Entonces, les ofrecí algo superior: que sea bactericida, pero además que sea antihongos y utilice propiedades antivirales para coronavirus. Hay muchas publicaciones científicas –incluso patentes– que afirman que el cobre combate cualquier tipo de virus envuelto. La PyME se entusiasmó así que empezamos a trabajar en conjunto. Lo único que le pedimos es que nos pagasen los costos de los insumos y que a cambio de nuestro know how debían donar el 10% de la tela de los barbijos a la Fundación de la UNSAM para que, luego, sea transferida a los barrios cercanos con más necesidades.
-¡Qué buena idea!
-Claro, nos pagaron los viajes a la empresa, los activos y, en caso de funcionar, se comprometieron a abonar un plus a los becarios que nos estaban ayudando y que habitualmente ganan poco dinero. De este modo, colocamos manos a la obra. Desde hacía muchísimo tiempo andábamos concentrados en cosas parecidas. Solo era cuestión de preparar bien las mezclas que necesitábamos para que las telas tuvieran todas las propiedades de protección.
-¿Cómo fueron esas pruebas?
-Conseguimos unos tachos de 200 litros. Colocamos los insumos necesarios y los empezamos a mezclar de una manera bien artesanal, con la ayuda de una paleta. El producto es un polímero que no causa ningún daño ambiental, que trabaja con agua y es biocompatible, con lo cual puede estar en contacto con nuestros cuerpos sin causarnos ninguna reacción alérgica ni efectos secundarios o nocivos para la salud. Es lo que en la jerga –comúnmente– se denomina “biomaterial”. Cuenta con iones de plata (acción bactericida) y de cobre (actúa sobre los virus), así como también con cloruro de benzalconio (un inhibidor de la actividad viral y antihongo) y otros componentes ya aprobados por la Anmat. A ello, se suma un componente que se coloca sobre las telas y las vuelve impermeables. Es lo que evita que los principios activos se vayan con los lavados.
-Mezclaron todos esos productos, ¿y luego?
-Los volcamos en una batea por donde pasa la tela de algodón poliéster (como la de las sábanas) con el objetivo de que siguiera el proceso de producción que se realiza con cualquier barbijo. Luego por el fular y más adelante por un horno de secado. En este momento, el producto está en el INTA y en dos semanas sabremos si sirve para repeler Sars CoV-2. Faltan ensayos pero confiamos en que será efectivo.
-Es decir, aún no pueden afirmar si repele coronavirus pero sí que cuenta con los activos antivirales.
-Exacto. Nosotros pudimos comprobar, por intermedio de microscopía electrónica, que la tela ya terminada cuenta con el porcentaje adecuado de los productos antivirales para que actúe con éxito. Advertimos que la plata y el cobre están presentes en el material así que todo debería andar muy bien según nuestras expectativas. Las lavamos con agua fría y jabón 15 veces y las propiedades se conservan sin ser alteradas. Con lo que te comentaba respecto de Escherichia coli es muy pero muy efectivo, a las bacterias las hace bolsa. Por ello, estamos pensando en que la tela podría emplearse, a mediano plazo, para recubrir las camillas, o bien, para los propios camisolines que utiliza el personal de salud.
-De modo que iniciaron con la idea de confeccionar un barbijo médico pero culminaron haciendo uno “social”.
-Sí, es un barbijo de uso social, de los que puede utilizar cualquier ciudadano. Para que sea médico debe cumplir con una capacidad que se vincula con la cantidad de partículas que puede retener y que le otorga el famoso nombre “n95”. Esas pruebas no las hicimos en este caso. El 10% de la tela con estas propiedades será donado por Atom Protect a otras PyMES barriales de la zona y éstas, a su vez, los distribuirán a la gente más necesitada. Por otra parte, acordamos que los barbijos que Atom comercialice sean puestos a la venta a un precio razonable. Según nos afirmaron, los venderán a $100 si se compran al por mayor. Me parece un valor accesible, hace poco compré uno bastante malo a $200.
-Una iniciativa más de la ciencia que demuestra estar presente en una situación tan crítica como esta…
-Realizar un producto así nos produce orgullo, esa alegría que solo se siente cuando estás ayudando sin pedir nada a cambio. Hay tanta gente que no puede comprar un barbijo, o bien, que ni siquiera tiene agua potable para lavarlos. Ayudarla de algún modo para nosotros es conmovedor.
La pandemia de coronavirus colapsó a los sistemas sanitarios de todos los países y la falta de insumos médicos se convirtió en un problema a nivel internacional. En ese marco, un invento argentino promete reducir la necesidad de respiradores e intubaciones para pacientes de COVID-19. Se trata de un casco para ventilación no invasiva que desarrolló la empresa Ecleris y que en menos de dos semanas podría llegar al mercado. Los respiradores mecánicos son uno de los insumos más críticos a la hora de enfrentar la pandemia. Pero con el casco o helmet de Ecleris su requerimiento podría verse reducido. La experiencia internacional indica que con el uso de este tipo de aparato se disminuye la necesidad de intubación entre un 30% y un 60%. Ya se usaron elementos similares en Italia, que sirvieron de inspiración para la versión argentina. “Si un paciente responde al casco se salva de la intubación o del respirador, que es invasivo, o incluso del coma”, destacó en diálogo con PERFIL Marcos Ledesma, médico y uno de los dueños de la empresa que desarrolló el equipamiento. Su interés por el instrumento empezó cuando uno de sus socios se enfermó de coronavirus y fue hospitalizado. El hombre recibió diferentes formas de suministro de oxígeno que no dieron resultado, Estuvo dos semanas en coma farmacológico conectado a un respirador y con riesgo peligro de morir. «El me habló de estos casos que se usaron durante el pico de la pandemia en Italia, que brindaban mejor calidad de ventilación. Averiguamos y no se encontraban disponibles en la Argentina ni en casi ningún lado porque la mayoría los había adquirido el gobierno italiano. Cuando entró en coma empezamos el desarrollo del producto”, contó.
La tecnología tiene como base la utilizada en las cámaras hiperbáricas, que se emplean para la oxigenoterapia. “La sangre lleva el oxígeno en los glóbulos rojos, pero estos tienen una capacidad limitada que hace que éste se pueda disolver en el plasma de la sangre y aumentar mucho la oxigenación a través de este proceso”, explicó el especialista. Las cámaras hiperbálicas pueden ser para una sola persona o multiplaza, en estas últimas las personas llevan un casco. “Estos helmets fueron los que modificaron nuestros ingenieros para el COVID-19. Tienen que soportar más presión, estar anclados al paciente debajo de las axilas por un sistema que no cause problemas de trombosis en la zona, disponer de filtros virales, etc. Y la otra clave era que no contaminen al personal de salud”, indicó Ledesma. En Argentina, un 10% de los casos de coronavirus afecta a empleados del sistema sanitario.
El casco tiene el aspecto de una escafandra transparente y consta de dos piezas: un aro con un cuello de silicona y una burbuja de vinilo. El primero se corta de acuerdo al tamaño del cuello del paciente y se fija en el cuello y el tórax. Sobre ello, se coloca el casco propiamente dicho que mantiene a la persona completamente aislada del ambiente en el que se encuentra, lo que evita el contagio. Esto se logra porque el aparato cuenta con una salida con un filtro viral y bacteriano para el aire que expulsa el enfermo. Además, el aparato se puede conectar a la línea de oxígeno y aire que se encuentran en las cabeceras de las camas de internación o directamente a tubos de oxígeno móviles. Por el otro lado, en la salida se ubica además una válvula que permite aumentar la presión dentro del casco para oxigenar mejor los pulmones. El médico, de acuerdo a las necesidades del paciente, va a regular la mezcla de cuánto oxígeno y aire se le insufla al casco. Al tratarse de una técnica no invasiva el paciente está despierto y se encuentra lúcido mientras le instalan y usa el casco. Pero además, permite ser una herramienta eficaz para prevenir el contagio al personal de salud mientras dura el diagnóstico y tratamiento del enfermo. “A prácticamente todos los pacientes con problemas respiratorios como el COVID-19 o la neumonía se les tiene que realizar una tomografía computada de los pulmones para evaluar su estado y luego de usar el tomógrafo se necesita una hora de descontaminación y limpieza. El casco simplifica el proceso”, remarcó Ledesma.
Una de las ventajas del modelo argentino con respecto al italiano es que es reutilizable, por lo solo es necesario desinfectarlo entre un paciente y otro y cambiarle algunas piezas que sí son descartables, como el filtro viral, por lo que es una versión más económica al largo plazo. Pero, además, su implementación va a suponer una reducción en los costos del sistema sanitario, porque implicará menor uso de respiradores y del material que se utiliza diariamente en un paciente en terapia intensiva intubado. La compañía argentina desarrolló el instrumento en colaboración con equipos médicos de la Unidad de Soporte ventilatorio del Hospitales Fernández y Zonal General de Agudos de Ezeiza. La semana pasada la ANMAT autorizó la venta del producto y, con la aprobación, ahora ya se cuentan con los permisos para importar las piezas restantes que son necesarias para la fabricación. Desde la empresa estiman que en los próximos 10 a 15 días podrían estar ya el casco en el mercado para su uso en centros de salud de todo el país. En el caso de disponer con todos los elementos necesarios, se podrían producir entre 600 y 700 por semana. Mientras tanto, ya se empezó la exportación a otros países de América Latina.
La Fundación alemana Alexander von Humboldt le entregó a Claudio O. Fernández, profesor de Universidad Nacional de Rosario y también investigador Principal del CONICET, por sus acciones de excelencia a la investigación científica
El investigador científico argentino Dr. Claudio O. Fernández, de la Universidad Nacional de Rosario y CONICET, fue premiado con una distinción internacional por la Fundación alemana Alexander von Humboldt por sus acciones conectando la investigación científica de excelencia con la comunicación pública y social de la ciencia.
La premiación se desarrolló en el marco de la conmemoración del 250 aniversario del nacimiento del reconocido científico Alexander von Humboldt. La prestigiosa Fundación homónima incluyó en esta oportunidad un premio inédito que busca visibilizar la relevancia social de la investigación científica, reconociendo las iniciativas comprometidas con el vínculo entre ciencia y sociedad.
La distinción en la comunicación pública y social de la ciencia fue otorgada el 24 de junio de 2020 por el Presidente de la República Federal de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, en el marco de la Reunión Internacional Anual de la Fundación Alexander von Humboldt, que se realiza cada año en Berlín.
En esta oportunidad, debido a la crisis pandémica COVID-19, el evento se desarrolla de manera virtual, donde el Dr. Claudio Fernández participó como orador. “Quiero compartir esta distinción internacional con las universidades públicas, los organismos de ciencia y técnica, y fundamentalmente con la sociedad”, expresó el Dr. Fernández, señalando que este reconocimiento permitirá que este modelo que conecta la investigación científica en áreas sensibles con la comunicación pública, la educación y enseñanza de la ciencia se extienda más allá de las fronteras de nuestro país e inicie una etapa de internacionalización a otros países de Latinoamérica.
La distinción trae asociada un importante financiamiento destinado a crear una red que contribuirá a establecer este modelo en otros países y consolidarlo a nivel regional. “Esta distinción, junto con la conformación de la red científica constituyen un estímulo fundamental para quienes desde la Universidad pública concebimos al conocimiento como un bien social y no como el privilegio de unos pocos”, concluyó Claudio Fernández, quien se considera un obrero o un trabajador de la ciencia.
En un contexto global donde la socialización de la ciencia y el vínculo ciencia-sociedad se constituye como uno de los principales desafíos del siglo XXI, esta distinción internacional inscribe a la Argentina como uno de los países de vanguardia en el abordaje de esa problemática mundial.
El Dr. Claudio Fernández, director del laboratorio Max Planck de Biología Estructural, Química y Biofísica Molecular de Rosario, es reconocido internacionalmente por sus logros y publicaciones científicas en el área de la enfermedad neurodegenerativa de Parkinson desarrolló durante la última década variados ciclos y programas de comunicación pública de la ciencia, de gran impacto y éxito a nivel social, partiendo de la necesidad de generar espacios de reflexión acerca del conocimiento científico en un contexto territorial.
Su desarrollo más reciente fue el XLAB Rosario, un laboratorio experimental para capacitar a estudiantes de nivel secundario y universitario. Este proyecto innovador cambia el paradigma de la enseñanza y la comunicación de la ciencia en los ámbitos de la educación media y universitaria, partiendo de la premisa de que “lo que los estudiantes escuchan, lo olvidan, lo que los estudiantes ven, lo recuerdan y lo que los estudiantes hacen, lo comprenden”.
Claudio Fernández también es profesor titular de la Universidad Nacional de Rosario en el ámbito del Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI), Investigador Principal del CONICET,y también es director del Doctorado Argentino-Alemán en Biociencias Moleculares y Biomedicina.
Asimismo, Férnandez es reconocido internacionalmente en el campo de la investigación científica por sus logros y trabajos pioneros en el área de la enfermedad de Parkinson, con más de 70 publicaciones en prestigiosas revistas internacionales. Además por sus trabajos recibió entre otras distinciones, el premio a la Mención de Honor 2018, otorgado por el Senado de la Nación Argentina.
Fue desarrollada por el Servicio de Ingeniería Clínica del hospital Rawson de San Juan. Luis Pulenta, el coordinador de ese departamento, cuenta las bondades del proyecto, que protegerá del contagio intrahospitalario a médicos y enfermeros que trasladen pacientes
La provincia de San Juan fue una de las últimas en tener contagiados de COVID-19. En la actualidad hay cuatro. El último caso fue una médica de 42 años del hospital Rawson, que atendió al hermano, un transportista que se contagió en la provincia de Buenos Aires y fue trasladado a el 5 de mayo a la provincia cuyana. Hoy, la ministra de Salud Pública Alejandra Venerando anunció que se le iniciará una demanda penal. Y se basa en que el 7 de mayo, el personal de guardia “le advirtió a la profesional la gravedad de la situación”, pero ella, igualmente, “ingresó al box de su familiar”.
Seguramente, la médica en cuestión va a poder comprobar por sí misma las bondades de un desarrollo contra el coronavirus que se hizo en el mismo hospital Rawson: la “camilla de bioseguridad para transporte de paciente COVID-19” llamada ARCA, uno de los 64 proyectos que eligió la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para subvencionar con 100 mil dólares en el marco de la lucha contra la pandemia. En esa burbuja plástica de 1,80 x 55 x 50 centímetros (es la medida standard, pero se hacen más grandes o pequeños), aislados del entorno, se pueden trasladar enfermos de COVID-19 con total seguridad, minimizando uno de los peores riesgos: que se contagie el personal de salud.
En ese “lado A» del hospital sanjuanino trabaja Luis Pulenta, un bioingeniero de 41 años, casado y padre de dos hijos, recibido en la Universidad Nacional de San Juan y coordinador del Servicio de Ingeniería Clínica del Hospital Rawson de San Juan, que hizo el desarrolló de ARCA junto a 18 bioingenieros y técnicos. Rápidamente, aclara: “En realidad es una cápsula de bioseguridad que va apoyada sobre una camilla. Es importante decir esto para nosotros, porque si fuese una camilla habría que registrarla en el ANMAT. En cambio, una cápsula no lo requiere. Es para la bioseguridad del personal de salud, no es un tratamiento o un diagnóstico para el paciente. No se incluir dentro del nomenclador de equipos médicos.
-Significa que para el paciente no cambia nada.
-No. Lo que intenta mitigar es el riesgo por el contagio intrahospitalario, del que hay un índice muy alto. Es para traslados, se puede usar en ambulancias o para llevar al paciente entre una cama de cuidados comunes y una de terapia intensiva. Es muy importante para la fase de contención de la pandemia. Porque los traslados de pacientes sospechosos de COVID-19 no se hacen en forma sistemática. No se planteó cómo evitar el contagio. Hay sugerencias, como poner una manta plástica directamente arriba del paciente y luego hay que tirarla, pero no está sistematizado un protocolo.
-¿Cómo funciona?
-Lo que hace innovadora a la cápsula es que tiene un sistema de filtrado, no sólo una barrera mecánica, como puede ser un cobertor, para que no pase el virus y no exista contaminación. El aire que ingresa a la cápsula al salir del habitáculo lo hace filtrado a través de un filtro viral-bacteriano. Tiene una cantidad de 20 renovaciones de aire por hora, las necesarias para este tipo de dispositivo. Y otra característica importante es que posee ingresos laterales, no sólo para que los pacientes entren en la camilla, sino para hacer procedimientos.
-¿Qué ventajas tiene que el ingreso sea lateral?
-Que podés pasar al paciente de una cama de cirugía o de internación a una camilla de forma lateral, y no en forma axial, como vimos en algunos otros prototipos, donde se lo ingresa por la punta. Además tienen accesos para procedimientos necesarios durante el transporte de tipo iris, una apertura manual.
-¿Sólo sirve para COVID-19?
-No. La cápsula sirve para cualquier otro tipo de infección viral o bacteriana. Pero lo hicimos exclusivamente por el COVID-19. Antes lo vi con el ébola en algunos lugares del mundo. Y es de presión negativa, así que el virus debe estar adentro de la cápsula, el paciente tienen que estar contagiado. Esto lo que hace es obligar a mantener una aislación mecánica entre el paciente y el personal de traslado, con la ventaja que el aire contaminado sale del habitáculo en forma filtrada.
-¿Cómo manera sale purificado el aire?
-Mediante unos filtros que vienen establecidos. Son filtros absolutos, mecánicos, que aseguran un rendimiento del 99, 9 por ciento para virus y bacterias. Nosotros armamos una regla para el filtro, la cantidad de aire que tiene que circular. Nosotros pasamos por cuatro prototipos. En el hospital Rawson, esos cuatro ya están funcionando. La versión final, con mejoras, es la que entró en el proyecto que presentamos y nos van a financiar. El filtro tiene una batería y un cargador. Cuando no lo estás usando lo desconectás. Y tenés una autonomía de dos horas. El equipo de filtrado consta de dos forzadores, una especie de ventiladores o coolers similares a los que tiene la CPU de una computadora de corriente contínua. para tener las 20 renovaciones por aire por hora.
-¿De qué material está hecha la cápsula?
-Es de PVC transparente, con un cierre tipo cremallera. Y el soporte mecánico se lo dan unas láminas de policarbonato. Y esos mismos soportes de policarbonato, al cerrar la cápsula, forman una maleta para el resguardo o el traslado del equipo a cualquier parte del país.
-¿Qué precio tiene este dispositivo.
-Comparado el precio de un habitáculo similar, que hay que importar, sale menos de la tercera parte. Nosotros no pensamos en venderlas, pero con todo saldría unos 100 mil pesos. Y las de afuera están alrededor de 300 mil pesos.
-¿No se hace en el país?
-La única empresa que importaba unas cápsulas similares está en Córdoba. Y hay dos o tres proyectos argentinos, pero tal vez con más énfasis en la barrera mecánica y no tanto en el filtrado del aire que sale.
-¿Ya recibieron encargos?
-Por el momento tenemos pedidas 15 cápsulas para Salud Pública de San Juan, que debemos entregar en dos meses.
Estimados amigos: Este sitio no recibe apoyo privado ni estatal.
Preferimos que sea así para poder publicar lo que consideramos "buenas noticias" sobre nuestro país de manera independiente.
Si te gusta este sitio y querés colaborar para que sigamos online
escaneá el código QR con la App de Mercado Pago. Gracias por leernos y por tu colaboración!!