Se trata de un desarrollo del INTA Corrientes adaptados a la resistencia a las parasitosis gastrointestinales. El trabajo fue el fruto de más de una década de ensayos y pruebas
En uno de los últimos remates de la Sociedad Rural de Mercedes, en Corrientes, la novedad empezó a correr rápidamente entre los productores y consignatarios que acudieron allí: era la primera vez que se realizaba una venta de ovinos Ideal con DEPs (diferencias esperadas en la progenie), con resistencia a las parasitosis gastrointestinales. Se trata de una investigación que el INTA desarrolló durante 12 años.
“Se trata de un desarrollo llevado a cabo entre la Estación Experimental Agropecuaria Mercedes con el INTA Castelar. Luego se sumaron las unidades experimentales del NTA Anguil, Balcarce, Concepción del Uruguay y Paraná”, remarcaron desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
El equipo de investigación y trasferencia del instituto apuntó al desarrollo de protocolos de trabajo para la evaluación de majadas genéticamente más resistentes a las parasitosis gastrointestinales, en diferentes unidades experimentales y con diferentes razas.
Por eso hace tres años que INTA Mercedes realiza este protocolo con productores cabañeros de la zona, con muy buenos resultados. Se trata de un protocolo altamente confiable para identificar machos y hembras más resistentes y resilientes.
La Cabaña Aguay de las Antillas S.A. hizo su primera venta de carneros padres con una evaluación genética resistentes a las parasitosis.
EL POR QUÉ DE LA INVESTIGACIÓN
¿Por qué se llevó a cabo la investigación? El Haemonchus spp. es el parásito más difundido y que mayores perjuicios produce.
“Las parasitosis gastrointestinales (PGI) son uno de los mayores problemas de los sistemas productivos ovinos en las regiones templadas, subtropicales y tropicales. Estas provocan pérdidas económicas debido a la disminución de la producción, elevados costos de tratamientos y provocando la muerte de animales”, dijo Bibiana Cetrá del INTA Mercedes.
El control de las parasitosis está tradicionalmente basado en el uso de drogas antiparasitarias. Sin embargo, esto resulta cada vez menos efectivo debido a la resistencia a las drogas que desarrollan los parásitos y a tener en cuenta los residuos de los productos antiparasitarios en los la carne y leche.
Además de los antiparasitarios existen prácticas complementarias orientadas al control integrado de parásitos, como el manejo de los potreros y de las majadas, el uso de taninos condensados, dosificaciones estratégicas, entre otras.
Durante un primer período se trabajó majadas y razas Corriedale; luego se trabajó con las razas Ideal, Texel y Pampinta. Se encontró una gran variación entre los animales con mayor resistencia y/o susceptibilidad a las parasitosis.
Esto permitió la selección de animales más resistentes y con mayor peso y otros rasgos, tales como, calidad y cantidad de lana.
Se construyen índices de selección que compatibilicen esas características productivas con la resistencia a las parasitosis.
Se trata de un proyecto que se desarrolla en la incubadora de empresas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Para quienes sufren migraña, la recomendación es usar la gorra 30 minutos, una o dos veces al día, para prevenir el uso de medicamentos.
Una vincha, que se desarrolla en la incubadora de empresas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), tiene la capacidad de tratar la patología neurológica de la migraña y reducir el dolor de cabeza hasta en un 75% mediante impulsos eléctrico que estimulan nervios específicos.
De acuerdo a lo que publicó hoy la web Unciencia, el sitio de investigación científica de la UNC, se trata de uno de los cuatro proyectos de tecnología médica en los que trabaja Dines, una empresa incubada en la UNC e integrada por especialistas en ingeniería y en ciencias de la salud.
Asimismo, se detalló que actualmente cuentan con un prototipo del dispositivo, premiado recientemente por el Programa InnovACba de la provincia de Córdoba, por el que obtuvieron un financiamiento que permitirá comenzar la producción junto a una firma local dedicada a la fabricación de equipamiento médico.
Hugo Díaz Fajreldines, uno de los fundadores de la empresa incubada Dines, explicó que la función del dispositivo denominado «Viex Tens», la vincha, lleva una serie de electroestimuladores ubicados justo a la altura de las terminales del nervio trigémino, en la frente de la persona, sobre las cejas”.
«Funciona generando tenues estímulos eléctricos sobre la piel, de manera de inyectar microelectricidad en el nervio trigémino. El resultado es una disminución del dolor«, afirmó Fajreldines, quien es doctor en medicina y cirugía.
Hacia el origen de la migraña
Asimismo, el investigador sostuvo que si bien se desconoce el origen de la migraña, se sabe mucho acerca del mecanismo fisiopatológico que la produce, es decir, cómo es el circuito de alteración que ocasiona la enfermedad.
Al respecto, el médico explicó que la migraña comienza a nivel de las terminales del nervio trigémino, que lleva la sensibilidad de la mitad de la cara para cada lado y es uno de los pares craneales, «ingresa al cerebro y va directo a la estructura del tronco encefálico. A partir de ahí se desencadenan mecanismos que provocan dolor de cabeza».
«Hasta ahora, las pruebas muestran que un dispositivo de este tipo puede reducir hasta un 75% el nivel de dolor y, con ello, el consumo de fármacos”, destacaron los especialistas y añadieron que «genera alivio especialmente en personas que no pueden recibir medicación especial, como mujeres embarazadas».
«La estimulación eléctrica es casi imperceptible, como un cosquilleo. Algunas personas no sienten nada y es realmente efectivo», sostienen desde el equipo de investigación.
Para quienes sufren migraña, la recomendación es usar la gorra 30 minutos, una o dos veces al día, para prevenir el uso de medicamentos.
El equipo trabaja ahora sobre el desarrollo y producción de ese proyecto biomédico que será financiado por la empresa Feas Electrónica, que se dedica a la fabricación, alquiler y venta de equipamiento médico.
Científicos especializados en física del Instituto Balseiro y del Centro Atómico Bariloche (CAB), presentaron un sistema que sirve para planificar cirugías complejas y con dinámicas computacional de fluidos.
Ignacio Berra, cirujano cardiovascular, quien se capacitó en el Hospital de Niños de Boston, Estados Unidos, contó que “los bebés con diagnóstico de síndrome de heterotaxia y con un ventrículo único tienen un riesgo de mortalidad del 30% antes de ser sometidos a los procedimientos quirúrgicos”. Becerra implementó el sistema en el Hospital Garrahan y cuenta con la colaboración de los expertos de Bariloche, el ingeniero nuclear Enzo Alberto Dari y el físico René Cejas Bolecek, del Departamento de Mecánica Computacional del CAB, que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica. En el proyecto, también participan Mauro Fermín, William Machaca y Mariano Cantero.
SÍNDROME DE HETEROTAXIA
Uno de cada 5.000 bebés tiene un tipo de cardiopatía congénita que es de mayor complejidad. Se llama síndrome de heterotaxia. El tratamiento para esos niños es un gran desafío para la medicina. “Cuando crece el paciente, entre los dos y los tres años, se realiza la cirugía de Fontan, que consiste en la desconexión de la vena cava inferior de la aurícula derecha y se la conecta a las ramas pulmonares interponiendo un tubo que es una prótesis. Antes de realizar la cirugía de Fontan, evaluamos la geometría del paciente según su anatomía para no generar obstrucciones y no aumentar la resistencia al flujo de sangre”, afirmó Berra al sitio Rio Negro. El trabajo colaborativo entre los profesionales del hospital y los investigadores Enzo Dari y René Cej, en Bariloche, permiten simular las características fisiológicas y el comportamiento del flujo sanguíneo de los pacientes antes de llevar a cabo cada cirugía cardíaca. Con la utilización de esa metodología se asistió en la planificación pre-quirúrgica de cinco pacientes. Todas ellas resultaron exitosas. Berra manifestó que “falta realizar una validación experimental de la simulación preoperatoria de la dinámica de fluidos y realizar una resonancia magnética 4D en la que se podrá estudiar el flujo en el paciente ya operado que simulamos en el planeamiento prequirúrgico”.
El hongo Ganorderma lucidum es muy utilizado en países asiáticos por sus sus altas propiedades curativas anticancerígenas, antitumorales, antibióticas, analgésicas, sedantes y anti-inflamatorias, entre muchas otras. Imagen: Pixabay
Un grupo de investigadoras rosarinas desarrollan un nuevo cuero “ecológico” a base de hongos. Se trata de un invento sin precedentes en el país y podría utilizarse para confeccionar ropa, carteras, calzado, entre otras prendas.
Este biomaterial tiene la particularidad de que se logra a partir de la reutilización de desechos de la industria agroalimentaria, que alimentan al hongo Ganorderma lucidum, que tiene las principales propiedades curativas de la medicina tradicional asiática. Por este motivo, además, es absolutamente biodegradable.
El equipo de investigación pertenece al Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario, dependiente del Conicet-UNR y está integrado por Diana Romanini, María Rocío Meini, Laureana Guerra, Camila Ponce De Leon, Natasha Melnichuk, Dana Piazza y Adriana Clementz, quienes llevan mucho tiempo investigando las propiedades y beneficios del mundo fungi.
«Revalorizamos los residuos de la industria agroalimentaria de la región, a partir de los cuales producimos moléculas de valor agregado”, explicó Diana Romanini, directora del equipo del Conicet-UNR, en diálogo con La Capital.
Por ejemplo, “a partir de los desechos como la cascarilla de soja, el afrechillo de trigo, las zanahorias descartadas y el orujo de la uva se logran antioxidantes para cosméticos, ácido láctico que se usa como acidulante y enzimas que se utilizan como coadyuvantes en los alimentos”.
Particularmente, el hongo seleccionado para lograr este “eco-cuero” se conoce como Ganorderma lucidum, tiene propiedades medicinales y no es comestible. Es muy usado en países asiáticos por sus nulas contraindicaciones y sus altas propiedades curativas, anticancerígenas, antitumorales, antibióticas, analgésicas, sedantes y anti-inflamatorias, entre muchas otras.
El microorganismo se alimenta de los residuos de la industria agroalimentaria, lo cual lo hace doblemente ecológico: no se origina de un animal y recicla un tipo de desecho que «de lo contrario, estaría contaminando el ambiente», agregó Adriana Clementz otra integrante del equipo.
Mezclar esos elementos con hongos puede derivar en la textura, color y firmeza necesarios para crear un nuevo cuero de origen no animal. Por eso, Romanini detalló que las enzimas fueron producidas gracias a la exploración en diversos cultivos de hongos, “comestibles” y otros “con propiedades medicinales”.
Esta investigación se da en el marco de una avanzada en materia de conciencia respecto al impacto medioambiental y social que tiene la industria textil. De esta manera, también se encuentran en crecimiento las ferias americanas que comercializan ropa usada, las marcas de diseño independiente que confeccionan prendas con base en telas y ropa reciclada e incluso el intercambio.
A través de la biotecnología reproductiva, un equipo de la UNCuyo y el CONICET logró que naciera el primer cabrito con esta técnica, en Mendoza. Ahora quieren crear un banco de embriones.
A través de la biotecnología reproductiva, un equipo de biólogos de la UNCuyo logró que naciera el primer cabrito con esta técnica, en Mendoza. Ahora quieren crear un banco de embriones.
Se llama Galileo, nació el 24 de mayo y ahí está, caminando sin despegarse de su madre dentro del corral. Ni su pelaje, ni su tamaño ni su fisonomía lo distinguen del resto de las cabras del rebaño, aunque algo “invisible” en su genética le da una particularidad: es el primer ejemplar en Mendoza gestado mediante biotecnología reproductiva.
Se trata de una serie de técnicas que permiten aumentar la eficiencia reproductiva y las tasas de mejoramiento genético de los animales, con el objetivo de desarrollar la producción del sector ganadero, en este caso del caprino, de la zona limítrofe que comparten Mendoza, San Juan y San Luis.
Lo particular de la biotecnología reproductiva es que también tiene otros beneficios: con la criopreservación del semen de los mejores ejemplares machos se pueden conservar especies en peligro de extinción, incrementar favorablemente la multiplicación y transporte de material genético así como almacenar recursos genéticos únicos que puedan disponerse con relativa facilidad para su posible utilización futura.
Todo esto es precisamente lo que ensayan, con un objetivo de desarrollo a gran escala, en el Laboratorio de Biología Reproductiva y Molecular de la UNCUYO y el CONICET. Como parte del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM), este laboratorio, liderado por la Dra. en Bioquímica y “gametóloga” Marcela Michaut, fue el encargado de implementar exitosamente la técnica que le dio vida a Galileo, el cabrito que hoy crece saludable en los corrales de la escuela Galileo Vitali de La Paz, cuyos alumnos de 6° año son los encargados de acompañar su crecimiento como parte de su formación educativa.
Técnicas exitosas
Galileo fue gestado con el semen criopreservado (congelado en nitrógeno líquido) del chivo ganador de la Expo Malargüe 2021 en la categoría ganado caprino. La calidad genética de este “Superman” de las cabras de Mendoza fue así transferida al cabrito gracias a la tecnología reproductiva utilizada por Michaut y su equipo, los biólogos Paula Wetten y Omar Klinsky. Ellas y él trabajan en el laboratorio del IHEM en esta iniciativa que entusiasma a unos 50 pequeños productores caprinos de la región, en su mayoría de la comunidad Huarpe de la zona tripartita de Cuyo.
“Mediante un conjunto de técnicas que pueden ir desde la inseminación artificial hasta la clonación, se busca aumentar la eficiencia reproductiva y mejorar la genética de los animales. De esta manera, la biotecnología reproductiva permitirá también aumentar la producción en contraestación, es decir en tiempos donde naturalmente no hay nacimientos. Es una manera de acortar los tiempos naturales en beneficio de mejorar y aumentar la producción caprina”, explica Michaut.
Tras esta primera experiencia exitosa, en el Laboratorio de Biología Reproductiva y Molecular se entusiasman con dar ahora un nuevo paso: criopreservar embriones de la cabra criolla a partir de la maduración in vitro de ovocitos caprinos. “Lograr esto será importante no sólo para mejorar y conservar la genética del ganado sino también para sobreponerse a desastres naturales. Así, la transferencia de embriones también es una forma de acortar los tiempos naturales en beneficio de preservar la producción de la cabra criolla”, amplía la directora del proyecto.
Para ella, es clave haber logrado desarrollar técnicas biotecnológicas que permiten el conocimiento básico de las gametas de la cabra: “Sabiendo cuál es la fisiología de los espermatozoides y de los ovocitos, se puede criopreservar aplicando distintos protocolos y técnicas. Y mantener ese material genético, para poder ser usado en beneficio del productor”.
Aumentar la producción ganadera
Como lo demuestra la gestación de Galileo, los científicos de la UNCUYO y el CONICET ya pueden ayudar a aumentar la producción ganadera caprina (y también la bovina, según planifican) congelando el semen de un macho que fenotípicamente -en cuanto a sus características de peso y tamaño- es considerado un buen ejemplar. Con ese material genético después inseminan hembras estimuladas hormonalmente. “También ayuda porque podemos obtener animales en contraestación, la época donde naturalmente no nacen. Se puede ahorrar tiempo de la naturaleza usando este material congelado”, completa Michaut, en referencia a que así se aceleran los tiempos de la reproducción y se ahorran los del celo y el apareamiento.
Pero hay otro aspecto que en el Laboratorio vislumbran como un objetivo más: crear un banco de embriones. “Es nuestro mayor sueño. Tenemos la tecnología y la infraestructura, estamos compitiendo para conseguir nuevo financiamiento. Hemos demostrado que tenemos la capacidad de hacerlo”, dice la doctora en Bioquímica.
Y pone como ejemplo el caso del padre de Galileo, que murió hace poco. “Tenemos sus muestras de semen criopreservado”, aclara. O sea que puede seguir engendrando hijos después de su muerte: “Esa es la importancia de la biotecnología reproductiva. Es ayudar a la naturaleza. Y de esa manera ayudamos al productor, porque el proyecto tiene también un fin social: si el ganado de esta comunidad empieza a decaer en calidad, tienen pérdidas económicas, porque es su medio de vida. Estamos ayudando a mejorar su producción”.
Hoy se inaugura en Exactas/UBA el Laboratorio Argentino de Mediciones de Bajo umbral de Detección y sus Aplicaciones (Lambda). Permitirá avanzar también en la física de otras partículas muy elusivas, los neutrinos
Javier Tiffenberg y Daríio Rodrigues (FOTO: NEXciencia)
Para cualquiera que se haya asomado el cielo nocturno, cuesta imaginar que ese océano infinito tachonado de luces y agitado por fuerzas inimaginables, esas gemas de colores iridiscentes, los cúmulos de galaxias que nos dejan boquiabiertos ante las imágenes capturadas por el telescopio espacial Hubble sean apenas el 4% del universo, y que el 96% de la materia y la energía restantes sean invisibles no solo para nuestros ojos, sino también para los más poderosos detectores con que cuentan los investigadores. Resulta difícil de aceptar pero, al parecer, la mayor parte del universo está llena de “algo” que astrónomos y astrofísicos no pueden explicar, partículas diferentes de las que tan bien describe el modelo estándar de la física.
Javier Tiffenberg, un joven físico argentino formado en la Universidad de Buenos Aires, pero actualmente investigador del Fermilab, Chicago, trabaja con el segundo acelerador de partículas entre los más potentes del mundo (después del Gran Colisionador de Hadrones, en la frontera franco-suiza). Intenta dilucidar qué es esta entidad presente en los más remotos confines del universo y de cuya existencia se teoriza a partir del movimiento de galaxias y de cúmulos de galaxias. Aunque todavía no se puede decir qué es, “Incluso se pudieron desarrollar simulaciones y trazar un mapa de dónde está distribuida en el universo”, contaba hace un par de años, durante una visita a la Argentina.
A partir de hoy, él y Darío Rodrigues Ferreira Maltez dirigirán un nuevo laboratorio experimental en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, el Laboratorio Argentino de Mediciones de Bajo Umbral de Detección y sus Aplicaciones (Lambda), que investigará en las fronteras del conocimiento sobre materia oscura y otros temas que suscitan enorme interés en la física actual, como la detección de neutrinos.
Tiffenberg, doctorado en Exactas, recibió en 2020 el premio New Horizons, que entrega la Fundación Breaktrough, por haber ideado un sensor, el Skipper-CCD (charged coupled device o dispositivo de carga aplicada) capaz de detectar partículas elementales con una altísima resolución, lo que hace posible por primera vez el registro y la medición de la unidad mínima de energía, y que también tiene aplicaciones en óptica cuántica y astronomía.
El Skipper-CCD, detector que se usará en la búsqueda de materia oscura
“La colaboración entre el Departamento de Física y Fermilab existe hace bastante tiempo –cuenta Rodrigues–. Otros profesores de nuestro grupo hicieron estadías, pasantías, doctorados, posdocs en Chicago, Estados Unidos. Y Javier tiene en el Fermilab un grupo también compuesto por varios argentinos que logró hacer funcionar el Skipper-CCD, que será central en nuestro laboratorio. Todo lo que hacemos y haremos girará alrededor de este detector, que es la tecnología de vanguardia que nos permite buscar materia oscura, hacer física de neutrinos, óptica cuántica y trabajar en varias preguntas abiertas que tienen aspectos en común”.
La «sociedad» Tiffenberg-Rodrigues resulta una pieza fundamental para que exista el laboratorio, porque esta tecnología no es comercial, no se puede comprar. “Los desarrolló el Fermilab en colaboración con Berkeley Lab, y nació con el objetivo de buscar materia oscura en el marco de un experimento que se llama ‘Sensei’ (Sub-electron noise Skipper-CCD experimental instrument) y que justamente busca materia oscura, que es algo que uno supone que existe, que hace falta que exista para explicar muchas observaciones astronómicas, pero que todavía no fue detectada por los instrumentos con que contamos”, explica Rodrigues.
El equipo es parecido a los sensores convencionales que se encuentran en las cámaras fotográficas de muy alta calidad o en telescopios, pero con una particularidad: es capaz de contar electrones de a uno. “Las diferentes interacciones con la materia oscura, si existiera, pueden ‘ionizar’, eso significa arrancarle un electrón a un átomo. Después, uno los puede atrapar –detalla el físico–. Si hay uno, dos, 8000 o 1001, el equipo es capaz de decir cuántos quedaron en el detector”.
Esa capacidad permite un salto “cuántico” similar al que debe haberse dado cuando surgió el microscopio: se pudieron revisar los estudios que ya se habían hecho con la lupa y agregar otros que antes habían sido imposibles. “Con el ‘Skipper’ pasa un poco eso –cuenta Rodrigues–. Cuando se busca materia oscura, se necesita [un equipo] ultra sensible, porque de existir, su interacción con la materia convencional, la que nos forma a nosotros, es muy, pero muy débil. Si no, la hubiéramos visto hace rato”.
La pesquisa de estas partículas inasibles lleva varios años. Los primeros en postular que debía haber “algo” allí afuera que no estábamos viendo, a principios de la década de 1930, fueron el célebre astrónomo holandés Jan Oort, pionero de la radioastronomía, pero más conocido por la nube de cometas que lleva su nombre, y por su colega suizo de origen húngaro, Fritz Zwicky. Pero no se los tomó en serio durante cuarenta años, hasta que la astrónoma Vera Rubin realizó un descubrimiento sensacional: sus cálculos mostraron que la gran espiral de la galaxia tenía una rotación extraña y las estrellas de los bordes se movían tan rápido como las del centro, algo que viola las leyes de la gravedad de Newton.
El detector instalado en la central de Atucha II
Desde entonces, se realizaron gran cantidad de experimentos y se avanzó mucho; por lo menos, «tachando» candidatos. “No sabemos qué es, pero sí que tiene que interactuar gravitatoriamente. Cuando uno busca algo que no encuentra, eso también significa mucho –explica Rodrigues–. Porque puede decir llegué hasta acá y hasta acá, y sé que no está. Entonces, se van restringiendo posibilidades.
Sensei, el experimento para buscar materia oscura y uno de cuyos líderes es Tiffenberg, se encuentra en la vanguardia en ese campo precisamente porque tiene el mejor “límite de exclusión” para un cierto rango de energía. “Si existe, la estamos acorralando, su probabilidad de interactuar con la materia conocida tiene que ser muy, pero muy bajita –destaca Rodrigues, que también forma parte de la colaboración–. Si con la sensibilidad que tenemos hoy no la vimos, es porque su interacción es incluso más débil de lo que se pensaba”.
Pero el objeto del nuevo Laboratorio Lambda no es solo la “cacería” de este extraño personaje de la novela cósmica. Por primera vez en el mundo, hace seis meses, los científicos instalaron un Skipper-CCD dentro de la central nuclear de Atucha, a tan solo 12 metros del núcleo del reactor. Estos dispositivos son la mayor fuente de neutrinos que hay en la Tierra.
la primera imagen que tomó el sensor dentro de la central. Las trazas rectas son electrones ionizados por el paso de muones
Para hacerse una idea, el detector es un gramo de silicio. Una película muy delgada de alrededor de dos centímetros por cuatro y unos 600 micrones de espesor, ubicada dentro de una cámara de vacío para protegerla de la humedad atmosférica y para que pueda funcionar a -130 grados Celsius. Además, tiene una electrónica asociada que le indica cómo mover la carga que se genera y que permite leer las imágenes. “En el fondo, es una cámara de fotos, pero registra imágenes de las partículas elementales que nos interesan –comenta Rodrigues–. Otra idea que tenemos es usarlo para fotones, que son las partículas de luz. Cada vez que uno de ellos llega el detector, arranca un electrón de su átomo. Entonces nosotros sabemos que si encontramos un electrón fuera de lugar, es porque vino un fotón y lo puso ahí. Así, también podemos contar fotones de a uno, algo muy valioso en experimentos de óptica cuántica”.
Además del detector instalado en Atucha, hay otro en el Laboratorio Lambda, en el segundo piso del Pabellón I de Ciudad Universitaria, otro en Bariloche, donde hay otro grupo de científicos que trabajan en colaboración con el Fermilab, y otro en Bahía Blanca. “Hay muchos argentinos trabajando en Fermilab y hay mucho intercambio de estudiantes, tesistas de licenciatura, doctorandos que van a finalizar su formación y vuelven con la experticia para manejar estos sensores –subraya Rodrigues–. O sea, que la participación local en la existencia de esta tecnología es importante, ya sea desde el país o por argentinos ya radicados en los Estados Unidos. Desde el laboratorio, intervenimos de dos maneras: haciendo análisis de datos y también investigando su funcionamiento. Es tan nueva (hace cinco años no existía, porque el primer paper de Javier es de 2017) que hay muchísimo por hacer para mejorarla y extender sus capacidades”.
«Esto es un sueño hecho realidad», confesó Tiffenberg, durante la inauguración.
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