Cuatro astrónomos argentinos, tres de Córdoba y uno de La Plata, Buenos Aires, hallaron siete estrellas enanas blancas que se suman a las 30 que se conocen de este tipo entre las más de 250 millones de estrellas que componen la Vía Láctea.
“En las etapas finales de sus vidas, cuando ya agotaron el combustible que alimenta las reacciones nucleares en su interior, la mayoría de las estrellas como nuestro Sol se convierten en enanas blancas. En ese momento, son objetos increíblemente densos: en la Tierra, una cucharadita de su materia pesaría tanto como un camión de cinco toneladas y media o una ballena Franca bebé. Y aunque generalmente poseen una masa similar a la del Sol, su tamaño es cien veces menor”, explican desde el Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) para dar a conocer esta investigación que demandó dos años, cuyos y resultados no se corresponden con las predicciones de los modelos de evolución estelar.
Se trata de estrellas muy difíciles de detectar, al punto que en la actualidad solo se conocen 30 de este tipo, entre las más de 250 millones de estrellas que componen la Vía Láctea, la galaxia donde se encuentra nuestro sistema solar. Se caracterizan por emitir un color azul blanquecino muy peculiar, su brillo es tan débil y son tan pequeñas que resulta muy difícil observarlas.×
«Hay modelos en la actualidad que explican cómo es la vida de una estrella, pero que mantienen abiertos numerosos interrogantes. Para responderlos debemos realizar más observaciones, fundamentalmente usando espectroscopía. El problema es que las estrellas son muchas, y hay que elegir cuáles observar”, explica Walter Weidmann astrónomo del OAC y uno de los autores del reciente descubrimiento.
Los modelos existentes predicen que estrellas cuya masa es entre 0,8 y 8 veces la del Sol terminarán sus días como una nebulosa planetaria (NP), tras expulsar sus capas de gas más externas. “Es como si se desprendiera de su piel y nos permitiese mirar su interior. Esto demora varios cientos de años y lo que queda es una enana blanca, una estrellita muy caliente envuelta por una nebulosa en expansión. Esta ‘nebulosa planetaria’ será visible unos 20 mil años, que en términos de la vida de una estrella es un lapso de tiempo insignificante” explica Weidmann.
Se necesitan telescopios muy potentes para observarlas. En Argentina, pocos instrumentos reúnen estas características. Pero nuestro país integra un consorcio internacional que cuenta con dos telescopios gemelos, de ocho metros de diámetro, denominados Gémini, uno ubicado en Chile y otro en Hawaii, Estados Unidos.
Argentina puede utilizarlos aproximadamente 80 horas al año, lo cual resulta insuficiente para las múltiples investigaciones en curso. “Para obtener tiempo de observación, armamos una propuesta que compitió con otras y finalmente –en el lapso de dos años– logramos observar completamente siete objetos previamente seleccionados”, explica Weidmann.
Utilizando trabajos previos que apuntan al color blanquecino como una característica distintiva de este tipo de estrellas, los investigadores del OAC seleccionaron y fotografiaron así siete candidatas con los telescopios Gémini. En una segunda etapa volvieron a observar con los telescopios utilizando la espectroscopia, que les permite “mirar” a las estrellas muy distantes y tenues en la banda infrarroja del espectro (que resulta invisible al ojo humano).
El trabajo de selección del equipo de astrónomos rindió sus frutos: los siete objetos estelares observados resultaron ser enanas blancas. “Pudimos determinar su temperatura, su gravedad superficial y comparar los valores obtenidos con los predicho por los modelos de evolución estelar. Cuatro de ellas son ricas en hidrógeno”, apunta Wiedmann.
Como los datos obtenidos no se ajustan perfectamente a lo predicho por los modelos astronómicos, el futuro de la investigación tiene ahora dos caminos: o se deberán ajustar los modelos de evolución estelar o habrá que refinar los modelos para determinar temperatura y gravedad de estas estrellas.
De la investigación astronómica participaron Marcelo Miller Bertolami (Instituto de Astrofísica de la Universidad Nacional de La Plata); Walter Weideman, Javier Ahumada, y Leila Saker (Observatorio Astronómico Universitario (OAC-UNC).
Fuente: El Federal